Lunes, 02 de Junio de 2025

El guerrero de Dios

ChileEl Mercurio, Chile 31 de mayo de 2025

¿Cómo un niño de San Ramón, tímido y sin ganas de luchar, se convirtió en una estrella de la UFC, la mayor empresa de artes marciales mixtas? Ignacio Bahamondes, el primer chileno en alcanzar el número 15 del mundo en la categoría de peso ligero, creció en el seno de una familia profundamente religiosa. Hoy transforma el octágono en un altar, donde su talento y su fe se funden. Este es un reportaje de Vergara 240, de la Escuela de Periodismo de la UDP, que publicamos como resultado de una alianza con dicho medio.

Es 9 de marzo . Ignacio "La Jaula" Bahamondes, 27 años, espera en un hotel de Las Vegas su pelea contra el californiano Jalin Turner, número 13 en el ranking de peso ligero. Hace cinco años entró en la UFC, la mayor empresa de artes marciales mixtas (MMA) del mundo y, si hoy gana, será el primer chileno en entrar al top 15 de la categoría. En la habitación lo acompañan su esposa, su madre y su hijo, Santino, de ocho meses de edad. También su padre, sus hermanos y su madrastra, aunque ellos no están físicamente con él. A través de una videollamada, conectaron los nueve mil kilómetros que separan la ciudad estadounidense con la comuna de San Ramón, en Santiago. Antes de salir hacia el T-Mobile Arena, todos oraron, tal como lo hacen antes de cada pelea.
-En el nombre del Padre, del Hijo y del Espíritu Santo...
"La Jaula", quien heredó el apodo de su padre, sale al octágono, mientras por altoparlantes suena "Soldado", de Juan Luis Guerra.
Soy soldado del Padre y del Hijo,
soy soldado de su Santo Espíritu .
Lleva un mohicano despeinado, que le da un aspecto desafiante. También usa guantillas negras, un short rojo y un bucal con el nombre de su hijo. Sube por la escalerilla que lo conduce al ring . El rugido del público retumba en el Arena. Antes de entrar, toca la lona con ambas manos, la acaricia y reza. Dos minutos y treinta segundos después, el combate se acaba. Bahamondes somete a Turner con una llave al brazo derecho, forzándolo a rendirse. Cuando el presentador grita su nombre como ganador, "La Jaula" besa su dedo índice y lo apunta al cielo con los ojos cerrados. Luego se señala el pecho y hace un gesto de negación con la mano hacia la cámara, como diciendo: "No gané yo". Después vuelve a indicar hacia arriba. Parece decir: "El triunfo es de Dios".
Su familia, que sigue la pelea desde Chile, grita de emoción. Están reunidos frente al televisor, excepto su madrastra, quien vio la pelea a escondidas en otra pieza: no soporta ver que a Ignacio lo golpeen. Aún lo ve como a ese niño a quien obligaban a entrenar y que sentía vergüenza de hacer tareas cotidianas como ir a comprar una bebida. Pero hoy, esa misma persona se levanta convertida en uno de los luchadores más destacados del planeta de los 70 kilos.
Manuel Bahamondes, padre de Ignacio, recuerda la pobreza que vivió durante su infancia. Cuenta que su hermano mayor, Henrique Bahamondes Madariaga, fue quien asumió el peso de la familia tras la muerte prematura de su padre por cirrosis. Con ocho hermanos que alimentar y en su afán desesperado por conseguir dinero, Henrique terminó enfrentándose a la ley. "Cayó preso por hacer maldades", cuenta Manuel, sentado en las graderías de su gimnasio.
Fue en la cárcel donde Henrique cambió. Encontró a Dios y abrazó la fe evangélica. Su transformación fue tan profunda que, con el tiempo, terminó marcando el rumbo espiritual de toda la familia. Para Manuel, significó dejar atrás viejas costumbres: pasar gran parte del día en la calle y el consumo de alcohol, un hábito que abandonó definitivamente tras una última borrachera, cuando apenas tenía 13 años.
-Nunca más, dije.
