Clark y el estadio propio: "La U está cómoda en Nuñoa"

"Lo mejor es trabajar en silencio, con la boca cerrada y comentar cuando haya que comentar", repite Michael Clark, presidente de Azul Azul, cada vez que le preguntan por el presunto estadio propio.
Lo mismo les dijo a los accionistas minoritarios, quejumbrosos por la nula información, en la junta celebrada ayer en el Centro Deportivo Azul.
El estadio es un tema "sensible", "prioritario", que "pasó de ser algo deseado a ser algo básico para asegurar la continuidad operacional", añade Clark, pero que tiene muchas complejidades. "Son proyectos de gran envergadura. Involucran a la comunidad, sacar permisos, conseguir terrenos. Uno puede pensar que está cerca y se cae, como ya ha pasado".
En Azul Azul no ven que el tema decante en el corto plazo. Con suerte proyecta hablar de "avances serios" recién para la junta de 2025.
Mientras, lo de siempre. "La U se siente muy cómoda en Ñuñoa, un estadio con cuatro accesos, Metro en la puerta y vías importantes, aunque es cada vez es más difícil hacer partidos ahí porque, por ser público, mucha gente quiere ocuparlo".
Levantar un estadio es caro. Jugar en el Nacional, en contrapartida, es hasta barato. Por un partido con 35 mil personas, Azul Azul paga al IND unos $48 millones entre arriendo y ticketing. Un concierto de Luis Miguel, en cambio, dejó $300 millones al fisco.