"La historia del Ejército, y de Chile en general, es poco conocida"
La Academia de Historia Militar lanza un libro de historia del Ejército chileno pensada para todo público. Un texto breve de 300 páginas destinado a cubrir los vacíos que sus autores ven en las actuales generaciones de chilenos sobre el conocimiento de la institución.
"La historia de muchos países de América está fuertemente enlazada con la historia de sus respectivos ejércitos, ya que fue la capacidad militar la que permitió el desarrollo y la supervivencia de los diferentes Estados. Sin embargo, son pocos aquellos en los que esta vinculación ha sido tan estrecha como en el caso nacional", se lee en la presentación del libro "Ejército de Chile, un recorrido por su historia", publicado por la Academia de Historia Militar (venta en Club de Lectores de El Mercurio y librerías). Un trabajo colectivo de varios historiadores de la entidad editado bajo la tuición editorial del presidente de la Academia, general Andrés Avendaño Rojas.
El relato y estudio de un prolongado sincretismo entre sociedad, Estado y Ejército, "ha sido un fascinante trabajo para decenas de historiadores. El registro más temprano corresponde al extraordinario poema épico de Alonso de Ercilla, La Araucana, en cuyas estrofas rinde homenaje a los guerreros hispanos y a los guerreros de Arauco. (...) sus páginas pueden ser tomadas como el acta de bautismo de la nación chilena, en la que se da cuenta del encuentro de dos pueblos que, siendo antagonistas, terminan unidos en su sangre. Fue por ello, que el poeta Pablo Neruda apodó laudatoriamente a su autor como "el inventor de Chile", dice al inicio del libro, definiendo brevemente el espíritu que anima este trabajo.
Sobre los motivos que llevaron a la Academia de Historia Militar a escribir este libro, el general Avendaño sostiene que "raramente los historiadores han considerado el conjunto de la historia del Ejército como objeto de estudio. Una excepción es 'El Ejército de los chilenos', de Patricia Arancibia. Años antes, la Academia de Historia Militar había publicado la 'Historia del Ejército de Chile', en diez volúmenes, que abarca cuatro siglos y se detiene en 1952. Todavía es el compendio institucional más completo, pero concebido para un público especializado. Ahora, nuestra intención fue llegar a un público más amplio y diverso, empleando un estilo narrativo de fácil comprensión, sin perder por ello el rigor histórico. Se trata, como lo indica su título, de invitar al lector a 'un breve recorrido por la historia del Ejército' que le permita formarse una idea panorámica de la contribución que el Ejército ha hecho a la seguridad y desarrollo del país".
-A su juicio, ¿cuál es el nivel de conocimiento que tiene la población de la historia del Ejército chileno? ¿Ha decaído en los últimos años?
"Mi impresión es que la trayectoria del Ejército no es suficientemente conocida; pero no por algún motivo directamente relacionado con la institución castrense, sino porque el desconocimiento de la historia de nuestro país hoy es abrumador. Dado que la historia del Ejército está estrechamente vinculada a la historia general de Chile, es natural que, si no se conoce la una, menos se conoce la otra. A ello agregaría cierto desinterés académico por el cultivo de la historia militar. Y al que, en las últimas décadas, a través de sucesivas reformas educacionales, la Historia de Chile fuera perdiendo importancia, fundiéndose en campos del conocimiento más amplios. De ahí, nuestro interés en acortar esa brecha y acercar la historia del Ejército al lector común.
-¿Es popular la historia del Ejército de Chile? ¿Cree que los últimos acontecimientos relativos a actos de corrupción y malversación afectaron la imagen del Ejército? ¿O bien las violaciones a los derechos humanos de los años 70 y 80?
"Como acabo de señalar, la Historia de Chile -lo que incluye a la de su Ejército- es poco y mal conocida, por lo que difícilmente puede ser popular; pero no siempre fue así. Durante el siglo XIX y comienzos del XX, la historia militar estaba muy difundida en amplios sectores de nuestra sociedad. Quizás porque la historiografía de esa época, en todo el mundo, privilegiaba los hechos políticos y militares. Además, el recuerdo de nuestras mayores glorias estaba aún fresco... los Veteranos del 79 eran parte del paisaje social, por decirlo de algún modo".
"Pero el cariño por lo militar ha sido una característica de nuestra nacionalidad y así lo demuestran los estudios significativos para la historia, es decir, los realizados con perspectiva de mediana, o larga duración. En esa línea de tiempo han ocurrido, por supuesto, episodios que han afectado su popularidad o su prestigio, pero en la medida en que el propio Ejército ha sido capaz de reconocer y rectificar, la confianza se ha recuperado con rapidez. Las encuestas de opinión suelen ubicarlo entre las instituciones más valoradas por la población. ¿Por qué? Porque percibe que más allá de la contingencia y del debate entre las élites del poder, el Ejército sigue siendo una institución confiable, capaz de garantizar la seguridad, la defensa y la paz de los chilenos. No hay que engañarse en esto: en la paz y en la guerra, en los momentos críticos provocados por la discordia cívica o por catástrofes naturales, cuando el porvenir colectivo se torna incierto, por un instinto atávico o por simple sentido común, la población se acuerda de sus hombres de armas, porque sabe que en tales circunstancias -como lo señalamos en el libro- el Ejército ha estado siempre presente".
