Sábado, 28 de Septiembre de 2024

Sobre la utilidad de los libros

ChileEl Mercurio, Chile 28 de septiembre de 2024

El libro es un instrumento para inventar la propia vida, para darle un sello o configuración.

Nunca en mi vida me he preguntado acerca de por qué leer. Leí como se come, se respira, se camina, se ama, se teme. Leí como si leer fuese algo natural. Jamás pensé que serviría para algo y aún lo dudo. No en pocas oportunidades he lamentado no haber dedicado más tiempo a hacer otras cosas durante todos estos años y lo primero que se me ocurrió es echar la culpa de esta negligencia a los libros. Existe una vieja querella entre literatura y vida. En ciertas ocasiones los libros pueden hacer languidecer, aislar, desconectar, aburrir, enceguecer incluso, pero también pueden animar, acompañar, iluminar, abrir, proporcionar placer.
Los libros pueden suplir aspectos de nuestra vida. Somos con ellos lo que no somos o podemos ser en la realidad. A veces amamos, viajamos, sentimos o incluso matamos a través de ellos. En otras ocasiones el entorno es desagradable, aburrido o doloroso. Los libros sirven entonces para evadirnos, para escapar de la estrechez de nuestra circunstancia (finalmente siempre lo es).
Los libros -los buenos- enseñan también a conocernos y nos intiman a ser lo que atisbamos ser. La sociedad procura no formar individuos, sino hombres y mujeres "masa". El "llega a ser el que eres" o el "ama tu ser escondido" pueden ser una derrota sin batalla.
Hay sujetos que se han jugado la vida o la sensatez en el intento, pero antes o después han enviado mensajes. Esos mensajes son la literatura o la buena literatura.
En fin, los libros proporcionan cierto placer. Y el placer se produce al satisfacer un deseo, liberar un espacio, provocar una armonía, aligerar una carga. La literatura a veces cumple esa función y da cumplimiento al deseo de oír historias bien contadas, de escuchar esa musiquilla que emiten las palabras bien barajadas, esa cadencia que seduce y atrapa, invasora dulce del alma, susurrante en el oído, golpeadora en el corazón. Ese placer es altruista y difusivo y supone descubrir ese buen contador de historias, delicadeza para afinar el oído y los ojos, libertad para llegar e irse cuando se quiera, porque el libro no tiene muros ni cercas.
El libro es un instrumento para inventar la propia vida, para darle un sello o configuración, el cual esta no trae de por sí. Para esa tarea ineludible se requiere, entre otras cosas, haber cultivado la imaginación. La literatura permite conocer y experimentar multiplicidad de vidas ajenas y abre las posibilidades que se ocultan en la cotidianidad y el hábito. En el difícil arte de inventar la propia existencia, los libros ayudan.
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