Sábado, 21 de Diciembre de 2024

La cruzada de un arquitecto chileno por reconstruir una devastada ciudad ucraniana

ChileEl Mercurio, Chile 15 de agosto de 2022

Cristián Wittig estuvo en junio en la zona y es el único latinoamericano de un equipo internacional de profesionales que trabajará para levantarla de las ruinas. Hoy busca recaudar fondos para desarrollar cuatro proyectos que le fueron encargados.

Más de cinco meses han pasado desde que se inició la invasión de Rusia a Ucrania, a fines de febrero, que ha cobrado miles de vidas de civiles y militares. Y aunque la guerra aún no termina, los planes de reconstrucción ya se están ideando.
De hecho, en un esfuerzo por iniciar la recuperación, autoridades de la ciudad de Irpin, que está a 21 kilómetros de la capital Kiev y que tenía cerca de 70 mil habitantes antes del conflicto, trabajan de la mano con un arquitecto chileno, que hoy enfrenta la difícil labor de trazar cuatro proyectos urbanos.
"Me tocó hacer un par de consultorías a la Cepal, y todos esos trabajos quedan dentro de una bolsa de consultores, que es el UN Global Marketplace, y siempre están llegando invitaciones para licitar estudios y análisis en ciudades que están muy complicadas, como Cisjordania o Alepo. Si se daba la oportunidad de viajar a la zona, o si tenía que hacerlo como parte de la consultoría, siempre había dicho que no", reconoce Cristián Wittig Grell (50), arquitecto de la U. Católica.
"Pero pasa lo del 6 de marzo, cuando las tropas rusas invaden Irpin, que es una de las ciudades que son puntos de resistencia para detener el avance del ejército ruso, y que no tomaran la capital y no cayera el gobierno. Resultó absolutamente destruida. Ese día fue la matanza de Irpin y Bucha, que fue tremenda: mataron a 279 personas en esa mañana. Cuando salieron esas imágenes quedé profundamente impactado", confiesa.
Cuenta que a los pocos días, una concejala de Bucha (parte de Irpin), Iryna Yarmolenko, lo contactó para invitarlo a formar parte de un equipo de consultores internacionales, proyectando la pronta desocupación de las tropas rusas del territorio y el crudo invierno que se aproximaba. Wittig aceptó y comenzaron las reuniones de trabajo online , "con profesionales de todas partes del mundo".
Más adelante, lo invitaron a conocer Irpin. "La Fundación La Fuente me apoyó, al igual que el equipo de pastoral del colegio Sagrados Corazones de Manquehue, y un par de personas particulares", señala.
Fueron aproximadamente 42 horas de viaje, que se iniciaron con el despegue desde Santiago (Chile) hasta Madrid (España). La travesía continuó en otro avión en Berlín (Alemania), cuyo destino era Varsovia (Polonia). Desde ahí, tomó un tren a Kiev.
"Era como de otra época, de la era soviética", dice Wittig, y acota que incluso "le hacían cambio de trochas durante tres horas y media, en la noche; levantaban los vagones con la gente adentro".
"El tren iba repleto de familias ucranianas", sostiene. Ese periplo duró 23 horas, con 37 °C en el día. "En el camino uno va viendo la destrucción gigantesca. Nunca había visto algo así. Son miedos que no tenemos en el ADN, el miedo al ensañamiento, a esa destrucción", relata.
"Irpin es una ciudad casi como de vacaciones de Kiev. Muchísimo bosque, mucho lago, laguna, río, mucha pesca", describe. "Esta ciudad bellísima, que es un lugar donde se va a descansar, estaba arrasada completamente. Ellos tienen un sentimiento de la ciudad heroica que resistió y que no dejó pasar, pero a un precio altísimo".
Desde ahí, el 17 de junio, empezó el trabajo como tal. "Me pasaban a buscar a las 7:15 horas a una especie de pensión que se había salvado de la destrucción, donde llevaban a toda la gente internacional que llegaba para allá", detalla, "y terminábamos de trabajar a las 12 de la noche, todo lo que podíamos, porque no sabíamos si íbamos a poder trabajar al otro día".
Al arquitecto chileno se le encargó oficialmente desarrollar cuatro proyectos: la reconstrucción y remodelación de la biblioteca pública; la construcción de una biblioteca y centro cultural para la sociedad de escritores y poetas de la ciudad; la creación de un plan de desarrollo estratégico y concretar un memorial para las víctimas de Irpin.
Actualmente, ya en Chile, Wittig busca financiamiento para concretar las iniciativas. Comenta que esto se debe entregar "a las autoridades de Irpin y a la comunidad, y construir un canal para que los aportes chilenos puedan construir estos cuatro proyectos".
"Al llegar me puse a pedir ayuda, a llamar a empresas, para armar todo este canal. Ahí entran Pedro Íñiguez y José Güell, de una empresa llamada Kamaleont, que ofrecen ayudarme a construir una plataforma para hacer efectivas las donaciones de las empresas chilenas, para que efectivamente lleguen a ser construidos los proyectos", por lo que crearon cuentas corrientes específicas para cada plan.
"Necesitamos este primer financiamiento para el desarrollo de estos cuatro proyectos en términos de arquitectura, que son más o menos UF 6 mil en total, para el desarrollo de planimetría, de los documentos técnicos, etcétera", detalla.
Agrega que otros profesionales del mundo también han tomado esta tarea. "En Italia hay un arquitecto muy importante que se llama Stefano Boeri, que es otro de los embajadores para el desarrollo de Irpin", ejemplifica. Wittig es el único latinoamericano.
Para conseguir información sobre cómo ayudar, el arquitecto detalla que se puede escribir a pedro@kamaleont.io o a jguell@kamaleont.io.
''La destrucción (era) gigantesca, yo nunca había visto algo así. Son miedos que no tenemos en el ADN, el miedo al ensañamiento, a esa destrucción".
CRISTIÁN WITTIG ARQUITECTO
La Nación Argentina O Globo Brasil El Mercurio Chile
El Tiempo Colombia La Nación Costa Rica La Prensa Gráfica El Salvador
El Universal México El Comercio Perú El Nuevo Dia Puerto Rico
Listin Diario República
Dominicana
El País Uruguay El Nacional Venezuela