Diario íntimo de Lulú Petite

Lulú Petite



EL GRÁFICO







A ver qué pasa



Querido diario: ¿Te acuerdas de Marco? El que me salvó de las ponchaduras de llanta en la carretera que te conté el martes. Me buscó y llegó el día de vernos.



Quedamos en un restaurante en Polanco. Él propuso el lugar porque, si vas a tener una cita, debe ser en un lugar donde una botella de vino cuesta lo mismo que un mes de renta de un depa en Tlatelolco.



Me puse un vestido que gritaba "guerra", tacones y lencería perfecta, en caso de emergencia. Llegué al restaurante y ahí estaba él.



Nos sentamos y empezamos a hablar de cine, de series de televisión y de lugares para visitar. La estaba pasando bien. Eso sí, no le conté a qué me dedico, le dije que organizo eventos... mentira no es.



?¿Qué tipo de eventos organizas? ?preguntó Marco.



¡Puta madre! La pregunta incómoda. El momento ese en el que debo decidir si soltar la sopa o guardarme un rato el notición de que vendo medias (medias horas de placer).



?Oh, de todo un poco ?dije, nerviosa?. Fiestas, eventos corporativos, privados? básicamente, si hay una razón para celebrar, ahí estoy.



No me atreví a acribillarlo con la verdad. Recibí varias llamadas de trabajo durante la cita, pero tenía el teléfono en silencio. El changarro estaba cerrado. Entre risas y miradas cómplices, el tiempo voló.



Antes de darnos cuenta, estábamos en los postres, y Marco se ofreció a llevarme a casa. Demonios, no debí llevar mi coche.



?Mejor para la próxima, pasas por mí a mi depa. ¿Te parece? ?dije, dándole mi domicilio y preparando la ocasión para vernos de nuevo.



Me acompañó hasta el coche. Al llegar a mi puerta, hubo un momento de silencio.



Nos miramos, y en esos segundos sentí que estábamos en el borde de algo.



?Me divertí mucho hoy ? respondí sinceramente.



?Yo también. ¿Te gustaría repetirlo? ?preguntó, con una sonrisa pícara.



?Definitivamente ?respondí, antes de darle un beso en la comisura de los labios y subir a mi coche.



No trabajé esa tarde. Eso sí, apenas llegué a mi depa, me encueré, me metí a la cama y tomé un vibrador pequeñito que coloqué sobre mi clítoris apretando suavemente. Cerré los ojos imaginando a Marco. Tuve un orgasmo espectacular.



Más tarde, cuando me quedé dormida, soñé que él estaba en mi cama. En sueños me hizo el amor riquísimo. Me penetraba deliciosamente, mientras mis labios colgaban de sus besos.



No pasa siempre, pero cuando se tiene un orgasmo en un sueño, es una de las cosas más placenteras que existen. Despiertas renacida.



En la mañana, mientras desayunaba, recibí un mensaje de Marco: "Soñé contigo ¿Vamos al cine hoy en la noche?".



Le dije que sí. Chance la cosa va en serio. Qué rico. A ver qué pasa.



Hasta el martes, Lulú Petite