Sábado, 28 de Diciembre de 2024

Las mejores películas de 2024 y dónde verlas: la guía de 15 imperdibles, de Cerrar los ojos a La sustancia

UruguayEl País, Uruguay 27 de diciembre de 2024

Una lista con lo relevante del cine de este año que tuvo grandes momentos en un panorama ganado por las secuelas y los productos industriales; estas son las películas más interesantes y pertinentes de lo que se vio

Cuando se hacen estos balances, queda claro que el cine, a pesar de los agoreros, es un arte vivo, capaz de seguir sorprendiendo, encontrándole la vuelta.

La lista que sigue armada a partir de los estrenos en Uruguay en cines o en plataformas de streaming y ordenada alfabéticamente es un repaso a 15 de las películas más importantes que se vieron este año por razones que abarcan su calidad, el debate que provocaron o, simplemente su pertinencia.



Agarrame fuerte.


https://www.youtube.com/watch?v=Ra_axWhueBY&t=27sEn un panorama desolado para la ficción nacional, esta comedia de Leticia Jorge y Ana Guevara debe ser saludada por conseguir lo que se propone: contar austeramente una historia de amistad con toques fantásticos y en el inevitable paisaje de balneario del cine uruguayo. Jorge y Guevara ya habían tocado algunos de estos temas en sus anteriores películas (Tanta agua, Alelí) y aquí lo hacen con más imaginación, para volver a conseguir un retrato entrañable sobre amistad, familia y la experiencia femenina. Está nominada a los premios Goya.



Alien: Romulus.

Prueba superada. El uruguayo Fede Álvarez con su compinche habitual, Rodo Sayagués estuvo a la altura de los dos notables antecedentes que iniciaron esta saga. La moderniza y aprovecha el porte de superproducción pero sin perder el espíritu independiente que está en lo mejor del género. El recurso de los efectos visuales analógicos (los monstruos son títeres, por ejemplo) es una ganancia que se nota en una película bien contada sobre un grupo de muchachos a merced de un bicho feísimo del espacio exterior. Fue un éxito de taquilla y tiene aspiraciones serias en alguna categoría del Oscar. (Disney+)



Amor, mentiras y sangre.


Es, en su base, una historia de amor con esteroides entre una muchacha que atiende aburridamente un gimnasio en el medio de la nada (Kristen Stewart) y la fisicoculturista recién llegada al pueblo (Katy O'Brian). Alrededor de ellas es pura violencia incluyendo la posibilidad de un femicidio y al personaje de Ed Harris, un mafioso local con el mullet más peligroso del mundo. La británica Rose Glass le suma a eso algunos toques de neon noir y body horror (perdón los anglicismos) para conseguir una película originalísima y que aporta otro de los grandes finales del año. (Max)



Anatomía de una caída.

Otra de la administración anterior: en marzo ganó un Oscar a mejor guion original. La escribió la directora, Justine Triet, y es la consagración internacional de uno de los grandes nombres del cine francés. Tiene a Sandra Huller (quien también estaba en La zona de interés, otra actuación magistral) como una escritora acusada de asesinar a su marido. Por ahí andan también un hijo ciego y un perro, testigos y víctimas de lo que pasó. Es un drama de tribunales que, como suele pasar en el cine de Triet, revela un mundo familiar oculto, los prejuicios y algunas otras cuestiones acuciantes. (Prime Video)



Cerrar los ojos.


https://www.youtube.com/watch?v=tKE56LNimJAEs la cuarta película en los 50 años de carrera de Víctor Erice, el maestro español que acá resume algunas de sus ideas -siempre presentes en su filmografía- sobre la memoria y el cine. Con citas a sus propias películas (está Ana Torrent, por ejemplo, la niña de El espíritu de la colmena, su obra más importante que es de 1971) y otras autorreferencias, es la historia de un director que encuentra al actor que abandonó el set de su última película para nunca más aparecer. De una belleza sutil, Cerrar los ojos no solo fue un acontecimiento cinematográfico, una forma de vivir, sentir y hacer el cine.


El mal no existe.


Quizás, si pusiéramos esta lista en orden jerárquico, esta debería ser la mejor película del año. El japonés Hamaguchi Ryüsuke (Drive my Car) cuenta una suerte de fábula dividida en dos mitades alrededor de la llegada del progreso, en forma de una inversión inmobiliaria, a una zona rural cercana a Tokio. En la segunda mitad, la desaparición de una niña cambia el eje de la película y un final abierto es inevitable y puede que desconcertante. El tono es contemplativo, a lo que ayuda la música de Ishibashi Eiko. (Mubi)



Hit Man.

Una comedia romántica negra que no parece el tono de Richard Linklater (Escuela de rock), pero sí. Glen Powell (que coescribió el guion) es un profesor de Filosofía que tiene un trabajo a medio tiempo con la policía. Ante un imprevisto, es convocado por su superior a hacerse pasar por un asesino a sueldo en unos procedimientos exóticos para atrapar a aquellos que contraten sus servicios. Una de sus potenciales clientas es una muchacha (interpretada por Adria Arjona) que quiere deshacerse de su marido. El aire es de las "screwball comedies" de Cary Grant y Katharine Hepburn pero el tono es un poco más negro, incluyendo un oscuro final. Divertida y original. (Prime Video)



La habitación de al lado.