Desde entonces, su vida se rigió por la disciplina y la guía de Dios.
El 27 de agosto de 1997, en el Hospital Sótero del Río, en Puente Alto, nació su tercer hijo: Ignacio Antonio Bahamondes Carabantes, fruto de su primer matrimonio. En ese tiempo, Manuel confeccionaba kimonos para los alumnos de su incipiente escuela de artes marciales en San Ramón. Así que le hizo uno a su hijo. Ni siquiera Yasmín Carabantes, la madre, pudo evitar que el recién nacido saliera del hospital arropado como un karateca. Un presagio de lo que estaba destinado a ser.
Mientras Ignacio crecía, sus hermanos mayores vivían lejos. El mayor, Alfredo, se había instalado en Providencia. A pesar de tener el talento para la lucha, se dedicó al rubro gastronómico. El segundo, Manuel Jesús, se radicó en Copiapó por trabajo y terminó quedándose por amor. Allá forma a jóvenes promesas del kickboxing .
Quien fue casi como un hermano para "La Jaula" es Joans "El Demoledor" Lorca, 33 años, peleador profesional chileno de artes marciales mixtas. Se conocieron cuando Joans tenía 17 e Ignacio 11. Sentado en la explanada de la Aldea del Encuentro, en La Reina, espera su turno para participar como árbitro en el evento Guerra Campal, organizado por el Team Bahamondes. Mientras tanto, recuerda aquellos años en los que ambos se medían dentro del ring .
-Algún día ese huevón va a ser el campeón del mundo y todos vamos a tener el gusto de que compartimos con él, que nos criamos con él, pero yo lo hacía llorar. Le sacaba la cresta.
Por entonces, el gimnasio de Manuel Bahamondes -ubicado en el paradero 23 de avenida Santa Rosa, en la comuna de San Ramón- estaba dedicado al Kenpo Karate. Competían en la modalidad de Light Contact, que Lorca resume así: "El que queda parado, gana".
Esa fue una de las primeras experiencias de combate de Ignacio. Su técnica aún no era tan pulida. Lorca recuerda que pestañeaba demasiado y aleteaba con los brazos en vez de dirigir los puños. A pesar de haber llegado a la final de esa categoría, perdió un combate decisivo frente a un rival de su misma edad: Marcelo, un niño que, pese a tener el talento, terminó en la cárcel, recuerda Joans.
A Ignacio le costaba ir a entrenar. A veces no se presentaba; otras, iba apenas una vez a la semana. Cuando iba y la clase pasaba al entrenamiento con contacto, solía decir: "Yo me pongo al arco", dejando clara su preferencia por el fútbol y las pocas ganas de entrenar.
Hasta que algo cambió. Por esos días, el padre de Ignacio viajaba periódicamente a Huasco, en la Región de Atacama, donde la familia tenía un negocio de máquinas de entretenimiento. Aun con esas ausencias, Ignacio pasó todo el verano de 2012 entrenando sin descanso. Tenía 14 años. Fue entonces cuando Joans Lorca notó la primera gran evolución: ya no era el pequeño que no representaba una amenaza para nadie en el gimnasio. Se había transformado en un rival digno.
Pronto, Ignacio ingresó al equipo de combate del gimnasio Bahamondes, integrado por alumnos con mayores capacidades que el resto.
-Y ahí fue cuando se enamoró de esta huevá -dice Lorca.
Jaime Beltrán, 60 años, está sentado en la cabecera del living . Junto a él, su señora Norma Leal y su hija Javiera toman té en su casa ubicada en calle Paraguay, en San Ramón. Él es pastor de la Iglesia Pentecostal de la Biblia, que está justo frente a su casa. Conoce a Manuel Bahamondes desde niño. Prácticamente se criaron juntos. Hoy viven a pocas cuadras de distancia y lo recibe a él y a su familia cada domingo en la iglesia.
Beltrán recuerda la pobreza de Manuel y su tiempo en las calles. "El Señor lo levantó", dice. "Ignacio hoy está donde está gracias a su fe, gracias a que él creyó que Dios tenía un plan, un propósito para él", recalca Javiera, la hija del pastor.
