"¿A qué le llama exitoso?": el encuentro comenzó con un pase de factura de las dos partes y terminó en un intercambio ameno en busca de soluciones para mejorar los problemas de violencia.
La entrada de los periodistas fue efímera. Apenas tres minutos para que pudieran "registrar imágenes" y fueran testigos breves de una reunión que duró prácticamente tres horas y que tuvo a múltiples actores presentes en la sede del Ministerio del Interior.
De un lado, el delegado Enrique Campos, Ricardo Vairo, Ignacio Ruglio y Eduardo Zaidensztat; del otro Flavio Perchman, Matías Pérez, además de Gustavo Mariossa,Sergio Pérez Lauro y la contadora Victoria Díaz (de AUF) separados por un par de jarras de agua.
Lapicera en mano, el ministro Carlos Negro tomó la posta y le dio un primer tirón de orejas -por igual- a los dirigentes de Peñarol y Nacional, según pudo presenciar Ovación. Sin señalarlos directamente, les dijo que no había "conciencia" ciudadana sobre los que, a su entender, son los "responsables" de la seguridad de un espectáculo deportivo, como el clásico que se jugó el pasado domingo.
En un tono sereno, pasándose la birome de mano en mano y cada tanto echándole un vistazo a la libreta de apuntes, su imagen se contrastaba con la templanza que mostraba el vicepresidente Flavio Perchman, al que se lo vio atento, masticando un chicle. La conversación empezó con un pase de factura sobre una discusión que ya es eterna para quienes siguen los temas relacionados al fútbol y a la seguridad: "El ciudadano termina convencido de que el encargado de la seguridad en un espectáculo privado es la policía cuando no lo es", aseguró el ministro.
Poco después, manifestó su preocupación por otro de los incidentes registrados en el partido clásico, que, en definitiva, fue lo que convocó a la reunión de ayer entre las partes: "Tras las banderas propias se esconden trapos rivales que incitan de manera implícita la violencia, pero sabemos que ocurre en las tribunas de los equipos grandes y sobre todo cuando se enfrentan".
Su tono siguió siendo monótono, mantuvo la misma línea discursiva del comienzo hasta que, ya sin la presencia de los periodistas, fue el turno de los dirigentes, quienes le retrucaron parte de los dichos sobre el operativo clásico: "No entiendo a qué le llama exitoso", le habrían señalado.
Perchman, en particular, fue uno de los que marcó distancia con esa lectura del ministro: "De repente para las pautas que ustedes se pusieron fue perfecto. Para los clubes no. De los dos lados se exhibieron banderas (robadas), hubo una cantidad de pirotecnia impresionante. No podemos hablar así si hay una persona herida", le dijo, palabras más, palabras menos al jerarca, según reconstruyó Ovación con fuentes participantes del encuentro.
Las jarras de agua pasaron a ser anecdóticas y más tarde se sumó Ignacio Ruglio a los reparos. Se alineó a la postura del vice de Nacional, mostró puntos de acuerdo y desmarcó a Peñarol de las responsabilidades por lo sucedido. La discusión, poco a poco, fue elevando el tono y se zanjó pasada la media hora cuando decidieron concentrarse en las soluciones "constructivas" y dejar a un lado las visiones encontradas.
Finalmente, el Ministerio del Interior compartió un comunicado en el que se da cuenta de un total de siete medidas. Entre los puntos a destacar, se remarca que se les exigirá a los organizadores de los espectáculos deportivos, de ahora en más, que necesariamente deban tener los habitáculos abiertos, cosa que, según constataron desde la Guardia Republicana, no sucedió el día de la final del Intermedio.
Una de las hipótesis que se maneja es que los proyectiles se ingresaron en días previos al clásico. La otra posibilidad es que haya sorteado con éxito los controles de la guardia privada durante el ingreso.
A la espera de una identificación, las investigaciones continúan en curso.