Viernes, 26 de Abril de 2024

Carlos Corach y el pacto de Olivos: las negociaciones secretas y sospechas cruzadas que antecedieron el acuerdo

ArgentinaLa Nación, Argentina 7 de agosto de 2022

Carlos Corach y Carlos Menem, en Olivos, en agosto de 1999 "Mire

Carlos Corach y Carlos Menem, en Olivos, en agosto de 1999



"Mire. Acá está. Lo tenía preparado porque sabía que a usted le iba a interesar", dice Carlos Corach . Y acerca un cuadro que, pocos minutos antes del encuentro con LA NACION , colgaba en una de las paredes de su estudio en el centro porteño.



Es el pacto de Olivos , escrito en una vieja Olivetti por un oficial de la Policía Federal de la custodia; en ese entonces no había una computadora en la quinta de Olivos. Esas hojas mecanografiadas, hoy amarillentas y a las que les faltan puntos y comas, llevan las firmas de Carlos Menem y de Raúl Alfonsín . Corach no recuerda si Menem se lo ofreció o él se lo pidió, pero sí recuerda la decisión de enmarcar ese "documento histórico" que recibió, dedicado, de manos de quien fue su jefe durante más de 10 años: "Para Carlitos Corach, mi compañero, mi abrazo con afecto y admiración".



Esas hojas originales preservadas detrás del vidrio que consignan el Núcleo de Coincidencias Básicas, dice el exfuncionario de Menem, reflejan la madurez política de la dirigencia y dan origen a un hecho fundamental: la reforma constitucional de 1994.







La tapa de LA NACION del 15 de noviembre de 1993



Sentado de espaldas a un pequeño busto de Menem, una imagen de Perón y decenas de objetos que marcan una filiación política partidaria, el exsecretario general de la Presidencia y exministro del Interior desde 1989 hasta 1999, define y defiende la política como el arte del acuerdo.



"El tango se baila de a dos. Y los acuerdos son de a dos o más personas. No es un acto unilateral. La base de cualquier acuerdo, acá y en cualquier parte del mundo, es que las partes ceden mutuamente. Ceden porque estiman que pueden ganar. Es una cesión provisoria de expectativas. Pero deben tener, primero, la voluntad de acordar. Segundo, el coraje de apostar. Y tercero, la impresión de que van a ganar. La base del acuerdo es la expectativa de ceder para ganar. Nadie cede para perder. Y la esencia del acuerdo es que esa sensación tiene que ser compartida ", explica Corach.



"Discrepo absolutamente con quienes critican la palabra ‘acuerdo’ y lo relacionan con el ‘contubernio’. El yrigoyenismo contribuyó mucho a esta concepción de que el acuerdo era algo oscuro, sucio y bochornoso. El radicalismo tiene un apotegma absolutamente incompatible con las prácticas políticas modernas civilizadas: ‘Que se rompa pero que no se doble’. Y la política es doblarse, acordar. No es confrontar. Por supuesto que hay que tener en cuenta en qué época y en qué circunstancias históricas se dijo eso. El radicalismo contribuyó mucho a esa idea y después cambió. Ojo, yo fui radical y respeto mucho a la Unión Cívica Radical y su papel histórico", dice quien dio sus primeros pasos políticos en el partido fundado Leandro Alem.







Carlos Corach durante una conferencia de prensa después de una reunión de gabinete, el 18 de enero de 1996, en Olivos



También discrepa con quienes se han empecinado en calificar a las reuniones que se mantuvieron entre el oficialismo justicialista y el principal partido de la oposición, el radicalismo, como "reuniones clandestinas y secretas con objetivos espurios". "Me parece una injusticia", agrega.



De esas reuniones que comenzaron en 1993 y finalmente definieron el pacto de Olivos, participaron Luis Barrionuevo , una figura decisiva en todo el proceso, y Enrique "Coti" Nosiglia , por parte del radicalismo. Algunas de ellas tuvieron lugar en la casa del excanciller Dante Caputo , a pocos metros de la quinta de Olivos.



"Hay varias reuniones: una en Casa de Gobierno, otra en Olivos, en la casa de Caputo. Son los prolegómenos del acuerdo de Olivos. En esos acercamientos entre Alfonsín y Menem tiene un papel preponderante Barrionuevo. Yo no estaba. Después, Menem lo recibe a Alfonsín en la Casa de Gobierno, cuando ya se está por concretar el acuerdo. Yo estuve muchas veces con ellos dos. Menem tenía la firme intención de que fuera por consenso. Y los radicales temían que Menem impulsara en soledad la reforma de la Constitución e introdujera elementos conflictivos en el texto constitucional. Menem no iba a hacer eso nunca, pero en el radicalismo había ese temor . Entonces, ellos obturaron esa posibilidad acercándose".







