Domingo, 01 de Junio de 2025

OPINIÓN

PerúEl Comercio, Perú 22 de mayo de 2025

Por MARÍA JULIA AYBARCountry manager de Hunt Oil

En este mes de mayo no podía dejar de reflexionar sobre las mujeres que trabajan en posiciones de liderazgo y que, además, son madres

Por MARÍA JULIA AYBARCountry manager de Hunt Oil



En este mes de mayo no podía dejar de reflexionar sobre las mujeres que trabajan en posiciones de liderazgo y que, además, son madres. Definitivamente todas las madres merecen reconocimiento, especialmente en un país como el nuestro, en el que la capacidad creativa y de resiliencia está presente en las madres emprendedoras, las que son cabeza de familia, las que trabajan ayudando en el hogar, las que laboran en condiciones especialmente difíciles y se convierten en pilares fundamentales para sus comunidades.





Pero en esta oportunidad me quiero referir a aquellas que lideran en el mundo corporativo. Para nadie es un secreto que el número de mujeres líderes en el entorno empresarial es bastante bajo comparado con el porcentaje masculino, especialmente en ciertos sectores como el energético ?en el que me desenvuelvo hace más de 20 años? y que, en muchos casos, demanda cuotas de participación femenina para poder aumentar el número de ejecutivas en posiciones de dirección, y ni qué decir de todas esas mujeres que se sienten obligadas a abandonar sus carreras luego de ser madres.





Esta vez no me quiero referir a las estadísticas ni tampoco a todo lo que falta para aumentar ese porcentaje y lograr la equidad; esta vez quiero resaltar la parte positiva que quizás no se percibe a primera vista: una mujer que lidera ya es un ejemplo y referente para otras mujeres, pero si además es madre, está criando futuros líderes para quienes la equidad será algo natural. Si es madre de una niña, le estará enseñando que no existen limitaciones para que una mujer pueda asumir un rol de liderazgo en cualquier actividad; que es posible desarrollarse en la carrera que elija incluyendo las STEM; que como mujer puede lograr lo que se proponga. Si es madre de un niño, le estará enseñando que la capacidad no tiene género y sabrá que tendrá que competir con mujeres al mismo nivel profesional que exija la posición, sin que por ser varón tenga ventaja. Hoy esas madres ejecutivas no son muchas, pero les están enseñando a sus hijos el valor del trabajo y la importancia de la equidad, mostrando que cada rol es esencial y digno de respeto.





Pero la mejor parte de ser una madre ejecutiva es ver crecer a nuestros hijos y reconocer que el esfuerzo valió la pena, que son personas capaces de desarrollarse en la sociedad sin prejuicios ni estereotipos. Es por eso que creo que todas esas madres ejecutivas deben ver el lado positivo y sentirse orgullosas, porque su éxito es un testimonio de esfuerzo e inspiración y están aportando a tener un mundo más equitativo a través de sus hijos.





El Comercio no necesariamente coincide con las opiniones de los articulistas que las firman, aunque siempre las respeta.

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