Domingo, 27 de Octubre de 2024

Contradicciones en la COP16

ColombiaEl Tiempo, Colombia 27 de octubre de 2024

Hay que celebrar que Colombia haya organizado con éxito la COP16

Hay que celebrar que Colombia haya organizado con éxito la COP16. Necesitamos un diálogo mundial sincero para la preservación de los ecosistemas y salvar el planeta. No cabe duda de que la humanidad ha devastado su entorno y la codicia avasalla el medio ambiente. De allí la importancia de que las naciones asuman compromisos serios para restaurar la biodiversidad y el equilibrio de la naturaleza. Desafortunadamente estas cumbres, generosas en diagnósticos, ricas en pluralidad, llenas de expresiones lúdicas y caracterizadas por un derroche de discursos, no han sido exitosas en resultados. Mucha paja y pocas nueces, al extremo de que solo 34 países han presentado sus Planes de Acción de Diversidad. Por esto, en estas conferencias crece el descontento multilateral. En medio de la COP16 la ONU denunció que no se están cumpliendo los compromisos que se pactaron en París para disminuir las emisiones de gases contaminantes. El reclamo es mayor para los países industrializados, cuyos líderes se siguen haciendo los de la vista gorda para hacer compatibles sus metas de crecimiento con los compromisos globales en materia de medio ambiente. No en vano, el título del informe entregado en Cali por el Pnuma grita: "¡No más promesas de humo, por favor!". En la ceremonia de instalación el Estado colombiano también formuló sus reparos a los países desarrollados y al sistema económico, por su falta de solidaridad y de compromiso con una solución efectiva a los problemas medioambientales del mundo. La censura del jefe del Estado fue categórica: "Con limosnas no resolveremos el problema!". Todo lo que se ha visto hasta ahora es que reina una doble moral universal en estas materias. Es mucho lo que los gobernantes dicen y proponen en sus discursos, que al final son poco coherentes con las realidades nacionales y su esfuerzo efectivo a favor del medio ambiente. En Colombia se habla de metas muy serias a favor de la biodiversidad, pero al mismo tiempo se le da rienda suelta al narcotráfico, con licencia para destruir nuestros bosques y nuestros ríos. El informe para el año 2023 del Sistema Integrado de Monitoreo de Cultivos Ilícitos (Simci), de la Oficina de las Naciones Unidas contra la Droga y el Delito (UNODC), permite concluir que la coca está indigestando la economía, la paz territorial, el medio ambiente y a la juventud. Según la medición Simci, al cierre del año llegamos a 253.000 hectáreas de coca, lo que en el sistema de medición gringo equivaldría a más de 300.000 hectáreas. Dejando de lado el tibio lenguaje de la diplomacia, al presentar dicho informe dijo Leonardo Correa, coordinador técnico del Simci: "El problema se nos está volviendo muy grave". Frente a esta realidad no se entiende cómo el Gobierno persevera en una política blanda contra los cultivos ilícitos, a pesar de nuestros compromisos internacionales, anunciando que los despenalizará; dejó de erradicarlos, inclusive a través de procedimientos ambientalmente neutros; acabó en la práctica con la policía antinarcóticos y, para colmo de males, frente a la pregunta de los campesinos en El Plateado, acerca de si les erradicarían sus cultivos, lo negó y ofreció que, en adelante, les comprarían la hoja de coca, con lo que se incentivará una mayor producción a nivel nacional y, claro está, se entrará en un limbo jurídico muy peligroso y perverso frente al orden legal. Esto a pesar de que los océanos de la planta maldita contaminan nuestras quebradas y ríos, con más de un millón de metros cúbicos de insumos líquidos. A sabiendas de que el 4 % de estos cultivos están en parques nacionales; el 10 %, en resguardos indígenas; el 14 %, en reservas forestales, y el 20 %, en tierras de las comunidades negras. Y todo ello, siendo conscientes de que la mitad de la deforestación 2022-2023 en Colombia es producto de los cultivos de coca; solo el año pasado se deforestaron adicionalmente 11.829 ha de la selva húmeda tropical. Es decir, uno es el discurso para los foros ambientalistas internacionales y para los jóvenes, y otra, la triste realidad nacional. Taponazo. Avanza el asedio a la Registraduría 2026, en medio de la indiferencia.
¿Y los cultivos de coca?
Néstor Humberto Martínez Neira
En Colombia se habla de metas muy serias a favor de la biodiversidad, pero al mismo tiempo se le da rienda suelta al narcotráfico, con licencia para destruir nuestros bosques y nuestros ríos.
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