Los tres cuentan que conocer a los Bahamondes les ayudó a dejar atrás los prejuicios hacia un deporte tan violento como las artes marciales mixtas. Saben que en redes sociales muchos cuestionan esta disciplina, sobre todo por las imágenes explícitas que se publican: luchadores desvaneciéndose, rostros desfigurados y cuerpos ensangrentados.
En agosto de 2021, Ignacio noqueó a Roosevelt Roberts con una espectacular patada giratoria. La hazaña lo catapultó al top 10 de mejores nocauts del año, según la UFC. El video de la celebración se viralizó en redes sociales. Para algunos, lo más llamativo no fue el golpe, sino lo que grita "La Jaula" después de la pelea: "!Para ti, Señor¡ !Te amo¡". Otros, en cambio, vieron allí una contradicción entre su fe y la violencia del octágono.
Para Manuel, la disciplina está libre de maldad. Antes de cada combate, él y su equipo se toman un momento para orar. Piden por sus rivales, por ellos mismos, por lo que está por suceder. "Le pedimos a Dios que se haga su voluntad -dice-. Que la otra persona no sufra daño, que yo tampoco sufra. Le pedimos que, si vamos a subir ahí, Él suba con nosotros".
Norma Leal, la esposa del pastor, comenta que Dios se glorifica a través de Ignacio y su familia. "A veces, hay congregaciones que les impiden a los jóvenes involucrarse con este deporte, pero ¿de qué otra forma vamos a llegar nosotros a esos lugares? Ellos pueden llegar a rincones de todo el mundo en donde el nombre de Dios puede ser enaltecido".
Dos años después de ese viaje a Huasco, Ignacio recibiría su primera oferta para perfeccionarse en Estados Unidos. El actor clave en esta etapa: el cubano Eric Castaños. Manuel y Eric se conocieron cuando ambos competían en Chile. Ignacio ya estaba en el radar del entrenador y su deseo era llevarlo a Miami. Lo consiguió a pesar de la resistencia inicial del papá. Castaños había ofrecido una habitación de su casa para Ignacio, pero la habitación pasó a ser un sillón, y luego el piso del gimnasio donde entrenaban.
En San Ramón solo se enteraron de esto a raíz de un amigo, quien andaba casualmente de viaje por Estados Unidos y pasó a visitar a Ignacio. Manuel recibió una fotografía de su hijo durmiendo arropado en la esquina del gimnasio, sobre unas colchonetas. "Fue un golpe al corazón", recuerda Manuel, quien lo llamó inmediatamente.
-Nacho, ¿qué pasó? ¿Qué estás haciendo en el gimnasio?
-No, papá, es que vine a hacer aseo y así arreglamos un poco los gastos.
-No, Nacho, aquí pasa algo más.
Manuel no se convenció. Al rato, le envió la imagen que lo delataba.
-No, si esta semana nomás me quedo en el gimnasio, la próxima me voy a Chicago, me invitaron a entrenar allá.
-No, yo pesco un avión y te voy a buscar.
-Papá, escúchame. Tú te sacrificaste, tuviste que pasar hambre, andar en la calle. Te sacrificaste y por eso eres lo que eres ahora, ¿cierto?
-Sí.
-Déjame que yo también lo haga.
Su determinación contrastaba con su habitual timidez. Su padre cuenta que, de niño, cuando lo mandaban a pedir un favor a una vecina, su hijo pedía que lo acompañaran. Incluso hoy le cuesta solicitar reuniones, tarea que delega en Manuel o en su esposa, Caroline Gallardo, quien realiza muchas gestiones cotidianas en su nombre. A él le da vergüenza, comentan quienes lo conocen.
El entrenador mexicano-estadounidense Mike Valle lo tomó bajo su alero en Chicago. Fue ahí cuando Ignacio dio otro salto en su carrera. Valle ya veía en sus puños y piernas un nivel de clase mundial, pero le faltaban herramientas para los enfrentamientos en el suelo. En ese período, "La Jaula" participó en un campamento de lucha dedicado a perfeccionar su estilo sobre la lona, donde practicó disciplinas como el jiu-jitsu y la lucha libre olímpica.