Carlos Menem y Carlos Corach durante un desfile de la Policía en el Rosedal, el 8 de noviembre de 1996



El resultado de ese acuerdo entre el peronismo y el radicalismo, el pacto de Olivos, fue primicia del periodista Carlos Pagni en el diario Ámbito Financiero, el 7 de noviembre de 1993. Su título: "Hacer la historia a mate".



Reforma y reelección presidencial



Corach niega que la finalidad del pacto de Olivos haya sido la búsqueda de la reelección de Menem. "De hecho, dos meses después de la asunción de Menem, en 1989, se plantea la idea de una reforma constitucional. Cambia el gobierno y se instala el tema. Están las tapas de los diarios de ese momento. Y Alfonsín también había querido impulsar una reforma cuando creó, en 1987, el Consejo para la Consolidación de la Democracia. La gente cree que, de pronto, Menem dijo en 1993: ´Termino el período, quiero que me reelijan´. Era imposible pensar en una reelección en ese momento, en 1989″, dice. Eran meses de hiperinflación y saqueos en la Argentina.



"Al principio, Alfonsín no quería que nosotros hiciéramos la reforma. Y nosotros no quisimos que la hiciera él: la obstruimos, de alguna manera. Él quería hacerla a través del Consejo para la Consolidación de la Democracia. Y nosotros queríamos hacerla nosotros. ¿Qué es lo que lo mueve a Alfonsín a cambiar de actitud frente a la posibilidad de reforma? Íbamos a convocar a un plebiscito para que la sociedad se expidiera sobre la necesidad o no de hacerla. Y Alfonsín estaba seguro de que lo íbamos a ganar. La amenaza del plebiscito impactó sobre el radicalismo, porque además nosotros habíamos conseguido la aprobación del Senado a la reforma de la Constitución. Yo había negociado con el senador Leopoldo Bravo su voto, que era decisivo. El sanjuanino Bravo nos ayudó con el quórum del Senado y se aprobó con su voto. Después, cuando se hizo el acuerdo de Olivos, ya no fue necesario", explica.







Finalmente, Menem y Alfonsín acordaron la reducción del mandato presidencial, la atenuación del presidencialismo a través de la incorporación de la figura del "ministro coordinador" o jefe de gabinete, el sistema de elección directa por doble vuelta para el presidente y vicepresidente, el cambio en la designación y la remoción de jueces "ajeno a contingencias político partidarias", la elección directa "del intendente de la Capital", la eliminación del requisito confesional para ser Presidente, entre otras modificaciones.



Menem y Alfonsín



Corach rememora los inicios del tenso vínculo entre Alfonsín y Menem. " Al principio la relación entre ellos no era buena. Alfonsín tenía mucha prevención hacia Menem . Pero Menem no tuvo la culpa de ese final de Alfonsín y accedió a asumir el gobierno seis meses antes. Menem tenía muy buena predisposición hacia Alfonsín. Yo debo confesar que nunca lo escuché a Menem hablar mal de nadie. Nunca. Y he hablado mucho tiempo con él. Durante su presidencia, antes de la presidencia y después de la presidencia. Nunca lo oí dirigirse despectivamente a nadie o hablar mal de nadie".



"En un primer momento, Alfonsín tuvo una relación conflictiva con el gobierno y conmigo en particular. Eso cambió cuando empezamos a negociar el acuerdo de Olivos y la reforma de la Constitución. Y terminamos teniendo una gran relación con Alfonsín. Pero al principio su opinión sobre mí era negativa. Me atribuía algunas cosas que no había hecho o en las que no había tenido ninguna participación. Después eso cambió, a tal punto que Alfonsín me terminó considerando una figura indispensable para solucionar los problemas que se iban planteando. Yo funcionaba como un aval. Yo era un negociador duro, pero Alfonsín apreciaba en mí la consecuencia: cuando yo acordaba algo se cumplía . Quizás tardábamos en acordar, pero lo que se acordaba se cumplía".







Una tapa de la revista Humor con Chacho Álvarez y Carlos Corach que el exfuncionario de Carlos Menem conserva en su estudio



Y viene a su memoria una anécdota que refleja esa relación que, según revive hoy Corach con algo de orgullo, pasó del conflicto y la hostilidad a la confianza. "Menem inicia una gira por la India y Holanda y yo estaba en la comitiva. En esos días estábamos negociando el tema de las consecuencias del acuerdo de Olivos que desemboca en la reforma de la Constitución. Era un viaje fascinante y yo ya había mandado mi valija a Ezeiza temprano. Más tarde, me subo al auto que me está llevando al aeropuerto y me llama Menem. Me dice: ‘Carlitos, me acaba de hablar Alfonsín. Quiere que vos te quedes porque sos el único en quien confía para llevar a buen término las conversaciones para la reforma de la Constitución’. Por una parte, era una enorme responsabilidad y un enorme halago. Y por otra parte, una enorme desilusión porque estaba muy entusiasmado con el viaje. Después me llamó Alfonsín, me pidió disculpas: ´Yo lo hago porque confío en usted´. Hubo que sacar la valija del avión".







