Jueves, 26 de Junio de 2025

¿Lo menos malo?

ColombiaEl Tiempo, Colombia 25 de junio de 2025


Miguel Gómez Martínez
En este país donde la mediocridad ha sido entronizada en todos los aspectos, la declaración del presidente del Senado merece ser gravada en letras doradas a la entrada del Congreso: Efraín Cepeda aseguró que el texto aprobado por el Senado (la reforma laboral) "era un mal menor si se comparaba con la propuesta original del Gobierno nacional o la consulta popular"


Miguel Gómez Martínez
En este país donde la mediocridad ha sido entronizada en todos los aspectos, la declaración del presidente del Senado merece ser gravada en letras doradas a la entrada del Congreso: Efraín Cepeda aseguró que el texto aprobado por el Senado (la reforma laboral) "era un mal menor si se comparaba con la propuesta original del Gobierno nacional o la consulta popular". Sólo le faltó agregar que era mejor que el holocausto, la pandemia o la guerra nuclear. En el fondo no es de extrañar que la cabeza del legislativo esté satisfecho con lo obtenido. No podría esperarse nada distinto de un congreso que lleva décadas legislando sobre lo que no debe, evitando legislar sobre lo que debe y articulando consensos a partir de acuerdos de corrupción. Que el gobierno sea un total desastre no quiere decir que el parlamento sea bueno. Utilizando un lenguaje "cepedista" es "menos malo" que el ejecutivo, lo que no quiere decir que sea bueno. De hecho, este congreso es de los más malos de la historia reciente por la pobreza intelectual de muchísimos de sus miembros y por la rampante corrupción que salpica a varios de ellos. La reforma laboral aprobada es un buen ejemplo de una mala ley que protege más a los que ya tienen protección mientras abandona- una vez más- a los millones de colombianos que laboran en la informalidad, sin garantías ni derechos. Es una pésima ley que castigará aún más a los creadores de empleo sin resolver ninguno de los problemas de fondo del mercado laboral. No actualiza el vetusto régimen laboral colombiano que tiene más de 50 años de promulgado, no tiene en cuenta las profundas transformaciones que la tecnología está incorporando en la economía, no flexibiliza el trabajo como los jóvenes lo exigen, tampoco considera la revolución de la inteligencia artificial ni los efectos que tendrá sobre la productividad. Ni por un segundo los parlamentarios pensaron en los millones de informales y en los desempleados. Es una reforma hecha por sindicalistas que no trabajan para proteger a los poquitos sindicalizados que representan y para atornillar aún más a los empleados públicos. Una larga tendencia académica afirma que la democracia es el arte de lo políticamente posible. En la práctica ello excluye abordar temas complejos, socialmente sensibles y que implican sacrificios colectivos. Por eso se aprueban- año tras año -presupuestos en desequilibrio, se aplauden todas las normas liberticidas, se legisla sobre los requisitos de los paseadores de perros, se promulgan códigos que protegen a los corruptos y delincuentes o se promueven sistemas, como el pensional, que son insostenibles en el tiempo. Bien lo dice Cepeda: nuestras leyes son menos malas. Podrían ser peores pero no son buenas. Son malas. No corrigen los problemas y muchas veces los agravan. Estamos gobernados por una mediocridad estructural. En democracia, todo pueblo tiene el gobierno y el congreso que merece.
Consultor empresarial migomahu@gmail.com @miguel.gomez.m
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