Los países en desarrollo, a la hora de la negociación, si no están en la mesa, "son parte del menú".
"No hay ninguna capacidad de respuesta del sistema multilateral de comercio a la guerra arancelaria lanzada por Estados Unidos", afirmó Sergio Abreu. El secretario general de Aladi se reunió recientemente en Europa con las máximas autoridades de OMC y Unctad. Sostuvo que la garantía del gobierno multilateral de normas que llevó a la creación de la OMC, "se fracturó". Por otra parte, Abreu también participó de la Cumbre de Celac en Honduras, donde, dijo, "se piensa con cabeza del siglo XX para problemas del siglo XXI". Aseguró que nuestra región "no tiene una unidad de intereses desde el punto de vista estratégico" y que, en el caso de Uruguay, "tiene que pensar en su propia estrategia" de apertura comercial. A continuación, un resumen de la entrevista.
¿Cuáles son los escenarios posibles en medio de la guerra comercial?
El actual cambio de era es, en realidad un tema geopolítico, una competencia por el poder global. Cuando un imperio crece y otro declina, la tendencia es al enfrentamiento. Esto se llama China y Estados Unidos. China hoy es el primer exportador de bienes del mundo, el tercero de servicios y tiene 120 países como socios comerciales principales. Nadie puede discutir su papel protagónico, en disputa con Estados Unidos. China entró en la OMC en el año 2001 y más allá de todos los cuestionamientos que se le hacen por parte de otros países, ha demostrado que se siente cómodo en el sistema multilateral. Estados Unidos, con Trump a la cabeza, ha entendido que llegó el momento de llevar la disputa a otro nivel. ¿Cuánto tiempo durará todo esto? Nadie lo sabe, pero sí es cierto es que Estados Unidos cambia de gobierno cada cuatro años. Mientras China, con una postura estratégica totalmente distinta, proyecta sus planes para 2050. No tiene apuro. Estados Unidos y China hoy compiten, pero también van a tener que cooperar, es necesario para todos. Si no cooperan y se distribuyen de alguna manera, el mercado global, va a ser un desastre.
Hasta el momento no se avizora un ámbito de cooperación.
Se han esbozado algunas iniciativas, en mi caso tuve la oportunidad de conversar con la Dra. Ngozi Okonjo-Iweala, que es la directora General de OMC, también con Rebeca Grynspan, Secretaria General de la UNCTAD, pero la solución no está ahí, porque esta no es una guerra arancelaria; en realidad, es una guerra comercial, una guerra financiera y una guerra tecnológica. Es una lucha de poder entre dos grandes potencias que va bastante más allá de los aranceles, que en realidad hoy son utilizados como un instrumento, que lo que busca es forzar negociaciones en otros frentes.
En este contexto, ¿qué es lo que sucede con la Organización Mundial de Comercio?
Que la garantía del gobierno multilateral de normas que llevó a la creación de la OMC, esas normas que se aplican a todos, un sistema multilateral de seguridad jurídica, hoy se fracturó. Y atraviesa una crisis casi existencial. Trump lanzó una bazooka arancelaria a todo el sistema multilateral y la OMC no tiene respuesta institucional. No tiene respuesta, porque el sistema de decisiones se basa en un consenso que hoy no es tal. Ese es un gran problema de la OMC que se arrastra hace muchos años. La ronda Doha, que se lanzó hace más de 20 años, todavía no ha tenido una resolución con los nuevos temas, los servicios, la propiedad intelectual, hasta los temas digitales. ¿Por qué?, porque ya el consenso es muy difícil de alcanzar. A eso hay que sumarle la fragilidad del sistema jurídico de la organización, ante el desmantelamiento del sistema de solución de controversias, que ya viene del primer período de Trump. ¿No hay ninguna capacidad de respuesta del sistema multilateral?
No, no hay una respuesta. Entre otras cosas, porque la reacción de cada país perjudicado, tiende a negociar bilateralmente con Estados Unidos. Cada uno de acuerdo con sus intereses particulares. Aquí en América, es muy distinto cómo se para México ante su principal socio comercial, que es Estados Unidos, y cómo lo hace Brasil, cuyo principal socio es China. Tengamos en cuenta que Chile, Colombia, Perú, cada uno ya tiene fechas establecidas para negociar con Estados Unidos, cada uno por su lado. Y así podríamos seguir con cada país y región, cada uno tiene su realidad. En el caso de Chile, hay presiones internas en Estados Unidos para que se revea la aplicación de aranceles en el caso del cobre, por formar parte de una cadena de valor importante. Nadie apela a una postura conjunta, a través del sistema multilateral. Esa es la realidad, hoy. Y esto termina generando una sensación de que el sistema multilateral es totalmente irrelevante. No hay una respuesta multilateral, ni la va a haber.
