Por Periodista
Cuando el papa Francisco falleció, la pareja dictatorial de Nicaragua formada por Daniel Ortega y Rosario Murillo envió un comunicado de condolencias que ponía de manifiesto la ríspida relación entre su autocracia y el pontífice: ?Nuestras relaciones fueron difíciles, accidentadas, desgraciadamente influidas por circunstancias adversas y dolorosas que no siempre se entendieron?
Por Periodista
Cuando el papa Francisco falleció, la pareja dictatorial de Nicaragua formada por Daniel Ortega y Rosario Murillo envió un comunicado de condolencias que ponía de manifiesto la ríspida relación entre su autocracia y el pontífice: ?Nuestras relaciones fueron difíciles, accidentadas, desgraciadamente influidas por circunstancias adversas y dolorosas que no siempre se entendieron?.
Apenas en febrero, el régimen calificó al Vaticano de ?depravado? y ?pedófilo?, en una respuesta furibunda a la entrevista que el canal católico EWTN le hizo al obispo nicaragüense Rolando Álvarez, el emblemático sacerdote que desafió a los sandinistas pero que fue condenado por ?traición a la patria?, encarcelado y expulsado hacia Roma en el 2024. Desde el 2018, cuando estallaron una serie de protestas estudiantiles contra el gobierno de Nicaragua, Ortega y Murillo desataron una brutal persecución contra cualquier tipo de disidencia. Y en sus objetivos estaba la Iglesia Católica del país, a la que acusó de apoyar las manifestaciones.
Así, con el transcurrir de los años el régimen ha detenido, enjuiciado y desterrado a unos 240 sacerdotes, según un recuento de la abogada Martha Patricia Molina, actualmente en el exilio. A muchos les quitó la nacionalidad quedándose en condición de apátridas, tal como ha ocurrido con cientos de opositores y perseguidos políticos.
Pero no solo eso. También ha cerrado medios de comunicación católicos y organizaciones de caridad solventadas por la Iglesia, además de congelar cuentas bancarias de la Conferencia Episcopal y restringir festividades religiosas en espacios públicos, para finalmente romper relaciones diplomáticas con el Estado del Vaticano. En medio de este contexto, la Santa Sede fue negociando la excarcelación de algunos sacerdotes que han ido llegando a Roma, como el caso del obispo Álvarez, pese a que en su momento se lo criticó al papa Francisco por no condenar abiertamente las acciones del régimen sandinista.
Sin embargo, el pontífice manifestaba su preocupación por Nicaragua y los ataques contra la Iglesia, y llegó a decir en el 2023 que Ortega estaba ?desequilibrado?, calificando al gobierno de ?dictadura grosera?. En enero de este año, antes de ser hospitalizado, mencionó en una homilía a los presos políticos y a los sacerdotes detenidos por la autocracia centroamericana, que también ordenó la disolución de la Compañía de Jesús y la expropiación de sus bienes en el país.
Tras la elección de León XIV, los católicos en Nicaragua aguardan con ansias que el nuevo pontífice no los olvide y no baje la guardia ante la dictadura, un gobierno que carga a cuestas demasiadas cuentas pendientes.