No prosperó pese a que la Agencia Nacional de Vivienda hizo el llamado, lo adjudicó a una empresa y se capacitó a sus técnicos con el acompañamiento de profesionales de Finlandia y Canadá.
Iba a ser el edificio de madera más alto de
América del Sur, iba a construirse en
Durazno, iba a congregar a autoridades nacionales y departamentales el día de su inauguración. En resumidas palabras, iba a ser un hito a nivel nacional y regional. Pero no pudo ser porque, pese a que el gobierno anunció que estaría finalizado en el tercer semestre de 2024, el proyecto de la empresa -que ganó el llamado internacional- quedó trunco desde hace tiempo en el
Ministerio de Vivienda.
Con bombos y platillos, el gobierno anunció -como parte de la hoja de ruta de construcción de madera- que sería una inversión de US$ 3,2 millones, que tendría siete plantas -planta baja y seis pisos-, que combinaría los sistemas de construcción tradicional y madera, que el tiempo de obra iría de 10 a 15 meses, y que tendría 24 viviendas de uno, dos y tres dormitorios.
Sin embargo, la iniciativa no pasó de la etapa en la que la cartera de Vivienda y Ordenamiento Territorial debía aprobar el método constructivo -nuevo en Uruguay. Pese a que la
Agencia Nacional de Vivienda (ANV) hizo el llamado, lo adjudicó a una empresa y se capacitó a sus técnicos con el acompañamiento de profesionales de
Finlandia y
Canadá.
En el Ministerio de Vivienda -indicaron fuentes de la cartera a El País-, para cuando se empezó a estudiar el proyecto -para otorgarle el CIR, que es el certificado de incorporación al registro de sistemas constructivos no tradicionales-, se fueron agregando requisitos "para la seguridad del dinero público" que encarecieron el costo de la obra. En consecuencia, continuaron los informantes, la empresa no levantó las últimas observaciones que se hicieron, y ya venció el plazo.
Al mismo tiempo, señalaron que, con el diario del lunes, concluyen que se debería haber comenzado con un edificio de tres o cuatro pisos y no con uno tan ambicioso de siete plantas.
El presidente de la ANV, K
laus Mill von Metzen, defendió el proyecto en diálogo con El País: "Quería tener el edificio hecho y cortar las cintas, que es lo más lindo. Pero (el avance que se hizo) es un granito de arena (en Uruguay) porque es parte de un proceso de una industrialización y de un sistema (de un nuevo método de construcción). La gente tiene que sacarse miedos".
Mill von Metzen, además, contó que en una etapa inicial se pusieron el "desafío" de conseguir un "terreno apropiado para su construcción", y se seleccionó uno en Durazno. Después vino la elaboración del llamado, para el que hubo un intercambio con técnicos finlandeses y canadienses porque conocen la tecnología. Es más, hubo dos misiones oficiales al país europeo. Finalmente, se realizó la convocatoria pública, donde tres empresas se presentaron de manera íntegra y otras dos no llegaron a terminar el 100% del proceso, añadió.
Tras la adjudicación -indicó el presidente de la ANV, quien destacó que trabajó en conjunto con su asesor
Ignacio Ferrari-, "se contrató a un equipo técnico interdisciplinario de Finlandia que acompañó al equipo técnico de la agencia para el estudio del proyecto ejecutivo", que tiene "más de 30 años de experiencia en construcción de madera en altura". Por último, la iniciativa arribó al Ministerio de Vivienda para la evaluación de los "estándares de desempeño", donde quedó a estudio para la adjudicación del CIR, siguió en la explicación en diálogo con
El País.
Ya en la cartera que dirigía
Irene Moreira y hoy su sucesor
Raúl Lozano se contrató un equipo técnico a través del
Banco Interamericano de Desarrollo (BID) -con los que ya estaban en vínculo por la hoja de ruta de la madera- para que los asesore, los que eran de nacionalidad chilena.
El director de Vivienda,
Eduardo González, dijo a
El País en agosto -tras uno de los encuentros virtuales con los técnicos del BID- que iban a continuar los intercambios para ver cómo podían avanzar con un proyecto que tiene "características que lo hacen bastante ambicioso" para el país.
La resolución se "ha dilatado un poco" -dijo en ese momento- porque "estamos hablando de un edificio en un material que nunca se hizo". Y concluyó: "Tengo que estar convencido (...) Debo tener informes técnicos que me aseguren que el edificio va a ser seguro para los usuarios y que no habrá imprevistos durante la construcción".
Se proyectó que implicaría una inversión total de US$ 3.200.000
Detrás de esta obra está la empresa de construcción y arquitectura uruguaya
Enkel Group, especializada en el sistema mass timber (material de construcción compuesto por capas de madera de grado estructural), en asociación con Dovat Arquitectos. El grupo está conformado además por la empresa Arboreal que en 2021 adquirió
Frutifor Lumber Company, un aserradero ubicado en
Tacuarembó.
El edificio se proyectó con una inversión total de US$ 3.200.000. El Ministerio de Vivienda, cuando anunció el edificio, explicó que la inversión implicaría un "valor similar al de los edificios que se construyen de forma tradicional". En el llamado, la ANV indicó que "el objetivo" era "fomentar el desarrollo y la implementación de sistemas constructivos innovadores en madera, mejorar el confort climático y las prestaciones energéticas, y reducir los costos ambientales y económicos de construcción".