-El nacimiento del Ejército ustedes lo entroncan con el inicio de la Conquista, con la hueste indiana, el ejército vecinal o bien, con la creación de un ejército permanente en Chile con Alonso de Ribera, a principios del siglo XVII.
"En efecto, se entronca con la hueste indiana y el ejército vecinal, pero no marcan su nacimiento. Ambas organizaciones fueron más bien la expresión del pueblo en armas, base de todo ejército, pero sin las características que le son propias a un ejército institucionalizado. Esto solo se logró con la creación por Felipe III, en enero de 1603, y siendo gobernador Alonso de Ribera, de un ejército permanente de 1.500 plazas, adecuadamente armado y pagado desde el Virreinato. A partir de ahí, caso único en Hispanoamérica, Chile comenzó a disponer de un ejército permanente y más profesional. En él reconocemos nuestras raíces".
-Hay quienes sostienen que el Ejército chileno fue la primera institución nacida tras la Conquista. Así, el Ejército habría dado forma al Estado de Chile entre mediados del siglo XVI y principios del XVII. ¿Cuál es su opinión?
"Puede ser algo excesivo. Yo, más bien, diría que el Ejército fue una de las instituciones fundacionales, sin duda; pero junto a él estuvieron la Iglesia Católica, la Real Audiencia y los Cabildos, por nombrar algunos. En rigor, debemos considerarle como una de las herramientas fundamentales en la construcción del Estado".
- ¿De qué manera esta configuración influyó en el nacimiento del estado y la sociedad chilena del siglo XVII y en adelante?
"Durante el extenso período de existencia del entonces Reino de Chile, sus habitantes, con frecuencia, se vieron en la obligación de tomar las armas. Ello, debido principalmente a la condición de guerra que se dio en la Frontera araucana. Dentro de esta situación general, se distingue un primer período que duró entre 1550 y 1650, cuando la guerra era una realidad omnipresente. Después de 1650 se fue configurando una vida fronteriza en esa región que duró hasta la segunda mitad del siglo XIX. Esa vida fronteriza marcó -culturalmente hablando- en forma muy fuerte a la sociedad chilena, lo que se tradujo en el proceso de mestizaje étnico y cultural que hasta el día de hoy caracteriza a nuestra sociedad. La fuerza militar, evidenciada en la fundación de nuevas ciudades y en la cadena de fuertes militares, cuyas guarniciones custodiaron por siglos la frontera que corría a lo largo del río Biobío, no estuvo ausente del diario ajetreo de la vida fronteriza. Desde esos lejanos días y hasta hoy, la pertenencia al Ejército ha sido ocasión de integración y de movilidad social para muchos chilenos, sin distinción de raza, origen o religión".
En el libro hay un capítulo dedicado a las actuaciones del Ejército chileno en disputas internas, durante el siglo XIX y XX, como los conflictos de 1829, 1891, 1924, 1973 y otros, pero no hay una narración relativa a la acción del Ejercito en la Pacificación de la Araucanía, que se extendió entre las décadas de 1860 y 1880. Este relato se ubica más adelante en el capítulo "El Ejército y la consolidación territorial de la república".
"En la Academia no solemos referirnos a este proceso como el de "Pacificación de la Araucanía", sostiene Avendaño. Lo que se buscó no fue pacificar a las comunidades indígenas existentes. El rol del Ejército, en tanto instrumento del Estado de Chile, fue el de incorporar extensos territorios a la soberanía nacional, garantizando la protección de los colonos y sus bienes, construyendo la infraestructura física -caminos, telégrafos, puentes, etc.- que permitieran la integración de esos territorios y, a la vez, aseguraran la convivencia entre las comunidades. Expresión de ello son los campamentos y fuertes que se fueron estableciendo en las sucesivas líneas fronterizas y que, con el tiempo, dieron origen a numerosos pueblos y ciudades".
-El historiador chileno Mario Góngora ha descrito a nuestro país como una "tierra de guerra", dada la cantidad de hechos bélicos que han acontecido a lo largo de su historia. ¿Ha sido la historia de Chile jalonada de hechos militares internos o internacionales?
"En mi opinión, esto es absolutamente válido hasta el siglo XIX. Desde El Escorial, este lejano territorio de ultramar era percibido como "tierra de guerra". De hecho, y esto es muy significativo, quien representaba al Rey en Chile reunía en su persona tres funciones diferentes: Gobernador, Presidente de la Real Audiencia y Capitán General del Ejército. Por algo aquí, a diferencia del resto de la América hispana y de la misma España, la plaza principal, el lugar de sociabilidad por excelencia en los pueblos y ciudades, se denomina hasta el día de hoy Plaza de Armas, haciendo alusión a los campamentos militares, y no Plaza Mayor. Durante el siglo XIX, prácticamente no hubo generación de chilenos que no participara en una guerra, y fueron esos los años en que la República alcanzó su configuración territorial definitiva".