Movilizarnos al futuro sin contaminar

Juan Carlos López
Cada 5 de junio, el mundo detiene por un instante su ritmo para reflexionar sobre una pregunta urgente: ¿cómo estamos tratando al planeta que habitamos? Este Día Mundial del Medio Ambiente llega en medio de señales innegables -olas de calor inusuales, sequías prolongadas, calidad del aire deteriorada- que nos obligan a acelerar la transición hacia modelos más sostenibles. Y en esa transición, la movilidad juega un rol crucial. Durante décadas, los vehículos de combustión interna han sido responsables de una parte significativa de las emisiones de gases de efecto invernadero, partículas contaminantes y ruido urbano. Hoy, las alternativas existen: vehículos eléctricos, híbridos enchufables, tecnologías basadas en hidrógeno o biocombustibles de segunda generación. Los llamados Vehículos de Nuevas Energías (VNE) representan más que una evolución técnica: son una promesa hacia una movilidad con menor impacto ambiental. Pero esa promesa, en el caso de Colombia, aún está en construcción. Si bien el país ha dado pasos importantes -como exenciones tributarias, algunas estaciones de carga en expansión y pilotos públicos y privados-, la infraestructura actual sigue siendo insuficiente para que una persona promedio pueda confiar plenamente en la movilidad 100% eléctrica. El miedo a quedarse varado en carretera o la dificultad para cargar un vehículo fuera de Bogotá y Medellín sigue siendo real. Eso no significa que debamos posponer la transición. Significa que debemos planearla mejor. Que debemos exigir políticas públicas que no se queden en incentivos fiscales, sino que garanticen acceso a cargadores, red eléctrica estable y precios competitivos. Y significa asumir que la transición no será instantánea ni homogénea: para muchos, el camino pasará primero por opciones intermedias como los híbridos o los eléctricos con rango extendido. A la vez, no podemos perder de vista una conversación urgente: ¿qué haremos con las baterías eléctricas al final de su vida útil? Aquí es donde el discurso ambiental debe volverse práctica industrial. Necesitamos capacidades locales para el reciclaje, marcos normativos que exijan trazabilidad y estándares que garanticen una economía verdaderamente circular. Si no resolvemos el "después", la solución se vuelve parte del problema. Los VNE reducen las emisiones, mejoran la calidad del aire, promueven la innovación industrial y generan nuevos empleos verdes. Pero no son una solución mágica ni automática. Requieren planificación, pedagogía y voluntad política. Y, requieren que dejemos de preguntarnos si estamos listos, y empecemos a prepararnos activamente para estarlo. Este Día del Medio Ambiente no basta con plantar árboles simbólicos o compartir frases inspiradoras en redes sociales. El verdadero compromiso con el planeta exige decisiones complejas, pero posibles. Cambiar la forma en que nos movemos es una de las más urgentes. La movilidad limpia no es un lujo, ni una moda. Es un deber que debemos cumplir, incluso si todavía estamos trazando el camino.
Gerente de Deepal y Changan.