Obsolescencia de la franja de TV
Parece razonable someter este espacio de propaganda a un escrutinio crítico.
El espacio conocido como franja electoral fue concebido como una manera de otorgar a los candidatos similar acceso a la televisión abierta, en un horario definido y durante un período prefijado de días, procurando de ese modo evitar que quienes contaran con más recursos tuviesen mejor acceso a los medios audiovisuales, en desmedro del resto.
Han transcurrido más de 35 años desde su instauración, para un plebiscito con solo dos opciones. Hoy parece claro que ese diseño no es el más adecuado para la gran variedad de elecciones actuales, en que el votante se ve enfrentado a una diversidad de alternativas. Adicionalmente, el que haya sido pensada solo para la televisión abierta, en circunstancias que las tecnologías digitales han multiplicado los formatos audiovisuales para comunicar mensajes políticos, la ha ido transformando en un espacio crecientemente menos representativo de la dinámica electoral moderna.
Por otra parte, la idea de que todos los candidatos tuviesen acceso a la franja con algún criterio de proporcionalidad -en ciertos casos, el caudal electoral que los partidos o conglomerados respectivos tuvieron en la elección anterior, o igual tiempo para cada uno, en lo referido a postulaciones presidenciales- genera distorsiones que no han sido resueltas, a pesar de haber sido detectadas hace ya tiempo: por ejemplo, la gran cantidad de candidatos de algunas elecciones, algunos de los cuales son independientes, a quienes el criterio de proporcionalidad les otorga pocos segundos de tiempo, lapso en el cual es imposible entregar cualquier mensaje; o que el acceso gratis a través de la franja promueva una inflación de postulantes presidenciales. Aún más evidente es que, como la influencia de la televisión abierta se encuentra hoy fuertemente desafiada por las plataformas digitales y redes sociales, la franja electoral está adquiriendo una creciente y ostensible obsolescencia como forma de propaganda política. Con todo, sigue representando una pesada carga para los canales, que pierden un importante espacio de avisaje en momentos en que su subsistencia comercial se halla en entredicho.
A la luz de lo anterior, parece razonable someter la franja a un escrutinio crítico, que dé lugar a un debate sobre su actual estructura y existencia, así como su real aporte a la información ciudadana. Si se concluye que las razones que llevaron a concebirla siguen siendo válidas y que efectivamente contribuye al buen funcionamiento de la democracia, será necesario determinar qué rectificaciones le darían mayor eficacia.