LA NIEVE SIN FIN
Esta localidad tiene la temporada blanca más larga del país, y siempre con nieve de la mejor calidad. Si lo suyo no es esquiar, cuenta además con notables alternativas para vivir unos días inolvidablemente nevados.
Por Rocío Lafuente Díaz-Ripoll , desde la Región de La Araucanía.
Trineo de perros en Pino Hachado
Nos adentramos en un prodigioso paisaje de blancas montañas. La nieve es copiosa. Me deslizo sobre esquís sin mover las piernas. El esfuerzo lo hacen diez perros que arrastran el trineo a gran velocidad. Hacemos mushing , una disciplina que nació como medio de transporte en países nórdicos y que se hizo notar a partir de una hazaña.
Sucedió en 1925, cuando Leonhard Seppala, de Nenama, Alaska, viajó 1.085 kilómetros hasta Nome gracias a sus perros-lobos. No era un paseo. Su misión era llevar medicinas para evitar la propagación de la difteria en América del Norte.
Casi 100 años después, en Chile son pocos los que saben de esto. Luis Lobos (32 años) es uno de ellos. Explica cómo funciona: los perros usan un arnés en su torso enlazado con cuerdas al trineo y no a las manos del guía. Es la comunicación del musher con sus perros lo que marca el paso y la dirección. Luis dice "Gee" y los perros doblan a la derecha. "Haw" y van a la izquierda.
Mientras el trineo avanza (en la nieve quedan impresas las patitas y las líneas del trineo), nos deleitamos con las panorámicas de los volcanes Lonquimay, Batea Mahuida, Llaima, Lanín y Tolhuaca. Es sobrecogedor. Nunca he estado más inmersa en un paisaje de nieve tan lejos de un centro de esquí. También he entregado total confianza a estos diez perros que corren felices. Intuyo que la buena comunicación del musher con ellos tiene que ver con la cercanía.
Seguimos por el sector llamado Pino Hachado . Solo unos pocos kilómetros nos separan de Argentina. El paseo no es relajado. Los músculos están tensos. Los brazos firmes sujetan el pasamanos y las piernas semiflexionadas, para mantener mejor el equilibrio, queman los cuádriceps después de un rato.
Cuando atacamos una pendiente, con Luis ayudamos a los perros a subir: sacamos un pie de los esquíes y empujamos. "Como Los Picapiedra". Luis no está para bromas. Serio, atento a cualquier gesto de los animales o seña en el entorno. Luego, en descenso, el trineo puede tomar gran velocidad y cuidamos de no alcanzar a los propios perros: hay que pisar el freno, una especie de gran herradura dentada que se entierra en la nieve.
Las instrucciones en caso de caída no fueron necesarias. He completado el recorrido invicta. El guía aplaude. Ojalá tuviera el mismo equilibrio en otros aspectos de la vida.
Termas en la nieve
La fría nieve y el agua caliente conviven bien en el Cañón del Blanco . Relajo los músculos luego del mushing en esta fuente termal, mientras veo la nieve que cubre el valle ubicado a 25 kilómetros de Curacautín, entre el Parque Nacional Conguillío y la Reserva Nacional Malalcahuello.
Estas termas están hechas con enormes barriles de roble, antes usados para el vino. Son 33 fudres reutilizados y bien repartidos.
Para llegar a las termas del sector La Vaca , es posible acercarse en auto desde el lodge , seis kilómetros más abajo. Luego de aparcar, hay que caminar medio kilómetro. O esquiar a través de un bosque de coihues y raulíes. Y siete kilómetros más allá de La Vaca está El Toro , con sus fudres accesibles en auto más 200 metros de caminata. Desde aquí vale la pena marchar otras dos horas hasta los géiseres de El Toro .
El guía, Cristián Parra, de improviso se detiene y apunta hacia arriba: marca el contorno de las montañas. "¿Ves esos dinosaurios allá en las cimas?". Luego de unos segundos, entiendo: son las araucarias que coronan Sierra Nevada .
El Toro es, a la vez, un excelente mirador sobre este valle termal de casi dos mil hectáreas, que en realidad no es valle, sino el enorme cráter de un volcán que erupcionó hace cientos de años. Eso explica la abundancia de aguas calientes.
Parte de la experiencia en Cañón del Blanco es, sin duda, el propio Cristián, chaleco grueso de lana, botas, boina encasquetada. Dueño, anfitrión, cuarta generación en la administración de este valle termal todavía cubierto de nieve. Mientras prepara un asado criollo en su fogón, suelta mil historias de personajes que vinieron tratando de pasar desapercibidos. Entre ellos cuenta a James Hetfield, vocalista de Metallica, y al expresidente Sebastián Piñera.
