Lo que el dinero no puede comprar
Para los economistas, los mercados son perfectos cuando el dinero compra cualquier producto, servicio, comportamiento o motivación
Para los economistas, los mercados son perfectos cuando el dinero compra cualquier producto, servicio, comportamiento o motivación. El precio es el instrumento imbatible para gestionar los miles de millones de bienes existentes: el consumo es asignado a los que están dispuestos a pagar más y la producción a los que cobran menos. Todos los días surgen nuevas transacciones para las cosas más inverosímiles, tendencia que muchos aplauden..., pero no todos.
Una de las objeciones del profesor de filosofía de Harvard Michael Sandeles, es que el mercado, al transarlo por un precio, muchas veces corrompe los bienes. En general, los mercados no afectan negativamente los atributos. Su precio no corrompe un Tesla, un servicio profesional o una manzana. Incluso en algunos, como los diamantes, un alto precio los mejora ante los consumidores. Pero también existen algunos bienes cuyo valor se degrada o extingue al ponerle precio.
Corrupción, para Sandel, es comprar o vender estos últimos a pesar de ello. Sobornar para conseguir veredictos legales, permisos burocráticos o influencias políticas corrompe las instituciones de la democracia. Pero corrupción es más que eso. El premio Nobel se corrompe si puede comprarse en el mercado.
Demasiado énfasis en los incentivos monetarios corrompe el activo más valioso de las personas: su motivación intrínseca por el placer de realizar una tarea libremente escogida con un propósito. Pagarle a un niño por obtener buenas notas o por dar las gracias corrompe su motivación intrínseca por aprender y ser agradecido.
Tampoco es amor ni amistad la que se adquiere por un precio. Haber compensado con dinero entregas mutuas desequilibradas hubiera corrompido mi matrimonio. Cultivar la capacidad de amar exige que ambos intercambien actos totalmente gratuitos de amor. Estos cautivan y enriquecen a quien los recibe, pero principalmente a quien los realiza.
El dinero financia el espléndido Museo Taller construido por Francisco Dittborn en sus últimos 14 años con esclerosis lateral amiotrófica (ELA), pero !su sonrisa y sus ganas de vivir no tienen precio¡
No se puede comprar el espíritu que observé durante años en el Hospital Clínico de la UC: frente a cualquier malestar expresado por mi mujer, se desplegaba vibrante el trabajo en equipo de sus experimentados médicos de distintas especialidades, lúcidos alumnos becados y atentas y afectuosas enfermeras. Todos buscando el origen del sufrimiento para recomendar el mejor tratamiento o paliativo.
El dinero puede comprar innumerables bienes, pero no los más valiosos, que son los que no tienen precio. Esto también es válido en los negocios. El dinero no compra los activos empresariales estratégicos. Si lo hiciera, podrían ser copiados por la competencia en un abrir y cerrar de ojos.