Tierra mitogénica

El mito no tiene relación estricta con la verdad objetiva. Por esta razón suele usarse esta palabra con sentido peyorativo y, así, cuando hablamos de un mito urbano queremos decir que no tiene ninguna relación con la verdad.
Sobre el origen de los mitos se han escrito enciclopedias completas, pero yo creo que la exageración es el primer paso en la construcción de muchos de ellos. Latinoamérica, en ese sentido, es una tierra mitogénica. Aquí se exagera con asombrosa facilidad, y una vez que comienza a repetirse la exageración, esta adquiere algunos de los rasgos del mito. Basta un fin de semana para comprobarlo leyendo las cartas al diario. Todo se magnifica. Para un lector, volver al sistema binominal para disminuir el número de partidos sería terminar con la democracia. Suponemos que el sistema uninominal sería ya su asesinato, aunque la cuna de la democracia moderna se funda en dicho sistema. Para otro lector, de altos pergaminos, la acción de la humanidad se encamina a transformar nuestro planeta en otro Marte. Es decir, terminaríamos con el agua y con toda la vida animal, vegetal y microscópica en pocos años.
Pero el más respetado de los mitos es el mito originario, el que explica de dónde viene un pueblo o un clan. Otro lector se encarga de exagerar para crear una narración asombrosa del origen de la mafia. La sitúa en la antigua Roma, pero pasa después de varios siglos a Sicilia con Federico II, Emperador del Sacro Imperio Romano, llamado Stupor Mundi por su erudición y sabiduría. Ha sido considerado un precursor del hombre renacentista, pero en el nuevo mito se le tiene por fundador de la mafia siciliana.
Pero ya está dicho, los mitos no guardan relación con la verdad.