El halo, de criticado a salvar vidas

La última muerte en la Fórmula Uno, la de Jules Bianchi en 2015, fue el detonante de la más reciente revolución en la seguridad de la máxima categoría del automovilismo mundial. Un golpe en la cabeza fue fatal para el francés. Y puso a la F-1 a trabajar para evitar que se repitieran casos como este.
En 2018 la FIA introdujo el halo, un arco de titanio de tres puntas capaz de soportar el peso de un autobús, suficiente para que cualquier impacto de otro vehículo o sus ruedas no resulte letal para el piloto.
Y lo agradeció el domingo Zhou Guanyu (Alfa Romeo), quien salió ileso luego que su monoplaza recorriera varios metros boca abajo hasta terminar contra las barreras de seguridad en la primera vuelta del Gran Premio Británico (10ª fecha de la F-1). "El halo me salvó", resumió el chino.
Como él, antes se beneficiaron Charles Leclerc (2018), Romain Grosjean (2020) y Lewis Hamilton (2021), cambiando la visión original sobre el artilugio. "No me gusta para nada. Tampoco estoy deseando conducir con él. Simplemente no pertenece a un coche de Fórmula Uno", decía Max Verstappen en 2017. "Yo no estaba a favor del halo hace algunos años, pero creo que es lo más grandioso que hemos traído a la F-1. Sin él, no podría estar hablando con ustedes ahora", comentó Grosjean tras su accidente.
Eliseo Salazar, único chileno que ha competido en la F-1, resume: "Sin lugar a dudas, es fundamental. Cuando se decía que estéticamente era feo, puede ser, pero es algo que no tiene comparación con el valor de una vida", indica.