Lunes, 20 de Mayo de 2024

Generación térmica

ColombiaEl Tiempo, Colombia 8 de mayo de 2024


Emilio Sardi
En recientes columnas vaticiné que en un par de años Colombia reconocería la urgencia de ampliar seria y rápidamente su capacidad de generación con plantas termoeléctricas, pero no hubo que esperar tanto


Emilio Sardi
En recientes columnas vaticiné que en un par de años Colombia reconocería la urgencia de ampliar seria y rápidamente su capacidad de generación con plantas termoeléctricas, pero no hubo que esperar tanto. Bastó un veranito para que el país entero entendiera que la generación térmica es esencial para el abastecimiento eléctrico de Colombia, y que su capacidad ya llegó al límite. Hoy es evidente que es indispensable ampliar esta capacidad, y hacerlo rápido. El apagón de 1992 hizo clara la necesidad de afirmar con termoeléctricas nuestra matriz de generación, y hoy el 30 % de la capacidad total es térmica. Sin embargo, el que el despacho permanente en los últimos días de todo el parque térmico, fruto de la caída en los niveles de los embalses, a duras penas haya alcanzado para atender la demanda nacional, dejándonos cerca del racionamiento, demuestra palmariamente que, como apoyo a la oferta, nuestra capacidad de generación térmica llegó al tope. Pero el problema no es solamente de respaldo. También está la falta de capacidad total de generación, pues mientras que la demanda viene creciendo a ritmos muy superiores a los proyectados en el fantasioso plan de expansión eléctrica que este gobierno heredó, la expansión ni se está cumpliendo ni se va a cumplir. Según ese plan, para 2050 la capacidad instalada debería pasar de 18.777 a 42.709 Megavatios, y 18.254 MW del incremento corresponderían a energías renovables no convencionales (ERNC), eólica y solar. Basar la expansión de la capacidad en las ERNC, genera dos problemitas. El primero es que, como estas generaciones, además de costosas y lesivas al medio ambiente, no son confiables, su capacidad real raramente asciende al 25% de la teórica. O sea que representan una expansión equivalente a apenas unos cuatro o cinco mil MW de generación firme. El segundo es que como esas plantas deben instalarse donde hay sol o viento, requieren de costosos sistemas de transmisión que, dado el abuso que hay con las consultas populares, son de muy lenta, o imposible, construcción. Así, de 4.558 MW de generación solar y 1.014 MW de eólica programados para 2023, apenas entraron en operación 207 MW de la primera. Ya son varios los proyectos incluidos en ese plan de expansión que han sido abortados y, seguramente, seguirán otros. Es evidente la urgente necesidad de acelerar la instalación de la generación térmica contemplada en la parte realista de ese plan de expansión. Se acabó el tiempo, y Colombia no puede darse el lujo de vivir un futuro racionamiento eléctrico por atarse a esquemas de generación utópicos, desaprovechando la seguridad y firmeza que le da al sistema la generación térmica. Y surge la pregunta: Si Colombia envía su carbón hasta a China, para alimentar sus térmicas, ¿por qué no usa su carbón para generar electricidad en la Costa, cerca de la mina, rebajándoles enormemente los costos de generación y transporte a los habitantes de esa maltratada región?
Empresario.
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