Sábado, 27 de Julio de 2024

Cobresal salvó su debut internacional con un penal agónico

ChileEl Mercurio, Chile 3 de abril de 2024

Cobresal era una lágrima, porque se hundía en su debut internacional con un penal inútil, tras un salto destemplado de Franco Bechtholdt, quien metió el brazo izquierdo en un brinco e impactó el balón

Cobresal era una lágrima, porque se hundía en su debut internacional con un penal inútil, tras un salto destemplado de Franco Bechtholdt, quien metió el brazo izquierdo en un brinco e impactó el balón. El VAR, con jueces peruanos en la silla, delató desliz y la pena máxima. El atacante Francisco Fydriszewski, quien hace un lustro defendió a Antofagasta, le pegó fuerte, como se patea en la Copa Libertadores, y pareció sentenciar la jornada en Calama.
Pero este torneo guarda trampas. Siempre. El propio Fydriszewski, ya en tiempo agregado, metió una mano burda en área propia para detener un cabezazo de Leandro Navarro. Y vino el penal de vuelta. Leonardo Valencia pateó con el alma -y con técnica- y rescató el 1-1 agónico para un equipo que llegó atragantado del torneo doméstico.
Cobresal evitó morir en su debut. Jugó un primer tiempo trabajado con esmero y cuidado, porque tomó nota de la dimensión del desafío y de su propio momento futbolístico: lúgubre y castigador.
El equipo de Gustavo Huerta tuvo como prioridad cuidar el rancho y no perder el orden en el retroceso, con muchas piernas cerca del portero Leandro Requena. Y no se salió del libreto: en el primer tiempo no remató al arco. Barcelona, un equipo liviano en la transición, empezó profundo con Janner Corozo por la derecha (demoró el debutante Rodrigo Sandoval en tomarle la mano) y avanzó a través del imaginativo Joao Rojas, mientras Fydriszewski iba a todas.
En eso estaba la historia hasta la imprudencia de Bechtholdt.
Entonces, Cobresal debió sacarse la máscara. Ingresó Valencia y también más atacantes: Julio Castro, Franco Lobos, Felipe Barrientos... Empezó a asociarse el anfitrión y asomó la cuota de rebeldía para torcer la suerte. El elenco torero, dirigido por el uruguayo Diego López (ex Universidad de Chile), se metió en la sintonía que mejor le acomoda: esperar y salir rápido, pero se cansó Rojas y fue perdiendo fluidez. Una chance clara de Franco García, que elevó su disparo tras centro de César Munder y no mucho más que un barullo de aproximaciones espesas.
El premio estaba al final: llegó la nueva mano en el área ecuatoriana y, lo dicho, el zapatazo de Valencia que valió una vida y una finta al tormento. Esperanza color de cobre.
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