"¿Ganar o servir?": Juegos adolescentes en trajes de época

Canal 13 hizo una buena jugada al hacer empalmar el final de "Tierra brava" con el comienzo de "¿Ganar o servir?". Así, pudo mantener la audiencia del horario estelar que durante tanto tiempo le fue esquiva. En sus dos semanas de emisión, el nuevo reality show obtuvo un promedio de 12,6 puntos de rating y cada noche disputa, palmo a palmo, el primer lugar con la teleserie de Mega "Como la vida misma".
Este nuevo reality , una producción de Canal 13 y CookingMedia, sigue la línea de otros teleencierros de la estación, como "Mundos opuestos", que resaltan las diferencias en la calidad de vida de dos grupos: los favorecidos, que intentan mantener sus privilegios y comodidades, y los carenciados, que luchan por ingresar al otro elenco. En este caso, se trata de los patrones y los sirvientes.
"¿Ganar o servir?" se graba en la misma locación peruana que por seis meses albergó a "Tierra brava", pero esta vez, en lugar de animales de granja, hay una cuidada ambientación de época. A los conductores Karla Constant y Sergio Lagos se les sumó Amanda del Villar (la actriz Orietta Grendi), mezcla de institutriz y ama de llaves, quien ya había aparecido en realities de antaño, como "1810" y "Granjeras".
Pero más allá de esas particularidades, la producción conserva las mismas dinámicas de los realities de este canal: figuras con trayectoria en el género, que se enfrentan a competencias físicas y que están gran parte de la jornada conversando nimiedades, coqueteando o participando de las dinámicas grupales que les proponen los animadores u otros personajes.
Se ha congregado aquí a figuras con un vasto historial en este tipo de programas, como Coca Mendoza, Pangal Andrade, Gonzalo Egas, Gala Caldirola y Oriana Marzoli. Sin embargo, sus temperamentos parecen haberse aplacado con el tiempo, pues ahora se muestran bastante más civilizados y menos conflictivos que antes, lo cual no deja de ser un alivio, sobre todo en el caso de la española Marzoli, cuya sobreactuación era muy irritante.
Oriana Marzoli ha cedido el paso a otra figura que pone la nota alta: la periodista Mariela Sotomayor. Sus compañeros del grupo de los sirvientes le cobran a Sotomayor haber estado en el periodismo de farándula y haberse inmiscuido en sus vidas. Y ella, a su vez, les enrostra que ellos no serían nada sin el periodismo de farándula. Estas acusaciones mutuas toman la forma de gritos e insultos en la interacción con la ex Miss Chile Camila Recabarren, lo cual no es agradable de presenciar.
Hasta ahora, no ha sido la diferencia de roles lo que ha provocado mayormente los conflictos. Salvo excepciones, los sirvientes han estado asumidos en su papel y los patrones no han abusado en forma notoria de su condición.
Tampoco los ropajes ni la ambientación de época han marcado un sello o una particular forma de vida. Todo ello es más bien cosmético y no interfiere en la cotidianidad. Claramente, no es retroceder en 200 años, como afirma una frase promocional del programa.
Las dinámicas son las mismas de anteriores realities : la producción propone juegos que explotan la sensualidad, como una reciente competencia de parejas en la que los participantes debían encarnar a Adán y Eva, con las hojitas de parra y la manzana incluidas, o un baile de cabaret interpretado por las "sirvientas". También se promueven conversaciones que propician los coqueteos y los pequeños conflictos de la convivencia. En suma, un reality que ha logrado convocar audiencia, pero que hasta ahora no sorprende.