Opiniones divididas para el primer largometraje en inglés de Pedro Almodóvar. Es otro de sus melodramas para grandes actrices, para el caso: Tilda Swinton (como una periodista de guerra que decide terminar con su vida mientras transita un cáncer terminal) y Julianne Moore como la amiga que la acompaña en esos últimos días. Visualmente menos rimbombante que otras del español (aunque la paleta de colores y las citas a Edward Hopper siguen presentes), es una reflexión sobre el derecho de morir con una música que está entre lo mejor de Alberto Iglesias.



La quimera.

https://www.youtube.com/watch?v=VI9bfW6M41UOtro ejemplo del realismo mágico de la italiana Alice Rohrwacher, quien si en su anterior película, Lázaro feliz, se acercaba al Vittorio de Sica de Milagro en Milán, acá aparece lindera a Federico Fellini. En el centro de la historia está Arthur (Josh O'Connor), un inglés en la Toscana superando el duelo por la muerte de su esposa y utilizando sus dotes de rabdomante para ubicar tesoros etruscos. Anda rodeado de unos tombarelli, ladrones de tumbas, y vende sus botines a un misterioso sujeto, lo que revela un ecosistema del tráfico de ruinas en el que se benefician unos pocos y se sacrifican unos cuantos. La presencia de Isabella Rossellini como una matriarca rodeada de un montón de hijas aporta un tono irreal, onírico a toda la historia. Tiene además un gran final. (En cartel en Cinemateca Uruguaya)



La sustancia.

Fue una de las películas más debatidas en el año y un ejemplo de ese body horror que es tendencia actual, es heredero de David Cronenberg y en general está hecho por mujeres. Aquí es la francesa Coralie Fargeat, quien cuenta con ojo expresionista cuenta sobre la obsesión con el cuerpo y la juventud. La protagoniza Demi Moore como una estrella de Hollywood que temiendo el fin de su carrera acepta una poción mágica rejuvenecedora de imprevisibles y terroríficas consecuencias. Su versión joven es Margaret Quagley. (Mubi)



La zona de interés.


Otra de la temporada de premios del año pasado. Jonathan Glazer consigue una película arrebatadora y ciertamente inquietante, adaptando libremente una novela de Martin Amis para contar las rutinas profesionales y familiares de Rudolf Hoss, el comandante del campo de concentración de Auschwitz con el que literalmente él y su familia compartían medianera. A partir de la "banalidad del mal" de Hannah Arendt, Glazer traza una crónica de un horror al que mantiene fuera de cuadro, pero muy presente en un tratamiento sonoro que justificadamente fue reconocido con un Oscar. También, al ser hablada en alemán, ganó el premio a película internacional, donde competía con la tangencialmente uruguaya La sociedad de la nieve. (Prime Video)



Lo mejor está por venir.

El cine de Nanni Moretti es una suerte de anacronismo quizás porque es una apasionada y egocéntrica reflexión sobre el poder político del cine. Acá vuelve a tomar su personaje clásico como un director que intenta contar una historia del Partido Comunista Italiano en tono de comedia musical y con un final optimista e imposible. Defiende una forma de ver el mundo, sí, pero una manera de hacer películas, como queda claro en una larga reflexión sobre el valor ético del cine que es una de las grandes escenas del año.



Los colonos.

Western patagónico del director chileno Felipe Gálvez, reúne algunos tropos de las películas del oeste en un paisaje latinoamericano. Un británico, un mercenario americano y un nativo del lugar hace un viaje transcontinental en Tierra del Fuego para marcar las tierras de un terrateniente español. Apoyado en el paisaje bellamente fantasmagórico fotografiado por el italiano Simone D'Arcangelo, Gálvez consigue una película mágica que demuestra la amplitud del término "cine latinoamericano". (Mubi)



No esperes demasiado del fin del mundo

Es otra alocadísima sátira del rumano Radu Jude sobre en qué se ha convertido su país, sí, pero también el mundo. Acá combina la historia de una muchacha que trabaja en un documental sobre accidentes laborales, lo que la obliga a atravesar el tránsito salvaje de una Bucarest agresiva. La camioneta en la que se mueve parece ser su único hogar, mientras va desgranando diatribas fascistas contra la sociedad y las mujeres a través de un avatar varón con el que hace videos de TikTok. A eso le contrapone fragmentos (muchas veces intervenidos) de una película rumana sobre una mujer taxista, lo que permite ver no sólo cómo ha cambiado la sociedad rumana, la precariedad laboral global sino también las formas de contar historias. (Mubi)



Profesión Peligro.

Un ejemplo de cómo el cine industrial puede ser atractivo, entretenido y respetuoso. Es un homenaje al arte de hacer películas disfrazado de comedia romántica de acción. Basado libremente en una serie de los 70 con Lee Majors (y extraoficialmente en el cine de Hal Needham con Burt Reynolds), es la historia de amor entre un doble de riesgo (Ryan Gosling) y una directora (Emily Blunt) encarando su primera superproducción; en el medio hay una intriga policial menor. Dirigida por David Leitch y con apuntes metacinematográficos, funciona como un souvenir de un tiempo donde Hollywood podía ser así de distendido y eficaz. (Max)
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