El capitalismo siempre gana
Tengo una amiga que culpa al capitalismo de todos los problemas, lo que me parece desacertado
Tengo una amiga que culpa al capitalismo de todos los problemas, lo que me parece desacertado. El capitalismo no existe, lo que existen son las personas y su deseo por mejorar o imponerse, sus ambiciones y su avaricia, por lo que usar cualquier sistema como excusa es más una cacería de brujas que otra cosa. Sin embargo, comparto su inconformidad con respecto al mundo en que vivimos, donde cada vez recibimos menos por nuestro dinero porque alguien siempre quiere más y encuentra la manera de obtenerlo. Siempre había tenido esa sensación de deterioro y no sabía cómo describirla hasta que oí a alguien decir que todo era cada vez un poco más caro, un poco más pequeño y un poco peor. La persona en cuestión lanzó la frase a propósito de unos carros de juguete que colecciona desde pequeño y me explicó cómo con el tiempo habían bajado la calidad en los detalles, los componentes y las funciones de los mismos. Sus palabras me hicieron acordar de mis cuchillas de afeitar. Antes las golpeaba suavemente contra el lavamanos para que los pelos se fueran por el desagüe, cosa que ya no hago porque desde hace unos años terminan rompiéndose en la base, lo que indica una desmejora en la calidad del plástico con el que las hacen. Ahí entendí más su frase porque lo que nos afecta es la suma de los pequeños detalles cotidianos, y no solo las grandes cuestiones como la reforma pensional y el precio de la finca raíz. Si miro el desmejoramiento de lo que consumo a diario, me resulta fácil hacer una lista de cosas que antes tenía y que ahora ya no tanto, empezando por los extras cuando pido comida a domicilio. Antes llegaba con acompañantes y ahora son cada vez más los sitios que cobran adicional por las salsas, los cubiertos desechables y las servilletas. Y para seguir con la comida, me llama la atención cómo cada vez han ido empequeñeciendo el tamaño de las bebidas sin que bajen su precio. El otro día pedí una botella de agua y su contenido me hubiera cabido en una copa aguardientera. Por otro lado, con el discurso de salvar al planeta los supermercados cobran las bolsas de tela y de papel. Pero no solo eso, sino que hay tiendas de barrio que hacen lo mismo con las bolsas de plástico de siempre. En el caso de ellas, no están salvando al planeta, simplemente están cobrando algo que antes regalaban, demostrando que hasta con las mejores intenciones de por medio, el capitalismo siempre gana. Antes, subirse a un avión incluía la maleta y comer algo en cabina; hoy, ni maleta ni comida ni nada, el precio del tiquete incluye de milagro al pasajero. Y qué decir de las plataformas de contenido. Hace años se inventaron la televisión por cable con la promesa de no ver anuncios si se pagaba la suscripción; hoy ese formato está lleno de propagandas, por lo que Disney y compañía mandan la parada. La cuestión es que ya se ven anuncios hasta allí, pese a que juraron que al pagar de más por algo que ya pagábamos en el pasado nos íbamos a salvar de la publicidad. YouTube está en las mismas. Empezó gratis, pero ahora si no se paga la versión premium se ven casi más anuncios que en televisión. Y empezaron de a poco, como todo, con una pauta de seis segundos al comienzo; ahora hay comerciales de hasta veinte segundos al inicio, mitad y final de cada video. Gana tanto el capitalismo siempre que Luigi Mangione terminó convertido en un ícono del consumismo y hasta sexualizado cuando, según entiendo, su razón de asesinar al CEO de UnitedHealthcare, por descabellado y brutal que haya sido, era llamar la atención sobre cómo las empresas de salud se lucran con el dolor humano. Culpamos a las grandes corporaciones de nuestros males, y algo de eso hay, pero lo cierto es que somos unos pequeños consumidores irresponsables que no sabemos cuándo parar, y eso también tiene al mundo hecho un desorden.
Sensación de deterioro
Adolfo Zableh Durán