Por cierto, otro muy buen lugar para comer está a solo tres kilómetros de las termas del Cañón del Blanco. Es la cocina de Cristián Correa, chef que cambió las luces de la televisión por una vida más tranquila y natural. Lo encuentro en su lodge y restaurante K10 limpiando un trozo de carne, relajado, en una cocina abierta, a la vista de las personas que esperan en las mesas, muy cerca. Tanto que el cocinero puede hablar con ellos mientras hace lo suyo. "Ahora disfruto la vida. Vivo tranquilo", dice. Como si fuese necesario.
Imprescindible aquí, su sour con un toque de jengibre y miel de ulmo, alguna vez premiado como mejor pisco sour . Y luego, puede seguir con conejo o jabalí, aunque hay más: preparaciones de inspiración japonesa, tailandesa, india... Lo que quiera, siempre y cuando haga reserva.
Ruca en la nieve
Si prefiere gastronomía muy local, mapuche-pewenche, debiera partir donde Nancy Meliñir, en el Centro de Montaña Arenales , a 10 kilómetros del bello pueblo de Lonquimay.
Un cartel en la nieve informa sobre la iniciativa de Nancy, que combina deporte blanco y cultura ancestral. En su amplia ruca siempre hay una fogata, para los que quieren entibiarse. O verla cocinar para turistas, pero también para su familia y amigos. Los que estamos aquí nos mezclamos no más.
Se siente el cobijo de Nancy, que ofrece mate o cafecito, mientras se termina de asar el chivo al palo que acompañaremos con ensaladas.
En todas sus preparaciones utiliza el piñón, fruto de la araucaria y principal alimento de los mapuche-pewenche. Desde las sopaipillas hasta el pie de limón están hechos con harina de piñón. También usa ese ingrediente para hacer puré, café, mermeladas y más.
No es todo. Nancy tiene equipo de esquí, snowboard , randonnée , raquetas, trineos, dos motos de nieve y hasta una habitación con tinajas de agua caliente.
Pero ahora la atención está en la ruca. No hay electricidad y lo único que luce es el fuego.
Nancy, que a primera vista parece frágil (pequeña, delgada, con trenzas a cada lado de su cabeza), es una guerrera. A través de la penumbra, sus ojos humedecidos destellan. Dice que antes Arenales era un hermoso hotel para 80 personas, con amplia cafetería, rental y tienda de artesanías. En 2021, todo eso se perdió debido a un incendio intencional. De pronto, su figura se proyecta en la pared como una enorme sombra que llega al techo. Es como un fénix resurgiendo de sus cenizas.
"Se quemó todo, pero yo no me fui. Al contrario, seguí con más fuerza. Desde cero. He solicitado la reconstrucción del lugar que pertenecía a la Municipalidad de Lonquimay y, si todo va bien, en mayo del otro año empezaría la reconstrucción del hotel", dice. Esboza una sonrisa esperanzada.
Trekking con raquetas
Corralco no es solo pistas de esquí. El resort de montaña organiza circuitos de trekking con raquetas, para adentrarse en las bellezas de la Reserva Nacional Malalcahuello-Nalcas , donde está inserto. Es una actividad gratuita y para todas las edades. La citación es a las 10:30 , así que hay tiempo para desayunar (servido al estilo bufé, y con mucho para probar).
Nuestro grupo se reúne puntualmente frente a la recepción. Hay dos alternativas de senderos que se realizan dos veces al día (mañana y tarde). El hotel dispone el transporte, equipo, guía y un snack , y la actividad se hace desde una y hasta diez personas. Ahora somos ocho, que queremos conocer la laguna Pehuenco .
Subimos a una van que, dos kilómetros más adelante, se detiene en una caseta de Conaf. Nos equipamos con raquetas y seguimos a Javiera Garcés, la guía, oriunda de Los Sauces, un pueblito en la cordillera de Nahuelbuta, que se preocupa de que nadie quede atrás, pregunta cada tanto cómo vamos y alienta la marcha con su gran sonrisa.
Al cabo de 40 minutos, llegamos a Pehuenco. Es una laguna pequeña, pero llama la atención por su color verde esmeralda, reflejo de la abundante vegetación que la rodea. Sobre todo araucarias, que predominan en la reserva.
Camino de vuelta, miro cómo mis pies levantan las raquetas y las posan nuevamente. Esquiar no es la única manera de disfrutar la nieve. Que en estas latitudes, todavía se niega a partir.
OJO CON...Trineos de perros: Luis Lobos, cel. +569 8774 7831; Instagram: @luislobos.huskypoint
Termas Cañón del Blanco: Cristián Parra, cel. +569 7668 4925; Instagram: @canondelblanco
K10 Lodge: Cristián Correa, cel. +569 8156 5316; Instagram: @k10lodge
Nancy Meliñir: para comer en Arenales;
cel. +569 4075 0471; Instagram:
@arenales.lonquimay
Trekking Reserva Malalcahuello-Nalca: Hotel Corralco, cel. +56 45 294 0313; Instagram: @skicorralco