Jueves, 14 de Noviembre de 2024

‘Sebastián es la gran prioridad, lo que pase conmigo no importa’: Juan Pablo Montoya

ColombiaEl Tiempo, Colombia 17 de julio de 2022

ANDRÉS FELIPE BALAGUERA SARMIENTO - REDACTOR DE DEPORTES EL TIEMPO @balagueraaa
A sus 46 años, Juan Pablo Montoya vive a toda velocidad

ANDRÉS FELIPE BALAGUERA SARMIENTO - REDACTOR DE DEPORTES EL TIEMPO @balagueraaa
A sus 46 años, Juan Pablo Montoya vive a toda velocidad. El piloto, que más de una década atrás logró 30 podios en la Fórmula 1, todavía hace de las suyas en las pistas estadounidenses. Sin embargo, la mayor parte de la adrenalina ahora viene por cuenta de Sebastián, su hijo. No es un secreto: la idea es que el heredero tenga una carrera igual o más exitosa que la suya. Y aunque Sebastián demuestre que tiene su propia voz, Juan Pablo sabe que el hacer el padre por su hijo es hacer por sí mismo, como decía Cervantes. Por eso, cada día, el papá, entrenador y confidente acelera a fondo, muy a fondo, para llegar a la meta. Con el tiempo, en los grandes circuitos, la bandera a cuadros le informará a Sebastián el sueño cumplido. Y en el pecho, el orgullo de padre se lo ratificará a Juan Pablo. Este año, los Montoya dieron un paso más en su camino con el apasionante reto de competir juntos. En marzo, durante las 12 Horas de Sebring, su primera carrera, un choque de otro auto les ahogó el grito de victoria cuando lideraban su categoría. En las 6 Horas de Glen, hace 15 días, el riesgo de tormenta en el final de la jornada les impidió coronar el primer puesto que llevaban en su clase a falta de 18 minutos. Experiencias que, lejos de diezmarlos, fortalecen la pulsión más profunda que comparten: ganar. Una mañana que toma a Juan Pablo en Europa es la ocasión propicia para que tome una bocanada en medio de su ajetreo diario. Sin embargo, un breve "hablemos de lo que ha pasado en los últimos días" lo lleva a mirar al techo, botar el aire y soltar una sonrisa. Después, comienza la charla. En adelante no se detiene. 18 minutos los separaron de la gloria en Glen… Síii. Corrimos con muy mala suerte. Nosotros habíamos quedado en que yo cerraba la carrera, pero con la bandera roja por la tormenta nos cambiaron el tiempo de manejo. La mayoría de gente cumplió, pero a nosotros nos quedaron faltando 30 segundos del turno de Sebastián. Entonces nos tocaba cambiar y arrancar cuando faltaban esos 18 minutos. Ya no había nada que hacer… Se reanudó la carrera y los penalizaron inmediatamente, ¿qué fue lo que pasó? Imagínese que el mecánico era nuevo, y nosotros estamos educados a que cuando cae el carro en pits lo prendemos de una. En mi última asistencia mecánica, cuando ya iba de salida, el man me hizo la seña de ‘hágale, hágale’ y yo, con la máquina encendida, pues arranqué. ¿Sabe qué me quería decir él? Que prendiera el carro. Alcancé a andar con un pedazo de manguera pegada y por eso nos castigaron. Y a Henrik Hedman, el otro compañero de ustedes, se le fue la llanta delantera izquierda en el primer turno… ¡Se reventó una tuerca nueva! ¿Cómo vio a Sebastián, que se hizo la vuelta más rápida del equipo? Sí. Eso fue muy bueno, pero la verdad eso es irrelevante para mí. Lo importante es el trabajo que él está haciendo, cómo va con el carro, cómo se mueve con autos de otra categoría y qué tal se comporta. Mire que íbamos parejos él y yo, pero me ganó el pulso: hizo la vuelta más rápida. Estaba manejando tan agresivo que uno pensaba: sí es el hijo de Juan Pablo… Para mí Sebas siempre ha sido agresivo. Por supuesto que Connie, la mamá, pelea por ese tema (risas), pero mire que ese día a ella le dio mal genio que por ejemplo lo penalizaran por un adelantamiento algo brusco. Lo que yo le digo es que hay que correr con las reglas. En Europa se puede correr así de ofensivo en las Fórmulas pequeñas, y por eso lo hizo. Pero aquí toca entender que las reglas son distintas. ¿Este año vendrán más carreras juntos? Ahorita me quedan dos carreras. Estoy con Henrik en Road America, que es a principios de agosto, y después viene Petite Le Mans, en Road Atlanta, que la idea es que esté Sebastián, ahí son 10 horas. Todavía no es oficial, pero ese es el plan con él. Mario Andretti, que se animó a correr a los 63 años, me decía que a usted le queda mucha gasolina… ¿lo siente así? Mire que yo no pienso en el retiro. En la casa se mira qué oportunidades van saliendo y ya. Ahorita hay algo muy claro y es que la gran prioridad es Sebastián, lo que pase conmigo no importa. La idea es contar con los patrocinios para que él siga escalando. Por ejemplo, una cosa muy buena de estar con Henrik es que a él le gusta mucho el pelado, así que nos ayuda con parte de suyo. Además, imagínese: Henrik me paga a mí por correr, que con eso cubrimos parte de lo de Sebastián, nos da la oportunidad de competir juntos y le da la experiencia. Lo que el pelado ha aprendido en estas carreras es impresionante. Ni en Sebring ni en Glen parecía un ‘pelado’... En esta última carrera Sebastián aprendió un montón. Él nunca había estado en un carro caliente y eso le dio muy, muy duro. Yo le decía que día: ‘Nos faltaban quince minutos tuyos y venía la lluvia… te hubieras quedado en el carro’. ‘Paaa, pero es que nadie me dijo’, me respondió primero. ‘Pero te preguntaron si podías seguir y dijiste que no’, le dije, y va y me sale con que ‘Es que no estaba… (Juan Pablo saca la lengua haciendo gestos de fatiga) tomando buenas decisiones’ (risas). Es que esto es bravo, no crea. Sebastián está por terminar

