Cita en Estambul
Pese al apoyo europeo, Zelenski enfrentará una compleja prueba.
Ignorando presiones internacionales y sin aceptar un cese el fuego, Vladimir Putin insiste en sus condiciones para terminar la guerra de Ucrania. En su alocución televisiva del domingo -y mientras en el frente bélico continuaba lanzando drones contra blancos civiles- ofreció retomar los puntos conversados en un diálogo que se rompió en 2022, en los inicios de la guerra, precisamente porque la fórmula de Moscú era inadmisible para Kiev. Líderes europeos advirtieron ayer al Kremlin que si no acepta una tregua y se sienta a negociar, aplicarán nuevas sanciones. Que Putin acoja el desafío de Volodimir Zelenski de presentarse este jueves en Estambul personalmente marcaría un cambio de escenario que aún se ve improbable.
En la capital turca se preparan para recibir a las partes. Incluso Donald Trump insinuó que él también podría llegar si hubiera avances significativos. Las conversaciones son muy preliminares. Ucrania ya dijo que la situación hoy es muy diferente a la de 2022, cuando las fuerzas rusas habían lanzado su ofensiva y el ejército estaba a las puertas de Kiev. Si en ese momento Zelenski no aceptó la capitulación, es más difícil que hoy, con todo el apoyo de los europeos, ceda ante exigencias que Moscú planteaba hace tres años y que hubieran resultado en una Ucrania inviable o en su destrucción como nación soberana.
En el borrador de 2022, que a veces se menciona como "Protocolo de Estambul", se incluía la neutralidad y no alineamiento de Ucrania, fuerzas armadas reducidas, no presencia de tropas extranjeras, armamento limitado, compromiso de no incorporación a la OTAN -pero sí la posibilidad de estar en la Unión Europea-, una garantía de seguridad de los miembros del Consejo de Seguridad de la ONU (en el que está también Rusia), y un diálogo por varios años para decidir el estatus de Crimea. Los puntos más controvertidos -inaceptables para Ucrania- eran la reducción de sus fuerzas armadas a 85 mil efectivos, con armamento limitado en número y cualidad, y el veto que pudiera dar Rusia a la participación de tropas internacionales para responder a una agresión.
El enviado especial de Trump a Rusia, Steve Witkoff, ha dicho que ese borrador podría servir de guía a un diálogo, lo cual da una idea de lo mucho por negociar que aún le queda a Ucrania para mejorar su posición. Los ucranianos no reconocen esas tratativas como parte de un acuerdo porque no lo firmaron. Según Zelenski, en ese momento solo respondieron al ultimátum que les daba Putin. Hoy estarían en mejor situación: repelieron el ataque a la capital, recuperaron terreno y cuentan con fuerzas armadas robustecidas y con una industria militar de la que antes no disponían. Sin embargo, los rusos todavía ocupan un quinto de su territorio y exigen quedarse con las regiones tomadas y "eliminar la raíz del conflicto", que no es otro para Moscú que la existencia de una Ucrania soberana e independiente.
Con vistas a las reuniones de Estambul, Zelenski necesitará más que todo el apoyo comprometido por los europeos para enfrentar a una delegación rusa implacable y fortalecida por la ambigua posición de Trump. Este, afanado por terminar pronto la guerra para adjudicarse un triunfo diplomático, resta importancia a factores clave que podrían poner en riesgo el futuro de la paz en Europa.