Uno de los grandes desafíos de la gobernanza global es construir normas que requieran reconocer la diversidad y las asimetrías. El consenso no significa aceptar un estándar único.
Brasil presidió la 17ª Cumbre del BRICS (6 - 7 de julio 2025). Además de los cinco países que conforman el acrónimo BRICS, se sumaron nuevos miembros a partir de 2024: Indonesia, Egipto, Irán, Etiopía y Emiratos Árabes Unidos. Arabia Saudita aún no se ha unido formalmente al bloque, aunque participa como miembro. Además, existe la categoría de
países socios del BRICS, compuesta por Bielorrusia, Bolivia, Kazajistán, Cuba, Malasia, Nigeria, Tailandia, Uganda, Uzbekistán y Vietnam.
En la evaluación de representantes de la sociedad civil publicada en la prensa, en notas académicas sobre el BRICS y en la Declaración Final de los Presidentes, se destacan dos posturas. Una considera que la heterogeneidad de los intereses de los miembros dificulta propuestas más asertivas, ya que las decisiones son consensuadas. Además, algunos críticos creen que la composición predominantemente asiática del grupo tiende a tener un sesgo "antioccidental" y pro-China. Para otro grupo, si la heterogeneidad dificulta el consenso sobre diversos temas, esta también sería la importancia de los BRICS. Exploremos esta alternativa.
Las instituciones económicas creadas en la posguerra el Fondo Monetario Internacional (FMI), el Banco Mundial (BM) y el Acuerdo General sobre Aranceles Aduaneros y Comercio (GATT, y posteriormente la Organización Mundial del Comercio, a partir de 1995) reflejaban los valores, las normas y las directrices del orden liberal, tal como lo entendían, especialmente, Estados Unidos y sus aliados europeos.
Las decisiones en el FMI y el BM se toman mediante votación ponderada, basada en la participación de los países, en función de sus ingresos y otros criterios. Por ejemplo, en el FMI, algunas decisiones requieren al menos el 85% de los votos.
Actualmente, Estados Unidos ostenta el 16,49%, seguido de Japón con el 6,14% y China con el 6,08%, lo que significa poder de veto. Una de las demandas de los BRICS es la reforma de las cuotas del FMI, que comenzó en 2010, pero aún no se ha implementado plenamente.
En la OMC, las decisiones son consensuadas. La irrupción de China y de países en desarrollo como Brasil puso fin a la formación de un consenso liderado por Estados Unidos, Canadá, Japón y la Unión Europea (Diálogo de Seguridad Cuadrilateral).
Cómo abordar las asimetrías entre países con diferentes niveles de desarrollo y definir el grado de autonomía de las políticas nacionales se convierten en temas donde el consenso se vuelve más difícil, dada la diversidad de valores y entendimientos sobre políticas públicas, subsidios y otros temas.
Uno de los grandes desafíos de la gobernanza global es construir normas que requieran reconocer la diversidad y las asimetrías. El consenso no significa aceptar un estándar único. No significa poner fin a la globalización, sino más bien a las reglas que requerían armonización y altos niveles de convergencia para minimizar los costos de transacción económica, como en las décadas de 1990 y 2010. La reglobalización implica la creación de un sistema de reglas. Por lo tanto, es necesario identificar las reglas mínimas que todos acepten y qué grados de flexibilidad se pueden negociar.
El BRICS no es un acuerdo económico. Sin embargo, en cada una de las áreas priorizadas por la Presidencia brasileña, se crearon plataformas de cooperación e incentivos para dar continuidad a las ya en marcha. La Declaración Final destacó la Declaración Marco de los Líderes del BRICS sobre Financiamiento Climático, la Declaración de los Líderes del BRICS sobre Gobernanza Global de la Inteligencia Artificial y el lanzamiento de la Alianza BRICS para la Eliminación de Enfermedades Determinadas Socialmente.
Bajo el título "Cooperación Internacional en Economía, Comercio y Finanzas", se estableció que se discutirá la creación de un sistema de Garantías Multilaterales (MGM), que se incorporará al Nuevo Banco de Desarrollo, para promover la inversión privada en infraestructura y desarrollo sostenible. El objetivo es reducir el riesgo para los países del sur global. También se propuso la creación de un Mecanismo de Cooperación Interbancaria del BRICS para fomentar prácticas financieras y nuevos enfoques para los proyectos. Hemos mencionado solo dos iniciativas, pero se proponen varias más.
Los otros ejes son: fortalecer el multilateralismo y la gobernanza global; Seguridad, paz y estabilidad internacionales; cambio climático, promoción del desarrollo sostenible, justo e inclusivo; y alianzas para la promoción del desarrollo humano, social y cultural.
Cada uno de estos ejes presenta diversas iniciativas de cooperación, la creación de mecanismos de intercambio, entre otros. Una visión escéptica señalaría que se trata de varias propuestas sin seguimiento, que reflejan deseos comunes sin detallar cómo se implementarán, y por lo tanto, el consenso es fácil.
No compartimos una visión escéptica, pero reconocemos lo improbable que es que la amplia agenda de los BRICS se concrete plenamente. Sin embargo, no creemos que esto sea un problema. Entendemos que los BRICS funcionan como un paraguas institucional donde no todas estas iniciativas avanzarán ni participarán todos los países.
La interpretación de los BRICS como un posible "ejercicio de negociación para un mundo multipolar", donde las decisiones deben acordarse con base en los resultados de la cumbre, sugiere que no todos los temas son susceptibles de consenso, especialmente en cuestiones geopolíticas. Además, si bien los BRICS han anunciado su compromiso con la gobernanza global de la inteligencia artificial, una prioridad en el mundo actual, el desafío radica en evaluar si será posible alcanzar una propuesta sustancial sobre las reglas de esta gobernanza.
Cabe señalar que el temor a que los BRICS sean identificados como un grupo antioccidental es infundado, ya que varios participantes tienen vínculos económicos y políticos con Estados Unidos y países europeos. Otra preocupación es que el uso de los BRICS como plataforma por parte de China depende de la posición de otros países del grupo, especialmente de las mayores economías en desarrollo, como Brasil, India e Indonesia. Desde esta perspectiva, Brasil no está interesado en ampliar la membresía del grupo, ya que esto dificulta el desarrollo de posiciones comunes.
Los BRICS son un espacio de diálogo y propuestas que pueden o no implementarse. Han permitido la creación de grupos a nivel gubernamental, de instituciones del sector privado, académicos e institutos de investigación que se reúnen a lo largo del año entre cumbres. Estos intercambios son una contribución significativa al desarrollo de un mundo donde se espera que la diversidad sea uno de los componentes que garantice la estabilidad de un mundo multipolar.
- La autora, Lía Baker Valls Pereira, es Jefa del Departamento de Análisis Económico de la UERJ, Investigadora Asociada de FGV IBRE. El artículo fue publicado en Cojuntura Económica.