El chico aprovechó la chance y debutó en la Primera División el pasado viernes durante el partido de Copa AUF Uruguay frente a Montevideo City Torque.
Hay un partido de fútbol en juego. Juega el Rayo Rojo del Parque Batlle y un niño se acomoda para patear un córner. Antes, tira una bicicleta y se come el rezongo del entrenador por hacerlo mientras van ganando. ¿Su nombre? Bruno Arady, el mismo que debutó el pasado viernes con 17 años en la Primera División de Nacional y que ocho meses antes había subido a jugar con Tercera.
"Te habla Fernanda, la mamá de Bruno", se escucha del otro lado del teléfono. Es la voz cálida de una madre orgullosa, que años después de aquella anécdota se muestra feliz por el presente de su hijo, ese que ahora es vox populi por ser una de las principales joyas de formativas y que por junio, en un tono muy inocente, decía "fuá, imaginate jugar ahí" al ver una foto del estadio del Real Madrid.
Para Fernanda, a pesar de los halagos y la repercusión, no hay como su pequeño, que es un "atrevido" jugando al fútbol: "Estoy con una emoción imponente después de todo lo que pasó".
"Bruno es una cosa... A la gente le gusta eso. A él le encanta y es parte de su personalidad (animarse). No es de baboso", explica.
Nadie mejor que ella y Daniel, su padre, para recordar lo acalorado e intenso que fue el año, especialmente a mediados de julio, cuando era casi un hecho que iba a emigrar a Rotterdam para convertirse en nuevo jugador del Feyenoord. Se dijo de todo: desde que no tenía contrato profesional -cosa que no era cierta- hasta que se lo llevaban por la patria potestad, algo que tampoco ocurrió e hizo que el presidente Alejandro Balbi intercediera para asegurarle contención a la familia.
Así, Arady -que en su día decía que tenía en juego una decisión "emocional"- siguió brillando en Nacional, pese al cambio de planes, y está por terminar Sexto de Ingeniería en el Liceo Pallotti.
"Fue de esos días oscuros para Bruno, que se iba a vivir algo bueno y se le dio vuelta todo. Pero siguió con su enfoque, disciplina y la cabeza en alto, a pesar de comentarios", recuerda la madre.
"Esto es todo de Bruno. Siento un orgullo imponente por mi hijo. De todo el reconocimiento, de sus compañeros, de los saludos. La noche fue inolvidable", agrega.
El mensaje llegó a los oídos del chico unas horas después de que Martín Lasarte lo cazara del hombro y le hablara: "Te demuestra que hay una cantera", dijo el entrenador en las declaraciones posteriores al debut.
Los mimos también llegaron de parte de Daniel, que desde Luxemburgo escuchó a su hijo expresarle "toda la felicidad" que sentía adentro de la cancha. "Lo disfrutó. Obviamente, estaba nervioso. Imaginate ya estar en una concentración, pero estaba súper feliz. Me decía que sentía una felicidad adentro de la cancha, que es también la felicidad mía".
Para el chico, su papá es su máximo referente: "Es mí ídolo mi viejo. Me marcó todo siempre". Así lo expresó en las declaraciones que dio en el túnel de vestuarios el pasado viernes, en el Centenario, donde 17 minutos de fútbol le dieron para dejar un lujo e intentar una viborita (o elástica, como dicen en España).