¿Germen de la reelección?
Ricardo Santamaría
¿Para que una nueva Asamblea Nacional Constituyente? La actual Constitución es muy buena, es joven, fue el fruto de un proceso popular sin precedentes y de un amplio conceso entre todos los sectores de la sociedad
Ricardo Santamaría
¿Para que una nueva Asamblea Nacional Constituyente? La actual Constitución es muy buena, es joven, fue el fruto de un proceso popular sin precedentes y de un amplio conceso entre todos los sectores de la sociedad. Colombia no necesita una nueva constitución, necesita un buen gobierno que es lo que no tenemos. Con la actual carta política, basta y sobra. Creo que las razones de Petro son otras: ¿Es el germen de una reelección disfrazada? La propuesta no parte de un clamor nacional ni de una crisis institucional que justifique semejante salto al vacío. Es, más bien, una huida hacia adelante frente a su propia incapacidad para gobernar y construir mayorías democráticas en el Congreso. Petro no ha podido implementar su agenda porque no ha querido dialogar ni concertar; ha preferido la confrontación permanente, el discurso incendiario y la polarización. Ahora, ante el fracaso legislativo, quiere cambiar las reglas del juego. Como bien lo dijo el abogado Mauricio Gaona en debate con el ministro Montealegre: Lo que el gobierno llama bloqueo institucional frente a las reformas, es el ejercicio legítimo de la oposición y es el precio que los gobiernos pagan por vivir en democracia. Una constituyente improvisada puede eliminar contrapesos y desmontar la democracia liberal. La Constitución de 1991 fue el resultado de un proceso profundamente democrático, pluralista y representativo. Surgió en un momento de apertura, luego de un proceso de violencia, y fue posible gracias a un amplio consenso nacional. Su legitimidad no provino solo del mecanismo que la convocó, sino del espíritu incluyente que la animó. En ella participaron los movimientos indígenas, mujeres, jóvenes, desmovilizados de las guerrillas, sectores liberales y conservadores, izquierda y derecha por igual, empresarios y trabajadores. Hoy, Petro quiere reemplazar ese legado con una constituyente a la fuerza, que no responde a una necesidad nacional, sino a su proyecto personal. La ciudadanía debe estar alerta. Ya lo hemos visto en otros países: El camino al autoritarismo muchas veces comienza con una "asamblea del pueblo". La del 91 fue una constituyente producto de la unidad nacional. Hoy tenemos el escenario contrario, producto de la división propiciada por el presidente. Defender la Constitución del 91 no es defender el statu quo. Es proteger los valores fundamentales de una democracia moderna: La separación de poderes, los derechos fundamentales, la descentralización, la participación ciudadana, la protección de las minorías, la alternancia en el poder, la tutela, la independencia de la justicia y la política macroeconómica. Si hay que reformar, que se reforme dentro del marco que la misma carta establece. Pareciera que la agenda del presidente no es la justicia social ni la paz total, sino el poder total. Quedó claro que su propuesta de consulta popular, a través de un decreto, era abiertamente inconstitucional. Para bien de la democracia funcionó la separación de poderes. Con esto de la constituyente debe ocurrir lo mismo. Hay que respetar la Constitución.
Analista.