La foto del pacto de Olivos: el 14 de noviembre de 1993. Raúl Alfonsín se saluda con Carlos Menem. Detrás, Eduardo Menem, Carlos Ruckauf y Eduardo Duhalde



Después del pacto de Olivos, Alfonsín sufrió un deterioro profundo en su imagen personal. Y una merma importante en el caudal de votos de su partido. "Alfonsín era un hombre de una extraordinaria valentía política. Cuando él tomaba una resolución no medía el costo personal-político. Porque él sabía que la reforma de la Constitución, en las condiciones que él accedió a hacerla, tuvo un costo político y personal muy grande para él".



"¿Qué bastaba para que se cumpliera el acuerdo? La palabra de Alfonsín y Menem. Alfonsín sabía que Menem iba a cumplir porque las características de Menem eran esas. Y Menem sabía que la palabra de Alfonsín valía. Menem tenía un gran respeto por Alfonsín".



Ahora, con la perspectiva que da el paso del tiempo, Corach reconstruye el clima posterior a las largas conversaciones y negociaciones que culminaron en el pacto de Olivos. "La sensación era de una gran tranquilidad y de una gran satisfacción. Creíamos y creemos que habíamos alcanzado un punto inédito en la historia argentina. Era la primera vez en la historia que una Constitución se iba a terminar sancionando por consenso. Hasta ese momento cada reforma había estado sujeta a las relaciones de fuerza del momento histórico. La Constitución de 1853 fue consecuencia de la derrota de [Juan Manuel de] Rosas en Caseros; la de 1860 fue en el contexto de la guerra entre la Confederación Argentina y Buenos Aires; la de 1949 fue una imposición del peronismo; la de 1957 fue una imposición de los militares", enumera.



"La reforma de 1994 fue acotada por el compromiso del radicalismo y del justicialismo de respetar el núcleo básico de coincidencias. El Frente Grande y las otras fuerzas políticas votaban lo que querían. Alfonsín se instala en Santa Fe. La comisión redactora era bastante grande y estaban dos personas que eran muy amigas en ese momento: la señora [Elisa] Carrió y la señora Cristina [Fernández de Kirchner]. . Eran íntimas. Eran dos mujeres preparadas, sabían de lo que hablaban. Pero usaban excesivamente su oratoria, digamos".



Además de ser uno de los convencionales constituyentes, Corach fue presidente de la Comisión Redactora de la Convención Constituyente de 1994.



"Si usted me pregunta si hay cosas malas que yo encuentre en la reforma, no las encuentro. Si usted me pregunta si hay cosas que no se implementaron, hay. Por ejemplo, no se implementó bien o no se implementó en toda su magnitud el Consejo de la Magistratura . No tiene un funcionamiento como el que habíamos previsto la designación y remoción de los jueces. Pero también hay que tener en cuenta que hay aspectos de la Constitución de 1853 que todavía no se han instrumentado y estamos hablando de una Constitución que tiene más de 170 años".







El texto del Pacto de Olivos, dedicado por Carlos Menem a Carlos Corach



"Uno de los aspectos de la reforma del 94 que no cumplió las expectativas de quienes la promovieron es la disminución del poder presidencial. La creación de la figura del jefe de gabinete no tuvo las consecuencias que muchos preveían, que era atenuar el poder del presidente. Creo que la única manera de darle una jerarquía que disminuyera el poder presidencial era hacerlo responsable ante el Parlamento y designado por el Parlamento. Si hubiéramos logrado tener jefes de gabinete con responsabilidad parlamentaria, los gobiernos de la Argentina hubieran sido distintos. El jefe de gabinete terminó siendo un ministro más que está a tiro de decreto, con lo cual no tiene ningún poder especial. Así que esa es una de las grandes frustraciones . A la luz de las cosas, creo que deberíamos haber mantenido el Colegio Electoral como un ámbito de negociación interesante, sobre todo en los procesos electorales argentinos, donde hay mucha confrontación".



El jefe



"Exotismo", dice Corach cuando se le pide una impresión sobre la primera vez que vio a Carlos Menem . Lo conoció fugazmente cuando era gobernador de La Rioja. Después lo vio cuando Menem salió de la cárcel Las Lomitas. Luego su vínculo se profundizó: Corach era apoderado de Antonio Cafiero en la interna de 1988 en la que finalmente, y para sorpresa de los propios peronistas, triunfó Menem.



