Viernes, 14 de Marzo de 2025

Salud y los recortes presupuestarios

ChileEl Mercurio, Chile 9 de febrero de 2025

Para hacer más, no se requieren más recursos, sino una mejor administración.

Un recorte de 544 mil millones de pesos al presupuesto nacional, acordado transversalmente en la Comisión Mixta del Congreso, ha sido fuente de disgustos entre los sectores que se han sentido más afectados. Numerosas voces han cuestionado esta decisión, pero han adquirido un renovado ímpetu quienes critican la reducción de 16 mil millones de pesos en salud. La Fundación Care, dedicada a la lucha contra el cáncer, ha denunciado que estos recortes significarían un retroceso en los afanes nacionales por detener el avance de este mal. Pero si bien es posible que no se estén logrando las metas que se habían propuesto con la ley del cáncer, la reducción no afectará a esos planes, por cuanto se trata solo del 0,1 por ciento del presupuesto del sector, no incluye a los servicios que ofrecen atenciones médicas a la población ni mucho menos a los planes contra el cáncer, según ha asegurado la ministra subrogante.
El presupuesto que se destina a salud en Chile ha crecido en forma desproporcionada con la calidad de la atención, cuyas mejorías, de existir, no son apreciadas por los pacientes. Se han destinado, en efecto, cantidades crecientes de dinero y de esfuerzo en el sector público, hasta el punto de que hoy se gasta por persona lo mismo que en el sistema de isapres. Las diferencias en la calidad de la atención, en cambio, son abismantes. Si en el subsistema privado no existen atrasos, en el público, como lo afirma la presidenta de la Fundación Care, las listas de espera han superado los tres millones de pacientes. Los problemas que enfrenta son, sin embargo, enormes y la solución no estaría más cercana si se aumenta su presupuesto en una décima del uno por ciento. Dieciséis millones de millones de pesos es el total de los dineros que se destinarán a salud durante 2025 y la disminución de lo asignado no debiera impactar los distintos programas. Bastaría con revisar el número de profesionales no dedicados a la salud o tantos otros gastos superficiales, para mejorar la atención con mucho menos dinero. Está claro que los problemas no radican en la dimensión de los recursos, sino en la organización de los servicios.
Los programas del cáncer están en marcha, si bien pueden existir problemas puntuales, y las cifras reflejan una tendencia positiva en cuanto a la mortalidad. Se avanza en la detección precoz de algunos cánceres de relativamente buen pronóstico y se han adoptado medidas para prevenir la aparición de otros tantos. Se podría hacer más, pero para ello no se requieren más recursos financieros, sino una mejor administración de ellos. Aun así, difícilmente se logrará un avance sustantivo si se insiste en un sistema estatal separado por completo de los esfuerzos del sector privado. En varios países europeos y en algunos de Latinoamérica se ha intentado mejorar la colaboración incluso mediante las concesiones llamadas "con bata blanca", una asociación público-privada en que queda entregada a los particulares la operación y mantenimiento de la salud de una población. En algunos casos se utiliza el pago por servicios y en otros el pago por persona asignada a la responsabilidad de la organización encargada de brindar toda la atención, desde la prevención hasta su recuperación. En ambos casos, los resultados son mejores y más satisfactorios.
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