Shi-Nuá Oh.

LLEVA POCO MÁS DE UN MES, y parece que llevara años de fiato este restaurante. Gentil recepción, servicio informadísimo. Luz suave -fue de noche-, música con estilo, sin ser cargante. El personal se notaba a cargo de la situación, to-do el tiem-po. Y sin ser cargantes ellos, tampoco (nada de "que lo disfrute" a cada rato, ni explicaciones que nadie les pidió). Entonces, el marco perfecto. Y la ejecución también, con mínimos alcances, pero todo en armonía con esta propuesta de chifa (chino + peruano) elegante.
Para empezar, se pidió una experiencia que se presagiaba surtida: el coc-chai combo ($17.900), en el que venían ocho masitas al vapor, rellenas de pato, pollo, langostino y verduras. Con una salsita densa al lado, pero la experiencia de aplastarlas entre la lengua y el paladar antes de masticarlas, resultó sublime. Vienen servidas sobre un montón de brillantes piedras negras y uno de estos bocados se pegó a una y se anduvo desarmando (y a $2.237, oiga). Revisando las fotos en sus redes sociales, vemos que en esos casos habían puesto algo entre estos bocados y su estético emplatado para evitar lo que sufrimos. En fin, que lo perfecto es enemigo de lo bueno. Y a la par, unos capachitos de masa frita (open wantán, $14.900) con tártaro de salmón, palta y un toque de tamarindo. Perfect.
De segundos, con copa de espumoso ($7.500) y Acqua panna (en botella de vidrio, grazie . Las de plástico, niente ), llegó un pescado imperial -!corvina¡-, al vapor, con hongos shiitake (tonko en la carta), con un caldo ligero de soya, acompañado de arroz ($21.900). Un corte grueso hecho en su punto. A la par, un arroz negro y blanco, con yema curada encima, con confit de pato (arroz con pato xian xian, $19.900), nuevamente todo pertinente, con variedad de verduritas por doquier del todo estimulantes para mezclar con las proteínas protagónicas. Ojo que los tamaños no son de chifa pop, pero tampoco en el minimalismo del formato Barbie.
De postre íbamos por una panacota de lychee (vista en sus redes sociales), pero míster mozo hizo la salvedad de inmediato (y sin mediar la clásica y lenta consulta a la cocina), así que esto terminó como debía ser, igual de bien, con unas bolitas de masa rellenas de pera especiada, con helado de almendra y crocante de chocolate.
Si es por alegar, nos faltó un posa palillos. Pero eso ya sería por molestar no más. Tremenda apertura.
Alonso de Córdova 3102, Vitacura.