Sábado, 04 de Mayo de 2024

La crisis de la educación

ColombiaEl Tiempo, Colombia 24 de abril de 2024


Miguel Gómez Martínez
En medio de tantas dificultades como la inseguridad, la crisis de la salud o la tensión geopolítica internacional, la educación ha perdido espacio en los medios


Miguel Gómez Martínez
En medio de tantas dificultades como la inseguridad, la crisis de la salud o la tensión geopolítica internacional, la educación ha perdido espacio en los medios. Pero este sector, determinante para el futuro del planeta, se encuentra en crisis en todos los países del mundo, incluido el nuestro. Hay factores estructurales dentro de los cuales el más importante es la caída de la natalidad. Desde hace cincuenta años en los países avanzados y algo más de dos décadas en los que están en un nivel medio de desarrollo, se observa un descenso constante en el número anual de nacimientos. La pandemia aceleró esta tendencia que parece, por el momento, irreversible. Los colegios en Colombia tienen dificultades para llenar los cupos que tienen disponibles y enfrentan una dura competencia por atraer nuevos estudiantes. Las universidades sienten también, desde hace pocos años, el efecto de esta tendencia demográfica. Competir con calidad es un reflejo positivo del sector educativo. Pero la calidad en la educación es costosa, en recursos y personal, y las familias no pueden pagar las matrículas correspondientes lo que explica una parte importante de deserción universitaria. Otro desafío estructural es la pérdida de valor del conocimiento teórico en favor de la competencia práctica. La tecnología abre espacios donde, con pocos meses de formación y procesos de certificación, se puede aspirar a desempeñarse en ciertas ocupaciones que ofrecen remuneración y flexibilidad laboral. Muchos jóvenes concluyen entonces que las carreras universitarias son demasiado largas y no garantizan empleabilidad. Y están los "ninis", 2,8 millones de jóvenes colombianos que ni estudian ni trabajan. Ellos aprovechan cualquier oportunidad que les provea un ingreso temporal y les permita unos consumos para luego volver a entrar en una forma de letargo de actividad. Ninguna sociedad entiende hoy a cabalidad la mente de estos jóvenes para quienes sus puntos de referencia están en las redes sociales y cuyos proyectos de vida rompen con el modelo tradicional. Lo cierto es que la Universidad, creada en la Edad Media para proteger y transmitir el conocimiento, enfrenta el desafío mayor de parecer hoy obsoleta. Las carreras tradicionales son las más afectadas porque parecen las menos apropiadas para los tiempos modernos. Muchos jóvenes incluso creen que la vertiginosa dinámica de la inteligencia artificial hará innecesario dominar conceptos teóricos que son la base de la formación y, es posible que puedan tener razón. Estos cuestionamientos son mundiales. Con algo de desesperación, las universidades intentan dotarse de una nueva piel, pero enfrentan la resistencia de quienes, desde la academia, se resisten a aceptar que una universidad sin estudiantes no tiene razón de ser. Resulta irónico que el entorno universitario, que debería estar abierto al cambio, resulta ser en muchos aspectos refractario a la innovación. La universidad no puede seguir siendo la misma porque entonces su declive será inexorable.
Decano de Economía Universidad del Rosario migomahu@gmail.com
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