¿Qué queda del programa de Apruebo Dignidad?
Si un año atrás se les hubiese descrito a los líderes de Apruebo Dignidad la debilitada situación política que estarían enfrentando hoy, en el primer aniversario de su gobierno; los giros que han hecho, contradiciéndose casi a diario con lo que antes declaraban con impostada voz, dejando entrever una supuesta superioridad moral; la contundente derrota política en el plebiscito y el estrepitoso fracaso de su reforma tributaria, que se buscó imponer sin un auténtico diálogo con la oposición y que ni siquiera tuvo el voto unánime de sus partidarios para aprobar la idea de legislar; que quienes lideran las principales carteras ministeriales de gobierno -Interior, Cancillería, Hacienda, Segpres- son figuras pertenecientes a los vilipendiados 30 años y, en cambio, líderes del Frente Amplio, como Giorgio Jackson, desempeñan hoy un papel irrelevante y se los mantiene en el cargo pese a su altísima desaprobación, solo por su cercanía al Presidente, entre otras muchas circunstancias vividas en este período, difícilmente podrían creerlo y pensarían que un escenario como ese sería imposible
Si un año atrás se les hubiese descrito a los líderes de Apruebo Dignidad la debilitada situación política que estarían enfrentando hoy, en el primer aniversario de su gobierno; los giros que han hecho, contradiciéndose casi a diario con lo que antes declaraban con impostada voz, dejando entrever una supuesta superioridad moral; la contundente derrota política en el plebiscito y el estrepitoso fracaso de su reforma tributaria, que se buscó imponer sin un auténtico diálogo con la oposición y que ni siquiera tuvo el voto unánime de sus partidarios para aprobar la idea de legislar; que quienes lideran las principales carteras ministeriales de gobierno -Interior, Cancillería, Hacienda, Segpres- son figuras pertenecientes a los vilipendiados 30 años y, en cambio, líderes del Frente Amplio, como Giorgio Jackson, desempeñan hoy un papel irrelevante y se los mantiene en el cargo pese a su altísima desaprobación, solo por su cercanía al Presidente, entre otras muchas circunstancias vividas en este período, difícilmente podrían creerlo y pensarían que un escenario como ese sería imposible.
Y es que el proyecto político que llevó a Gabriel Boric a La Moneda está deshecho. Demostró ser inviable. Podía servir para acceder al poder, pero no era posible gobernar con sus propuestas. En un año quedaron atrás muchos de sus tópicos y sus demandas más afiebradas: las que unos jóvenes exdirigentes estudiantiles pensaban se materializarían inexorablemente por el solo hecho de desearlas, desconociendo las complejidades de los problemas, la escasez de los recursos y las dificultades para fortalecer las causas del bienestar de la población.
Las frases del Partido Comunista de que iban a ser una especie de guardianes del programa sacan a muchos ahora sonrisas. Parece quedar solo espacio para la retórica revolucionaria o identitaria en algunas conmemoraciones o programas específicos; gestos puntuales a sus bases más duras, como los controvertidos indultos, y un firme propósito de mantener las mayores cuotas de poder posible, quizás a la espera de un cambio en la correlación de fuerzas. Algo de esto último se puede desprender de las palabras del viernes del Presidente, al justificar en parte el ajuste de gabinete porque están "pensando más allá de un solo período presidencial, porque nos necesitamos juntos, unidos y necesitamos ampliar nuestra base de apoyo".
Por otra parte, en otras expresiones del Presidente Boric en esa ceremonia, hay también un duro reconocimiento a los diversos problemas de gestión que se han evidenciado. Así, los nuevos nombres en los cargos los justifica también por la necesidad de "mejorar nuestra capacidad de respuesta y mejorar la gestión ante las urgencias de nuestra patria y sus ciudadanos". Una crítica que muchos entienden va dirigida principalmente a integrantes o simpatizantes del Frente Amplio, cuyas autoridades han concentrado gran parte de las críticas.
Responsabilidad del Socialismo DemocráticoEstando en poder del Socialismo Democrático las principales carteras gubernamentales, contando con una mayor capacidad técnica y experiencia en el manejo del aparato del Estado, tienen una responsabilidad ineludible en los resultados de este Gobierno. No pueden excusarse ahora frente al contenido de propuestas que no comparten, a errores que se produzcan por falta de gestión de otros o los énfasis que se hagan, pues tienen en sus manos el poder para hacer o persuadir de que se hagan los cambios. De lo contrario, el costo político que sufrirán será enorme, ya que difícilmente podrán plantearse ante la opinión pública como una alternativa.
Hace ya varios meses que la gestión en materia de seguridad recae en el Socialismo Democrático y, además del giro que se ha producido al adoptar una serie de decisiones que antes el gobierno de Apruebo Dignidad criticaba, deben exhibir resultados concretos que hasta ahora no se han percibido. Lo mismo en materia económica, donde un manejo responsable del gasto público no es suficiente. Debe estar acompañado de una apuesta creíble por el crecimiento y la rectificación de sus principales reformas, particularmente la tributaria y la de pensiones. Una real apertura para alcanzar acuerdos con la oposición resulta indispensable.
La experiencia de lo ocurrido con el nuevo proceso constitucional es una muestra de que existe espacio para avanzar en consensos, pero naturalmente la primera responsabilidad la tiene el Gobierno. Exabruptos como los del ministro de Hacienda esta semana, buscando sacar pequeñas ventajas políticas acusando a la oposición, en nada ayudan a este clima de diálogo.
Especial preocupación plantea la situación en que queda educación, en que por causas que tienen poco que ver con la gestión, se optó finalmente por no hacer cambios. Existe un diagnóstico transversal acerca de la aguda crisis que afecta al sector, pero, sorprendentemente, en un gobierno que surge desde el movimiento estudiantil, el tema parece no estar entre sus prioridades y tampoco se ofrece una política clara. Es urgente que se produzca también aquí un giro.