Ruido
Andrés Barreto González
La saturación de información -o desinformación- sobre las cosas que suceden a diario en Colombia, deja en evidencia la falta de profundidad en los análisis cotidianos, que son más bien opiniones, confundiendo aún más al ciudadano, abonando el terreno del profundo desconocimiento sobre asuntos que nos afectan a todos, desde pensiones hasta inflación, siempre con la intersección de la política
Andrés Barreto González
La saturación de información -o desinformación- sobre las cosas que suceden a diario en Colombia, deja en evidencia la falta de profundidad en los análisis cotidianos, que son más bien opiniones, confundiendo aún más al ciudadano, abonando el terreno del profundo desconocimiento sobre asuntos que nos afectan a todos, desde pensiones hasta inflación, siempre con la intersección de la política. En el siglo XXI tenemos varias opciones de información, podemos leer medios de todas las latitudes, acceder a emisoras y noticieros de diferentes formatos, y contamos con recursos muy interesantes, atemporales y específicos como podcasts, charlas y entrevistas que nos ayudan a tener un panorama más enriquecedor que el de las "burbujas mediáticas", tan hegemónicas en nuestro país.Colombia sigue siendo un país de radio matutina y seguramente de allí tanto de la crispación y desinformación que circula, lo que se acrecienta por los contenidos de clics replicando titulares que obligan al morbo de entrar a noticias que nada tienen que ver con lo que se anuncia. En un día cualquiera los contenidos más leídos en los principales diarios son las noticias de farándula o prensa roja. No sé si esto es malo o bueno, pero es el reflejo del interés general, algo así como cuando se les pregunta a las personas en las marchas por qué asistieron, o si leyeron la reforma, obteniendo siempre como respuesta el silencio o el lugar común. El gobierno de turno es experto en capitalizar el desconocimiento general y las noticias falsas, culpando a los demás por sus propios fracasos y moldeando una opinión que consume una información segmentada, y en donde los análisis y la objetividad brillan por su ausencia. Los pocos medios que se atreven a cuestionar el establecimiento, o a hablar de las víctimas, de todas las víctimas, son indirectamente censurados y los periodistas, valientes muchos de los que hacen investigación, seguramente viven una cotidianidad muy difícil haciendo valer su independencia. Nos acostumbramos a que los funcionarios no respondan por sus hechos, porque las entrevistas se convierten en una cofradía en donde no se va a lo medular, sino que se reciben palazos o risas, en donde se puede fácilmente pasar al rol de víctima, o a "responder" ex post en largos trinos, siempre teniendo una explicación absurda para minimizar la gravedad de los acontecimientos. La agenda mediática, educativa y cultural ha caído en la tentación de los intereses pasajeros, y en no molestar al establecimiento, uno que para el momento actual está regido por una total ausencia de responsabilidad, tecnocracia o resultados, lo que también ha influido en el hecho de que los medios pasan a ser observadores o comentaristas, y no el cuarto poder que puede iluminar al ciudadano. Si los colombianos elegimos lo que elegimos es por nuestra propia culpa. Esperemos que en el 2026 las "burbujas mediáticas" desaparezcan, porque polarización ha habido desde Bolívar y Santander.
Ex superintendente de Industria y Comercio.