"Era un hombre de patillas tipo Facundo Quiroga. Su modelo era Quiroga. Tenía una manera bizarra de vestirse: pantalones blancos, zapatos blancos. Y siempre creyó que iba a ser Presidente. Me acuerdo que la oposición había llenado de carteles poniéndolo a Menem junto con los líderes internacionales que gobernaban en el mundo, diciendo: ´¿Usted se lo imagina?´. Como diciendo: ‘¿A este melenudo se lo imagina entre ellos?’. Se lo tuvieron que imaginar y ver. Tuvieron que constatarlo."



"Le cuento una anécdota: en 1982-1983 yo era ayudante del escribano Deolindo Bittel. Un día llama Zulema y le dice a Bittel: ‘¿Por qué no lo llevan de candidato a Presidente a Carlos?’. Estamos hablando del 82. Y lo que es muy interesante es que después, en la interna Menem-Cafiero del 88, en la que el 90% del peronismo creía que ganaba Cafiero, el propio Cafiero por medio de Eduardo Menem le ofrece la vicepresidencia a Menem. Y la contestación de Menem fue negativa: ´Yo voy a ser Presidente o no soy nada´. Ese era Menem. Tenía una gran seguridad en sí mismo. Esa enorme confianza en sí mismo es lo que le permitió gobernar con la seguridad con la que gobernó. Menem sabía que él era el jefe. Entonces podía convocar a ministros que supieran más que él porque el jefe era él ".







Carlos Menem y Carlos Corach, en la inauguración de la Feria de las Naciones de 1998



Corach recuerda a Menem como alguien "naturalmente era propenso al diálogo y al consenso", y dice que nunca fue partidario de la confrontación, ni en los peores momentos. "En lo único que fue inflexible fue en los levantamientos militares. Había que convencer, seducir o convivir. No confrontar. Menem siempre buscaba el atajo del consenso para todo. Menem era de naturaleza seductora, carismáticamente hablando. Era muy difícil que alguien se entrevistara con Menem y saliera con los mismos prejuicios con los que había entrado. Menem seducía por su personalidad, por su carisma y porque se interesaba en seducir".



Corach cuestiona dos decisiones de su jefe. "Hay dos situaciones en la que no lo vi a la altura. Cuando buscó la re-reelección, que era política, jurídica y constitucionalmente imposible, y no haberse presentado en el balotaje, aún sabiendo que iba a perder las elecciones con [Néstor] Kirchner, en 2003. En las elecciones democráticas hay que jugar. A veces se pierde y a veces se gana."



En los pasillos del estudio de Corach se exhiben caricaturas, ilustraciones y portadas de diarios y revistas que lo tienen como protagonista. Los dibujos de Hermegildo Sábat conviven con las tapas de la revista Humor de Andrés Cascioli, la revista Noticias y las ilustraciones de Nik, Caloi, Paz y Rudy.



El vocero entrenado, el espadachín del menemismo en las conferencias de prensa matinales, el arquero que atajaba todas las preguntas del periodismo e instalaba la agenda mediática que le convenía al gobierno de Menem, disfruta de esa galería de imágenes que lo satirizan. Recrea para LA NACION el momento en el que se publicó cada una de ellas y la década del noventa, con todos sus claroscuros, pasa como un ramalazo.



"Seguí viendo a Menem prácticamente hasta que falleció", dice antes de despedirse. "Era un hombre muy hospitalario. La última vez que estuve con él no era el de siempre. Lo acompañé en una entrevista que dio para una serie de Amazon. Lo entrevistó [Luis] Novaresio. Esta entrevista se hizo poco tiempo antes de que Menem muriera. Pero estaba muy bien y muy lúcido. Reconozco en Menem su condición de líder. Y tuve por él un gran respeto personal."



Corach, ayer y hoy







Retirado de la política, Carlos Corach ejerce la abogacía



Carlos Vladimiro Corach (1935) es abogado, egresado de la Universidad de Buenos Aires. Fue profesor de Derecho Constitucional Argentino y Comparado y fue academic visitor en el St. Anthony’s College de la Universidad de Oxford (2002-2005).



Aunque sus inicios en la vida política lo ubican en el radicalismo, fue en el justicialismo donde desarrolló una carrera política. Fue apoderado del Partido Justicialista (1976-1988 y 2002); secretario Legal y Técnico de la Presidencia y ministro del Interior durante los mandatos de Menem.



También fue convencional constituyente y presidente de la Comisión Redactora de la Convención Nacional Constituyente de 1994, y senador por la Ciudad Autónoma de Buenos Aires (2000-2001).



Retirado de la política partidaria, sigue ejerciendo como abogado.
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