¿Difícilmente se vuelva al estado previo a esta guerra comercial?
Va a ser complejo; el esfuerzo que puede hacer para recuperar el multilateralismo tiene que ser después de las negociaciones bilaterales que se van a hacer. Y esas negociaciones multilaterales son sin respeto de las normas del sistema. Quizás se pueda encaminar algo multilateral, pero esto recién comienza. Y al final de este camino habrá un mundo distinto desde el punto de vista comercial. Habría que pensar en una nueva gobernanza, porque la originada en la posguerra, ya fue. Lo que hay ahora es un vacío de poder donde se asienta la lucha entre las grandes potencias. Para rearmar el tablero se necesitan dos, porque ninguno de los dos se va a imponer y ahí es donde se necesita que cooperen. El siglo XXI es productividad y competitividad, el que no es competitivo, hoy en el mundo "la queda". China trabaja para eso hace mucho tiempo, y en su estrategia, tiene tiempo a favor, no tiene apuro. Ante eso, Estados Unidos, con otras exigencias, lo quiere solucionar con medidas de protección a la industria americana. La gran pregunta es si esta política arancelaria americana no tendrá como consecuencia inflación, estancamiento y endeudamiento. Y más problemas para Estados Unidos. Europa, mientras tanto, el tercer actor relevante, está envuelto en una carrera armamentista a partir der la invasión rusa a Ucrania. Y el gasto público va dirigido a armamento y no a lo social, lo que genera tensiones internas. Mirando a nuestra región, mi preocupación es que la tendencia a la irrelevancia que tenemos hoy, no se transforme en destino.
¿Qué se está haciendo para ir en contra de esa irrelevancia? Estuvo en la cumbre de Celac, ¿Qué conclusiones saca?
Mi conclusión es que en ese ámbito, se piensa con cabeza del siglo XX para problemas del siglo XXI. Américas latinas son varias, no es una. No tiene una unidad de intereses desde el punto de vista estratégico. Y la polarización de esta política termina en que el resultado de este nuevo sistema de "consenso suficiente" con tres votos en contra. Un consenso con tres votos en contra, Argentina, Paraguay y Nicaragua. América Latina no tiene, no puede tener una sola voz. Nunca vamos a lograr que la estrategia de Brasil pueda ser la misma que México o Centroamérica, o la del Caribe. Difícilmente encontremos un discurso que nos represente a todos. Por otra parte, cada tanto, en nuestra región, creamos una organización. Que Unasur, que Celac, Alalc, Aladi, que Grupo Andino, consenso de Brasilia, Prosur. ¿acaso la burocracia tiene solución a la desigualdad social que es el principal problema de la región?, ¿no será que a toda esta declamación de integración le falta el contenido?
¿Qué podemos hacer, desde nuestra posición de país pequeño del sur?
Cada país tiene que ver cómo se para en un mundo que está tomando decisiones, más allá de la opinión que pueda tener un país chico como el nuestro. Pero yo diría que hoy, los países en vías de desarrollo, la mayoría de ellos sin perjuicio de su ubicación, si no están en la mesa están en el menú. Tenemos que empezar a desarrollar estrategias de apertura comercial, de cómo nosotros defendemos a la micro, pequeña y mediana empresa para que mantengan su espacio en el mercado, en las cadenas de valor, en la facilitación de comercio entre las fronteras. Hay respuestas, y son instrumentos. No van a cambiar el equilibrio de poder en el mundo, pero sí van a dar la posibilidad de ir mejorando. Esas son las respuestas que tenemos que dar nosotros. No es la solución, pero lo que no podemos recurrir es al escapismo tradicional de buscar en la fuerza de los demás el origen de todas nuestras debilidades.
¿Seguiremos discutiendo si nos sirve ser parte del Mercosur?
Uruguay necesita trabajar por modernizar el Mercosur. Encontrarle al Mercosur, no una sintonía política, ideológica y menos tomar partido con unos u otros, sino encontrarle una salida más estratégica, más técnica o de mayor contenido social en materia de integración comercial. Y esto es de mediano plazo, no es para mañana. Lo que necesitamos es tener, primero, una política comercial común hacia dentro de nuestro país y nuestro gobierno, y preparar el máximo número de negociadores profesionales que sean capaces de tener una formación que nos posibilite llevar adelante las negociaciones con los potenciales socios comerciales. No es un problema de ser chicos, se trata de tener una visión uniforme, que ya está lejos de ser ideológica. Uruguay no puede darse el lujo de quedar rehén del corto plazo electoral, suyo o de los vecinos.