Salvar la Caja Profesional
Conocíamos el final y conocíamos los plazos. Igual nos dejamos ahogar por los tiempos. Nos ganó la uruguayez.
El Uruguay quiere salvar su Caja de Profesionales. Todo el sistema político tiene altísimo compromiso con alcanzar una solución sustentable. Es la Caja creada para dar cobertura a los que no la tenían aún, en ese Uruguay que recorría sus últimos años de felicidad. Es la Caja que fue ejemplo del deber ser. De las prestaciones generosas. De las inversiones ejemplares. Parecía infundible. Conseguimos fundirla.
Conocíamos el final y conocíamos los plazos. Igual nos dejamos ahogar por los tiempos. Nos ganó la uruguayez que no es lo mismo que la uruguaya. El milagro de dar vuelta el resultado en los últimos cinco minutos es del fútbol. No corre para las finanzas. Las reservas se agotan el mes que viene. Hay que afrontar 51 millones en este año, 120 el año que viene y 150 cada año a partir del 2027. Estamos hablando en dólares. En millones de dólares.
El Frente Amplio se enfrenta a su pasado reciente. La irresponsabilidad del año 23 cuesta hoy. En el 23 no ayudó. Pensó en su suerte. Se olvidó de la Caja y se olvidó del país. Ahora tuvo que presentar un proyecto igual al que presentó el Gobierno en el 23, pero peor. Mucho peor porque la situación es peor. Le pide más a los activos, le pide más a los pasivos, más a la sociedad y más a las rentas generales que siempre pagan los de ingreso fijo. Pide que todos pongan. Pide que pongan lo que no puso. Que los otros tengan la responsabilidad que no tuvo. El país no ha visto su pedido de disculpas.
La arquitectura propuesta para cubrir los 150 millones es que los activos pongan 33 adicionales, los pasivos resignen 48, entre la convergencia al sistema general y la aceleración de la transición entre sistemas, 32 de ahorros. La suba de los timbres aportaría 9 con el ajuste por índice medio de salarios en vez de IPC y 32 saldrían de rentas generales.
Para pagar eso los activos verían incrementados sus aportes en un 36% si se parte de la base de 16,5% que es el aporte vigente para el año 27. A los pasivos se les quiere imponer con una escala similar a la aplicada para Caja Bancaria. Durísima para algunas escalas, y legalmente discutible por doble imposición.
El sistema convergiría con el sistema general de jubilación. Edad pasando de 60 a 65 años, tasa de reemplazo de 50% pasa a 45% del salario básico jubilatorio, y salario básico jubilatorio calculado en base a los 20 últimos años en vez de los 3 actuales. Sumado a esto una transición aceleradísima que no da tiempo a nada al involucrado. Como dijimos el timbre ajustaría por un índice que crece en el orden del 1% cada año por encima de la media de los precios de la economía.
Los diputados debatieron mucho y ayudaron mucho. Convergencia de regímenes. Transición acelerada. Hacer permanente el 2% adicional temporal que aportan los activos. Aceleración del crecimiento de los timbres profesionales, aun a sabiendas del costo político potencial si ese incremento de timbres fuera indebidamente transformado en incremento de tickets de medicamentos. La idea de que el equivalente al IASS que pagan los profesionales vaya a la Caja. Eso entre otros múltiples aportes.
La disposición está. La vocación de salvar la Caja es clara. La voluntad generosa de asumir costos políticos ha sido demostrada. Pero queremos salvar la Caja. No queremos caer en lo que sentenció el ministro Gabriel Oddone. No estamos dispuestos a una solución que sea "pan para hoy y hambre para mañana". No queremos un equilibrio ilusorio. Queremos un equilibrio sostenible.
Hay disposición a votar convergencia y transición acelerada. Hay disposición a votar el sacrificio de activos y pasivos. Algún incremento de timbres. Pero que valga la pena. Que sea en el marco de una solución que dure por muchos años. Que sea en una medida más razonable y que ayude a una Caja a la que no le estemos viendo un nuevo final.
Ya vimos lo que sucedió en el 23. Con la suba transitoria de 2 puntos en el aporte de los activos se bajó mucha gente. Ahora sería peor. Habría aumento del aporte y una expectativa de retorno menor. Hay que aprender de la experiencia, y si es tan reciente más aún. Nadie de los que está afuera del sistema se vería tentado a entrar, y muchos de los que están adentro se saldrían. Quedarían solamente los que están encerrados. Los que están obligados por su trabajo, y a los que igual les conviene porque están a punto de recibir la devolución de lo que aportaron. Ningún otro. El que sacará más de lo que ponga y el que no tiene más remedio. Los demás irán a regímenes alternativos de seguridad social o a seguros de renta fija.
La solución debe romper las rigideces de un sistema que se daba el lujo de elegir. De expulsar a los que no quería. De desconocer las inestabilidades en el ingreso. El ingreso siempre creciente a lo largo de la carrera profesional. El supuesto del empleo permanente.
Pero la solución debe contemplar alientos para el ingreso de los que no están. Un aumento significativo de afiliados al sistema. Un cambio que permita creer. El periodista Leonardo Haberkorn nos hace ver un detalle no menor. Como mucha gente ha podido estudiar en los últimos tiempos, a diferencia de los demás, este sistema no está limitado en el número de potenciales participantes.
La solución pasa por las referidas flexibilizaciones. Pasa por la posibilidad de incorporar la idea de la convivencia de jubilación y trabajo. La existencia de la jubilación por edad avanzada y su compatibilidad con otras jubilaciones. Un régimen de reincorporación de deudores pagable. Mecanismos de creación de vínculos con los profesionales que están afuera del sistema para meterlos para adentro. Con libertad de decisión, no hace falta aclararlo. Pero con posibilidad y ventaja de hacerlo.
La gran revolución es la de abandonar las trincheras partidarias y animarse a trabajar juntos en la concepción de una nueva arquitectura. Sin derechos de autor ni costos de autoría.
Si nos animamos en esto, tal vez sea la base de confianza que el país está necesitando para encarar temas mayores.