Sábado, 17 de Mayo de 2025

León XIV, el nuevo Papa

ChileEl Mercurio, Chile 9 de mayo de 2025

La idea de una "continuidad con estructura" respecto de Francisco parece sintetizar con acierto lo que representa su elección.

Incluso en los secularizados tiempos actuales, la elección de un Papa concita una atención especial, tanto por lo que significa el liderazgo espiritual de unos 1.400 millones de personas como por el papel que la Iglesia Católica ha desempeñado durante dos mil años. Esta vez, sin embargo, el turbulento escenario internacional cargó el proceso de aún mayores expectativas. Así, resulta tan tentador como equivocado aplicar de modo simplista las categorías políticas tradicionales al análisis de su resultado, desconociendo la misión y la complejidad de los desafíos a que se enfrenta hoy la Iglesia. La elección de León XIV representa, precisamente, un intento por dar respuesta a tales desafíos, ofreciendo al mismo tiempo un conjunto de señales a un mundo convulsionado.
Robert Prevost fue en los últimos años un estrecho colaborador del Papa Francisco, al frente del dicasterio encargado de la selección de los obispos. Ello le permite llegar al papado con un conocimiento amplio de la situación de la Iglesia y de sus pastores en el mundo. Suma a esto su propia experiencia como misionero, una formación académica sólida y fama de buen administrador, relevante cuando el manejo de la curia y las finanzas vaticanas han sido un constante problema para los pontífices. Como Jorge Bergoglio -el primer Papa jesuita-, Prevost pertenece a otra orden tradicional, los agustinos, inspirados en la espiritualidad de San Agustín, figura teológica fundamental. De hecho, Agustín fue quien primero esbozó el concepto del "ordo amoris", que el vicepresidente de EE.UU., J.D. Vance, usara para justificar la política migratoria de Donald Trump, siendo rebatido por Francisco en una comentada carta a los obispos norteamericanos, en febrero pasado. En esa controversia, Prevost apoyó resueltamente al entonces pontífice. Ayer, en tanto, en su primer saludo como Papa, aseguró la continuidad de uno de los principios más queridos por su antecesor: la sinodalidad, es decir, una visión de la Iglesia que enfatiza la idea de "pueblo de Dios" y cuestiona el clericalismo. En cuanto a la preocupación social, ya la elección de su nombre como pontífice lo dice todo, al homenajear a León XIII, quien con Rerum novarum sentó los pilares de la doctrina social católica.
Con la nominación del estadounidense Prevost se rompe un tabú, según el cual un Papa no podía provenir del país más poderoso del mundo. Podría haber allí también una señal. Un tema son las referidas diferencias respecto de la cuestión migratoria entre la administración Trump y el Vaticano, las que se extienden a numerosas otras materias. Sería de nuevo simplista querer ver en León XIV una suerte de futuro contrapoder frente a la Casa Blanca, pero probablemente su voz sonará con fuerza en esos asuntos. Además, el Papa enfrentará otro frente complejo entre los católicos de su país -que por cierto votaron mayoritariamente por Donald Trump-, muy divididos y desde donde se levantaron algunas de las voces más críticas a Francisco durante su pontificado.
Claro que, si se trata de la relación con Norteamérica, asoma otra peculiaridad de Prevost, a quien el diario italiano La Repubblica llamó "el menos estadounidense de los (cardenales) estadounidenses", afirmación que pareció ratificada cuando ayer habló en italiano y en perfecto español, pero no en inglés. Habiendo desarrollado la mayor parte de su vida pastoral en Perú, este es también un Papa latinoamericano -tiene la nacionalidad peruana-, con ancestros franceses, españoles e italianos. Así vista, su elección habla de una Iglesia que intenta asumir verdaderamente la catolicidad como "universalidad". Contracara de aquello, sin embargo, la descristianización de Europa asoma como otro desafío para León XIV. En ese contexto, su antecesor privilegió un cristianismo de frontera, dando nuevo protagonismo a las periferias y a continentes como África y Asia, donde la Iglesia Católica experimenta hoy su mayor crecimiento. Tal opción, sin embargo, le significó duras críticas en algunos de los países europeos de más larga tradición católica, como España, que nunca visitó.
Por el carácter reflexivo y el estilo que muestra, algunos analistas han hablado del nuevo papado como una "continuidad con estructura" respecto de Francisco, siguiendo sus líneas, pero de un modo más institucional, sin la celebrada espontaneidad de Bergoglio, pero también sin los errores y malos ratos que esa misma espontaneidad le trajo. Tal vez un detalle lo grafique: para su saludo de ayer -donde su mensaje central fue la paz y en que no dejó de homenajear a su antecesor-, León XIV recuperó la tradicional muceta y la estola papal que en 2013 un recién elegido Francisco había preferido no usar.
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