Evaluación de desempeño
Mi hijo Clemente me pregunta si yo estaría dispuesto a pagar por un trabajo mal hecho
Mi hijo Clemente me pregunta si yo estaría dispuesto a pagar por un trabajo mal hecho. Le respondo que no y él propone que ya que los ciudadanos son los empleadores de las autoridades de gobierno, debiera haber un sistema de "evaluación de personal" cuyos resultados incidieran en su sueldo, en sus bonos y también en las dietas de por vida de los presidentes. "Hace unos años, Angela Merkel declaró que ella era una funcionaria del pueblo alemán", me recordó.
Le doy la razón, en especial por lo divertido y fascinante que sería ver a nuestros líderes sudando bajo la presión de una medición objetiva del cumplimiento de tareas encomendadas. Imaginemos al Presidente enfrentándose a preguntas como: "¿En una escala del 1 al 10, ¿cómo calificaría su habilidad para cumplir sus promesas de campaña?" o "¿Considera que su gestión ha mejorado la calidad de vida de los ciudadanos?" o "¿Ha vestido usted conforme a su rango?".
¿Cómo se sentirían los miembros del gabinete, los legisladores y los alcaldes al recibir informes que evalúan su capacidad para trabajar en equipo, su transparencia y su ética? Sería una suerte de reality show político, con consecuencias financieras reales.
Claro, algunos argumentarán que los resultados podrían ser manipulados o sesgados. Sin embargo, con la tecnología y los protocolos adecuados, debiera existir la posibilidad de garantizar una evaluación justa y transparente. ¿Por qué no lo intentamos, ah?