No solo es pobre quien tiene bajos ingresos. El INE lanzó un índice que mide la pobreza más allá de la dimensión monetaria. Años de escolarización, informalidad y problemas de vivienda son acuciantes.
Este nuevo índice no sustituye a la medición por ingreso, sino que lo complementa y permite hacer mejores políticas públicas, destacó el INE.
Los datos de todo 2024 de la pobreza medida por ingreso todavía no se han publicado.
Cabe precisar que el IPM abarca: educación, condiciones habitacionales, servicios básicos del hogar, protección social y empleo.
Según el nuevo estudio, el IPM de Uruguay quedó en 0,064 en 2024. Esto significa que la incidencia de la pobreza multidimensional fue de 18,9% personas y la intensidad (es decir, el grado o profundidad de la misma) está en 33,7%.
Los datos de la pobreza medida por ingreso, daban cuenta que 9,1% de las personas no alcanzaban a una canasta básica total.
Es decir, al considerar toda la dimensión social, habitacional, educacional, el porcentaje de personas pobres es más del doble que si solo se consideran los ingresos que perciben.
Una conclusión del informe es que hay un 13,3% de personas pobres multidimensionalmente en 2024, que no lo son desde el punto de vista del ingreso.
El IPM y la incidencia de personas pobres multidimensionalmente es más alto en el Interior que en Montevideo, sin embargo, la intensidad es similar en ambas regiones.
Los años de escolarización, la informalidad y la materialidad y problemas de la vivienda son los aspectos que más incidieron en el IPM nacional de 2024; es decir, son los que peores resultaron en la comparación de las cinco dimensiones mencionadas.
El director del INE, Diego Aboal, destacó en su presentación de ayer en la Torre Ejecutiva, junto al equipo técnico del organismo y autoridades del PNUD, de la oficina de Oxford OPHI y otras (ver aparte), que los factores a prestar más atención en las políticas públicas son: años de escolarización (17,5% de las personas multidimensionalmente pobres viven en hogares donde se experimenta esta privación), informalidad (13% de personas), calidad de la vivienda (11,2%) y acceso a internet (8,8%).
En materia de seguridad social, del estudio surge que la cobertura es buena, considerando fundamentalmente que es amplia.
Las cinco dimensiones
En la dimensión educación, el factor más preocupante en 2024, resultó tal como ya se señaló "años de escolarización", con 17,5%. "Esto es un problema. Son personas que no completan los años obligatorios en el sistema educativo", señaló Aboal.
El déficit en la vinculación educativa, no obstante, es de solo 2,1%, es decir, existe conexión con el sistema educativo en una amplia mayoría de los hogares; tampoco hay rezago en ese sentido, lo que no constituye una preocupación.
La segunda dimensión evaluada en 2024 fueron las "condiciones habitacionales", donde la calidad de la vivienda requiere atención al llegar la privación al 11,2%, mientras que el hacinamiento es de 8,6% y la tenencia insegura de la vivienda (por ejemplo, por el carácter de ocupante) baja significativamente al 4,6%.
En "servicios y bienestar en la vivienda", que es la tercera dimensión, se constata que el porcentaje de personas multidimensionalmente pobres que viven en hogares donde se experimenta privación en el acceso de internet es 8,8%. Este es el porcentaje más alto es decir, con mayor carencia, en esta dimensión, seguida por calefacción (5,4% no tiene) y saneamiento (3,7%).
En cuanto a la cuarta dimensión, "protección social", la privación de pensiones es de solo 0,6%, seguridad social de los menores es de 1,1%, e inactividad laboral por tareas en el hogar y cuidados es 4,6%. Esto significa que, de los tres niveles, este último es el que debería recibir mayor dedicación por parte de las políticas públicas, sin ser significativo.
Finalmente, "empleo", sí aparece con un factor a atender, que es la informalidad que llega al 13%. Es de mencionar que el INE comenzó a aplicar un concepto de informalidad más amplio que el tradicional, en función de los criterios actuales de la Organización Internacional del Trabajo (OIT), que la define cuando al menos un integrante del hogar de 18 años o más es ocupado informal.
Dentro de la dimensión de empleo, también está el subempleo que alcanzó el 7,3% y el desempleo y desaliento (es decir, no buscar trabajo) con 5,6% de las personas en esa situación.
La nueva medición, que va más allá del ingreso, se basa principalmente en dos tasas: la tasa de incidencia, que muestra en qué se es pobre (en el total de las cinco dimensiones y 15 indicadores; para ser considerado pobre hay que ser carente en más de una dimensión) y la tasa de intensidad (que mide la profundidad de la carencia). Es decir, abarca cuántas personas son pobres, en qué y en qué grado.
El IPM constituye una herramienta que mejora la forma de evaluar y sopesar la pobreza en el país, en tanto afina la información que sirve de base para las políticas públicas. En esa linea. Aboal afirmó que, con la medición de la pobreza por ingreso, generalmente se miraba casi únicamente al Ministerio de Economía y Finanzas (MEF) y al Ministerio de Desarrollo Social (Mides), pero ahora, con el IPM, la mirada también abarca con más claridad a la Oficina de Planeamiento y Presupuesto (OPP), al Ministerio de Vivienda, a la Administración Nacional de Educación Pública (ANEP), Antel, OSE y otras entidades.