La histórica carrera extrema en autos clásicos entre China y Francia que se aprestan a correr los empresarios Hernán Levy y Felipe Ledermann
"Desde hace 20 años es mi sueño", confirma Levy, sobre una competencia en la que se disponen a correr en un Ford A, de 1928. En la carrera hay una curiosidad que la aproxima a Chile: en su primera versión, en 1907, corrió y llegó a la meta un príncipe italiano, cuyos bisnietos viven en Chile.
urante 37 días recorrerán 14.200 kilómetros y cruzarán 10 países, desde China hasta Francia. Ese es el desafío en el que se embarcaron el empresario Hernán Levy, presidente de Cerámicas Santiago, y Felipe Ledermann, gerente general de ComDer Contraparte Central, quienes clasificaron para participar en 2022 en una de las competencias automovilísticas más importantes que se realizan a nivel mundial.
Se trata de lo que será la Octava Versión del Peking to Paris Motor Challenge, una carrera que tiene la particularidad que se hace en autos clásicos (antiguos), que daten de entre 1907 y 1970. La primera versión de este certamen ocurrió en 1907, pero luego se descontinuó por 90 años y la siguiente versión ocurrió en 1997, luego en 2007, y desde esa fecha ha ocurrido cada tres años. En la siguiente versión 2022 -que se efectuará entre el 28 de mayo y el 3 de julio-, los competidores de 22 nacionalidades deberán recorrer en sus autos clásicos un circuito que parte en la Muralla China -en la antigua Pekín-, y luego sigue atravesando desiertos y montañas por Mongolia, Rusia, Kazajistán, Uzbekistán, Turquía, Grecia, Italia, Suiza y Francia.
Levy y Ledermann competirán a bordo de un Ford A, de 1928, modelo Tudor, bencinero, de tres cambios y cuatro cilindros (ver foto), que el empresario adquirió hace unos 20 años, y que forma parte de su colección de 12 autos clásicos, que también integran otros, como un Pierce Arrow de 1917, y un Ferrari Daytona de 1969.
En la actualidad, la competencia la administra la organización Historic, Endurance, Rallying Organisation (Hero), y para calificar en la competencia, los participantes deben cumplir ciertos requisitos, que documenten su experiencia en rallies extremos y contar con el vehículo que califique para el certamen. Mientras más antiguo, más opciones, en un contexto en que siempre hay una enorme sobredemanda, pues postulan unos 800 interesados y van solo 110 autos.
"Yo intenté durante tres ediciones participar, o sea, nueve años pidiendo que me mandaran los documentos para completarlos y poder participar, y nunca los mandaron. Yo nací para manejar y desde hace 20 años es mi sueño", explica Hernán Levy (72), quien será el piloto, y que cuenta con una vasta experiencia en estas lides, pues antes participó en el Jeep Fun Race, y ha estado en el rally Las Bodegas (Argentina).
Ledermann (52), quien será el "navegante" en la competencia, corrió en el Dakar en esa misma posición en 2013, junto a Francisco Casale.
En la competencia Pekin Paris, en su versión 2019, participó un chileno, Hernán Zanghellini, como navegante del neozelandés Colin Smith.
La ayuda de Felipe Morandé
Según relata Ledermann, la historia de la carrera comenzó a gestarse en 1905, cuando el diario francés Le Matin, tuvo esta idea de unir a Pekín con París en auto, en un contexto histórico en que el automóvil recién surgía como medio de transporte y se buscaba demostrar que sería capaz de llevar a las personas por todo el orbe, como una alternativa al tren. Levy cuenta que de los participantes que llegaron a la meta, uno de ellos fue Scipione Borghese, un príncipe italiano, cuyos bisnietos -coincidencias de la vida- viven hoy en Chile (ver recuadro).
Tras estos nueve años de infructuosos intentos de lograr participar, Levy -expresidente de Blanco y Negro, y consuegro del Presidente Piñera- cuenta que este año tuvo la ayuda de Felipe Morandé, embajador de Chile en la OCDE, con asiento en París, a quien le pidió el auxilio de que le consiguiera in situ los documentos de postulación, lo que el economista hizo y envió a Chile. Con ello en mano, a comienzos de marzo enviaron la solicitud a Hero, y el lunes 20 de abril les llegó la aceptación.
Ledermann y Levy se conocieron hace años, participando en Desafío de Humanidad, una entidad que integran ejecutivos y empresarios que apoyan diversas causas comunitarias y trabajan en proyectos sociales, con fundaciones de diversa índole (adulto mayor, causas educacionales, infancia, riesgo social, discapacidad, entre otras). Además ambos son de la IX Región, Ledermann, de Temuco, y Levy, de Traiguén, respectivamente.
