Cuestionamientos a ministra Tohá

Con el correr de los días desde que estalló el denominado caso Monsalve, ha ido creciendo el cuestionamiento a la ministra del Interior, Carolina Tohá, y su permanencia en el cargo después de la elección del domingo parece difícilmente sostenible. Las críticas a quien hasta hace muy poco era considerada, con razón, el principal pilar del gabinete ahora no solo abundan desde la oposición, sino que también en el oficialismo. Muchos miran atónitos cómo la imagen, credibilidad y principales banderas del Gobierno y su coalición se desfondan a días de los comicios. Y los dardos apuntan a ella como la principal responsable política.
Fue Tohá quien primero recibió la información, la que, según sus palabras, "fue desde un primer momento completa. La entregó el director de la PDI a mi persona, de que había una acusación respecto del exsubsecretario por abuso sexual y por violación, y que en la investigación también se estaba abordando el uso que hizo él de la Ley de Inteligencia". Es un hecho que, al menos, no aquilató la gravedad de esos antecedentes. En cambio, escaló el asunto e involucró directamente al Presidente de la República, quien terminó recibiendo a Monsalve sin saber bien a lo que se exponía. En otras palabras, no blindó al mandatario ni impuso una salida inmediata ante una situación en que era obvio que la actuación del Gobierno, una vez que se conociera, iba ser escudriñada hasta el detalle por la justicia y la opinión pública.
De otro lado, en las conferencias de prensa dadas desde entonces, en vez de transmitir tranquilidad y claridad, se ha visto a una ministra confusa y molesta, que por momentos pareciera estar retando a los periodistas ante las dudas que dejan declaraciones y conductas de las propias autoridades. Así, por ejemplo, preguntada el miércoles por su responsabilidad en su calidad de superior jerárquica del exsubsecretario Monsalve y de la PDI, sostuvo: "ya hemos respondido varias veces esas preguntas, hay una investigación en curso. (...) Hemos estado muy abiertos todos estos días a responder todo tipo de consultas, incluso alguna gente ha criticado que hemos respondido demasiadas consultas. (...) Lo que teníamos para informar lo informamos plenamente". Parece así no entender que el que las autoridades hayan hablado mucho o poco resulta irrelevante: lo que ocurre es que sus respuestas han sido inconsistentes, contradictorias y, en varios aspectos centrales, inverosímiles.
En definitiva, ha ido quedando claro que, al enterarse de una denuncia de una funcionaria por delitos sexuales y de actuaciones de Monsalve que apuntaban a un abuso del cargo, a acoso y a una eventual obstrucción de la justicia, la preocupación de las máximas autoridades estuvo centrada en la persona del subsecretario y no en quien acusaba ser víctima de una violación. El primer punto de prensa en que Tohá se refirió al caso fue elocuente: sostuvo que un aspecto central para justificar la demora del Gobierno fue que "se definió que lo primero es que él fuera a avisarle a la familia y que, una vez hecho eso, se tomaran las definiciones". Se trata de un argumento absurdo, que invierte las prioridades de tal forma que en los días siguientes las mismas autoridades han debido acudir a todo un repertorio de supuestas razones para intentar explicar lo inentendible. Este lunes, la misma ministra agregó nuevos elementos tanto o más descaminados, como que "había que buscar un reemplazo. Quiero hacer énfasis en esto. No es un cargo cualquiera". Como si la importancia del cargo y los múltiples antecedentes de que ya se disponía no fueran la mejor razón para haber adoptado la decisión contraria: removerlo de forma inmediata y evitar que el control de las policías continuara por otras 36 horas en sus manos.
La afirmación de que nada tuvo que ver la publicación de La Segunda, el jueves de la semana pasada, con la decisión y oportunidad de una renuncia que supuestamente ya estaba definida tampoco resulta creíble. ¿Qué sentido tenía entonces que ese jueves Monsalve fuera a exponer a una subcomisión en el Congreso junto con Tohá, si se lo iba a remover en pocas horas? Más aún: se ha sabido que una pauta de prensa estaba programada para esa tarde y allí también se consideraba la participación del exsubsecretario. Además, tratándose de un caso de violencia de género, el que no se hubiera siquiera informado a la ministra de la Mujer (parte del comité político) solo acrecienta las suspicacias.
Así, es muy improbable que la situación política de la ministra Tohá dentro del Gobierno y de cara a la opinión pública sea remontable, al menos mientras el caso siga abierto. La salida de mandos medios policiales no cambiará las cosas.