Los aranceles de Trump al metal le costarán caro a la industria estadounidense
Sobre todo porque el Presidente sigue amenazando con subir aún más los gravámenes.
Proteger a la industria del acero en Estados Unidos ha sido durante décadas una política compartida por presidentes de ambos sectores políticos. En ese sentido, Donald Trump no es una excepción. Pero ningún antecesor reciente ha sido tan agresivo en el uso de aranceles con ese fin. En su primer mandato, Trump impuso un impuesto del 25% sobre las importaciones de acero y del 10% sobre las de aluminio, aunque concedió algunas exenciones a ciertos socios comerciales. El 12 de marzo, el muro arancelario subió incluso más: entró en vigor un nuevo arancel del 25% sobre todos los productos de acero y aluminio importados, sin excepciones (una medida adicional del 25% para los metales canadienses, anunciada el 11 de marzo, fue finalmente descartada). Estas medidas no solo tienen escasas probabilidades de aumentar la producción nacional de metales, sino que también provocarán dolores de cabeza a muchas empresas estadounidenses.
La industria estadounidense importa una parte considerable de los metales que necesita. Las importaciones de acero representan alrededor de una cuarta parte del consumo. Los fabricantes de acero estadounidenses también exportan algo, por lo que las importaciones netas rondan el 15% de la demanda nacional. En el caso del aluminio, las internaciones netas representan el 80% del consumo, siendo Canadá la mayor fuente individual. Gran parte del aluminio que se produce actualmente en EE.UU. proviene del reciclaje de chatarra, más que de la producción primaria.
Algunos ejecutivos del sector metalúrgico están encantados con los nuevos aranceles de Trump. En enero, Leon Topalian, director ejecutivo de Nucor -el mayor productor de acero del país- se quejó de las diversas exenciones otorgadas por la primera administración Trump y pidió ampliar los aranceles. Desde el anuncio de Trump en febrero, Nucor ha subido sus precios, al igual que US Steel y Cleveland-Cliffs, otros dos grandes fabricantes. El precio del aluminio también ha subido. El mes pasado, Jesse Gary, director ejecutivo de Century Aluminum -el mayor productor de aluminio primario del país- dijo que esperaba que los nuevos aranceles tuvieran un "impacto significativo" en las utilidades.
Cuánto de ese impacto se traducirá en más producción -y más empleos- es algo menos claro. Durante años, la producción de acero en EE.UU. ha rondado el 75% de la capacidad instalada. El gobierno de Trump quiere llevar esa cifra al 80%. Sin embargo, la producción de acero y aluminio apenas se movió tras los primeros aranceles de 2018. Aunque Century Aluminum ha anunciado que construirá la primera fundición primaria en EE.UU. en casi medio siglo -duplicando la producción nacional primaria-, esa decisión se debe en parte a una subvención de US$ 500 millones del Departamento de Energía otorgada el año pasado. En febrero, Bill Oplinger, director ejecutivo de Alcoa, otro gran productor de aluminio, afirmó que los aranceles no bastaban para justificar la reapertura de instalaciones en EE.UU., ya que los precios de la electricidad eran una limitante mayor. Oplinger añadió que era difícil tomar decisiones "sin saber cuánto durarán los aranceles", ya que su empresa planifica con un horizonte de "20 a 40 años".
Fabricantes estadounidenses de todo tipo -desde automóviles hasta electrodomésticos- también están lidiando con la incertidumbre provocada por las amenazas de Trump y evaluando el daño que provocarán los aranceles, agravado por las represalias comerciales que ya anunciaron Canadá y la Unión Europea. Según la consultora BCG, los aranceles a los metales anunciados en febrero añadirán US$ 22.000 millones al costo de las importaciones de acero y aluminio en EE.UU., y hasta US$ 29.000 millones más en productos derivados, desde piezas de avión hasta hojas de bulldozer .
Las medidas de Trump serán especialmente dañinas para las empresas donde los metales representan una gran parte de sus costos. Según el banco Barclays, el acero representa más del 10% del costo de la maquinaria de construcción, como las excavadoras. Las empresas Crown y Ball, fabricantes de latas de aluminio para bebidas gaseosas y cerveza, verán subir el costo de una lata de 355 ml en cerca de un 10%; el aluminio representa alrededor de dos tercios del costo total. La industria petrolera estadounidense también saldrá perjudicada: aproximadamente el 40% del acero usado para perforar pozos se importa.
Algunas firmas intentarán amortiguar el golpe reemplazando los insumos. Coca-Cola, por ejemplo, ha dicho que probablemente usará más botellas plásticas para sus bebidas. Pero muchas no tendrán esa opción. En una carta enviada a Trump el mes pasado, el Instituto de Fabricantes de Latas -que representa a productores y compradores de latas- advirtió que los aranceles de 2018, al encarecer los insumos, golpearon duramente a los fabricantes de hojalata (una lámina de acero recubierta con estaño usada comúnmente en alimentos enlatados). La industria cerró nueve líneas de producción, "en contra del objetivo" que tenían los aranceles. Hoy solo quedan tres líneas operativas. Es posible que pronto los consumidores empiecen a quejarse del precio de los porotos enlatados.
Artículo traducido del inglés por Economía y Negocios de "El Mercurio".