Pese a quedar cerca de dos años para el evento, para Ledermann y Levy la preparación ya comenzó desde el mismo día en que recibieron la documentación que oficializaba su ingreso a la competencia. De partida, deben hacer cursos que exige la organización, como de navegación que, aunque sean temas que dominan las tripulaciones, son de todos modos obligatorios.
Además, y a diferencia de otros certámenes, en el Peking to Paris Motor Challenge son las duplas las que deben resolver los inconvenientes o imponderables que se presenten en la ruta, que incluye pasar por el desierto de Gobi. Esto los obliga a planificar en detalle desde la comida y vestuario para sortear casi 40 días en condiciones extremas, los equipos GPS de navegación, teléfono satelital, hasta los repuestos que deberán llevar consigo y que no deben ser nuevos, sino ya probados y usados para no arriesgar equívocos en la ruta (rodamientos, cintas de tiro por si se quedan pegados, llantas y cámaras, etc.). Pero, a la vez, deben considerar que no deben sobrecargar el auto. Unos 200 kilos son los que calculan pueden llevar de peso.
Además, deberán probar y ensayar con el Ford A antes de mandarlo a China, lo que harán por barco, unos cuatro meses antes del evento.
"Tenemos la suerte de que en Chile se replica bastante lo nos va a tocar en Mongolia", dice Levy, por lo que ya piensan en probarlo en el desierto, en el paso del Cristo Redentor hacia Argentina, subir a la cordillera, Farellones, etc. Levy dice que el auto se la puede, que es el clásico auto americano que usaban los agricultores, mecánicamente sencillo, y que con él ya ha ido de Arica a Cusco, de Temuco a Punta Arenas, y ha recorrido el altiplano chileno completo.
Hoy la carrera cambió algunos aspectos de la ruta original, pues en aquella primera versión de inicios del siglo XX pasaba por el Tíbet y Nepal. La competencia no la gana el que llegue primero, sino que considera quien tenga menos descuentos o penalizaciones, por navegación, orientación, regularidad, velocidad, etc.
Además hay cuatro categorías -según el año del auto-, y cada una también tiene un premio.
¿La expectativa realista para 2022?
"Nuestra meta es llegar, una carrera consciente y que nos penalicen lo menos posible y que, al final, logramos terminar", contestan.
Los bisnietos del príncipe Scipione Borghese que viven en ChileEl refrán que dice "el mundo es un pañuelo" cobra completa vida en este caso. Es que los bisnietos del príncipe Scipione Borghese, el ganador de la primera carrera de 1907, viven en Chile, pues el padre de estos hermanos -Adriano Hercolani Borghese, nieto de Scipione Borghese- migró en los años 50 y la familia se estableció en el sur de Chile.
Uno de estos bisnietos es Álvaro Hercolani Banchini, abogado del estudio Dalgalarrando y Cía. Otro es Antonio Hercolani, quien, dedicado a los negocios, pasa su tiempo entre Chile e Italia. Al teléfono contactado por "El Mercurio", cuenta que "tuvo la gran suerte" de que para la conmemoración de los 100 años de la carrera, en 2007, hubo una gran celebración en Italia, ocasión en la que los hermanos Hercolani fueron invitados a participar. Fue Antonio quien concurrió y participó junto a una tía -hermana de su padre-, y fue invitado a subirse al auto con el que el príncipe Borghese ganó aquella primera carrera, un Ítala que hoy está en el Museo del Automóvil de Torino.
Sobre aquella hazaña de principios del siglo XX, dice Antonio, "fue como ir a la Luna en la época", explicando que su bisabuelo tuvo siempre una vocación de explorador y aventurero, viajó mucho por Medio Oriente, y luego fue senador y diplomático.
En el circuito de la carrera había sido acompañado por un periodista, Luigi Barzini, quien despachaba por telégrafo al Corriere della Sera los avatares de la competencia. Luego, este profesional escribió un libro, "La mitad del mundo vista desde un automóvil", el que fue reeditado hace unos pocos años.
Antonio Hercolani cuenta que él y sus hermanos siguen la pasión por los fierros, aunque no han participado del certamen aún. Y da la casualidad de que Álvaro Hercolani se conoció en el colegio alemán de Temuco con Felipe Ledermann y luego coincidieron en el Club de Jeeperos de Chile.