el colegio, ¿qué viene

para él? La idea es que entre a la universidad. Todo por internet, pero sí lo va a hacer. En la casa queremos que estudie ingeniería porque eso le va a ayudar mucho a futuro para las carreras. ¿Y qué dice? A él le gusta, le suena mucho la idea. Sebastián tiene ganas de entender cómo es que funcionan las cosas. Yo era muy bueno para las matemáticas y la física en el colegio, eso me ha ayudado porque yo entiendo cómo funcionan los carros. En esa carrera en Glen, por ejemplo, el ingeniero era yo. A mí me tocó decidir qué se ponía, cómo se hacía y en qué momento. El tema es que cuando uno hace eso, toda la responsabilidad es propia y la presión en la cabeza es una mamera. Si el carro va mal…, ¡a quién me le voy a quejar si soy yo el que lo está haciendo! (risas). ¡Ahí no hay dónde esconderse! Y en vez de esconderse, salió con Sebastián de la carrera a Mónaco y luego a Silverstone… Así es. Estuvimos en Mónaco porque nos metimos de embajadores de Unicoin, una criptomoneda que le da a usted dividendos y tiene respaldo de firmas consolidadas. Yo lo veo como una bola de nieve: entre más crezca la moneda, más crece la inversión. Sebastián también está metido en la colada Eso es algo fundamental. Poner a Sebastián Montoya como embajador de la moneda al lado de gente de perfil alto, como Steve Wozniak, el que era de Apple, por ejemplo, es tremendo. El estatus que le da a él, a sus 17 años, es increíble. Usted sabe que la imagen es lo que más importa en la actualidad. ¿Por qué cree que en Colombia muy pocos deportistas terminan con ahorros tras su retiro? Es que la mayoría de gente recibe el primer cheque y se quiere comprar un Mercedes, una casa grande... y pues chévere, pero así no se puede. Yo cometí varios errores en mi momento, no le miento, pero por suerte estuve y sigo estando bien asesorado. Yo le soy franco, si Sebastián no estuviera corriendo, nosotros viviríamos cómodos. No seríamos millonarios, pero viviríamos más tranquilos. Usted no deja de buscar formas para impulsar la carrera de Sebastián… Así es. Mire que algo interesante es que me ha tocado moverme mucho para conseguir los fondos de Sebastián. Hacer inversiones, vueltas que han funcionado muy bien -Juan Pablo hace una pausa y retoma-, espere toco madera, pero sí se han hecho gestiones que han abierto muchas puertas. ¿Qué dice el pelado de todo eso? Sebastián es muy consciente de la situación. Él está tan metido en el cuento que no hay cosa que le digamos que hay que hacer que no haga. Con Connie se la pusimos muy clara: ‘el día que tú no respondas, nosotros tampoco lo haremos’. Esto no es de chévere. El próximo año es casi millón y medio de dólares que vale correr Fórmula 3… imagínese estar haciendo esto pa’ que la pase bueno. Por supuesto que disfruta, pero la disciplina es la que permite que haya fondos y patrocinios. Usted se mueve por todo lado Toca... por ejemplo, el Ministerio del Deporte nos ha ayudado muchísimo, Claro nos ha aportado también bastante, y hay mucha gente que nos ayuda, vea usted al propio Henrik. Esto es de hacerle y hacerle. De correr sin descanso… Ese es el día a día.
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