En San Ramón, mientras tanto, los alumnos de Manuel hacían la transición del kickboxing a las MMA. Los conocimientos adquiridos por Ignacio en Chicago fueron traspasados por él mismo a todo el Team Bahamondes en uno de sus viajes a Chile. Su nivel y técnica eran notoriamente superiores, tanto así que Joans nunca más pudo vencer a "La Jaula".
Aquí, Ignacio conoció a su esposa. Su padre ya le había contado, mientras él se encontraba en Chicago, que al gimnasio se había unido una mujer que podría gustarle. "Es súper linda y le gusta pelear", le escribió. Ignacio declaró en una entrevista en el programa "La Junta" que cuando se encontraron fue amor a primera vista.
Pronto, fue llamado de nuevo por Valle, pero esta vez con un plan claro: vencer a los mejores en México para abrirse paso en el circuito estadounidense de MMA. Peleó en Zacatecas, Monterrey y Ciudad de México. A los 21 años tuvo la "entrevista más peligrosa del mundo", según sus palabras: una pelea contra el mexicano Edson Gómez, observada de cerca por Dana White, presidente de la UFC, que iba a definir su entrada a la compañía. Ignacio no dejó dudas. Cerró la noche con un K.O. por patada frontal en el segundo asalto.
La carrera de "La Jaula" avanzaba, sumando un triunfo tras otro. Con Makdessi, con Roberts, con Rongzhu, con Ogden, con Klein, con Giagos, con Torres y, finalmente, Turner. Un récord de 17 victorias y cinco derrotas lo tienen hoy, junto al español Joel Álvarez, en el podio de los 15 mejores peleadores de las 155 libras. Y como favorito para estar entre los 10 más fuertes.
-A mí no me importa el número 15, no me importa el número 14, ni el 10, ni el 5. Me importa el puro número 1 -señaló Ignacio en sus redes sociales tras perder la exclusividad en el decimoquinto puesto, que ahora comparte con el peleador español Joel Álvarez.
Cerca de 60 personas están reunidas en la Iglesia Pentecostal de la Biblia. El cielo de madera y las baldosas blanco invierno reciben a los Bahamondes, que llegan minutos antes de que el culto inicie. El pastor Jaime Beltrán comanda la oración sobre una tarima caoba: "Busca primero el reino de Dios, todo lo demás vendrá por añadidura".
A ratos, el canto de los fieles y de los cuatro músicos se escucha a cuadras de distancia. Alberth Bahamondes, el más joven de los hermanos, marca el ritmo con su puño derecho, golpeando su palma izquierda.
Manuel sube a la plataforma y habla desde el mismo lugar en el que estuvo Ignacio el pasado noviembre, cuando presentó a su hijo recién nacido a la congregación.
Ignacio ha allanado el camino que sus hermanos comienzan a recorrer. Alberth va tras sus pasos, guiado -dice- por la mano de Dios. "Todo lo que me ha pasado, las peleas, que me llamen de allá, de acá, las entrevistas, todo ha sido gracias a Él", asegura Alberth. Monserrat, la menor de la familia, los sigue desde lejos. A pesar de la negativa de Astrid Faúndez a que su hija se dedique a las artes marciales, reconoce algo inevitable: "Lo lleva en la sangre, lo lleva en el ADN. Más allá, yo no puedo hacer", dice, resignada.
Con el rostro hinchado, pero con una sonrisa tras vencer al californiano Jalin Turner, "La Jaula" agradeció a Dios por estar viviendo lo que siempre soñó. Al ser consultado por su siguiente rival, no dudó: "Quien quiera, cuando sea y como sea".
Ignacio daba otro paso hacia el objetivo que declaró dos meses antes del combate:
-En Chile y en el mundo, no se podrá hablar de las MMA sin decir el apellido Bahamondes.
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