El futuro del cielo
Que 13 mil funcionarios con licencia viajaran a algún casino, habla de una pulsión, una fe en la suerte
Que 13 mil funcionarios con licencia viajaran a algún casino, habla de una pulsión, una fe en la suerte. Y buscan signos, por ejemplo, en sus horóscopos.
Esta semana, desde ayer, comienza una alineación de planetas tan importante que el calendario del MAS, Instituto Milenio de Astrofísica (https://astrofisicamas.cl/) dice "Alineación planetaria 11 de agosto". Hoy.
El astrónomo del MAS, Álvaro Rojas, me explicó la alineación que veremos desde nuestro balcón, la Tierra, que orbita en torno al Sol, como los otros planetas.
Observando justo antes del amanecer, seguro que no conseguiremos ver a Mercurio al Este: la cordillera lo ocultará. Un poquito más arriba, los dos objetos más brillantes de nuestro cielo después del Sol y la Luna -los planetas Júpiter y Venus-, se aproximarán como nunca. Bello. Luego, necesitaremos binoculares o un telescopio para ver a Urano y, casi en el cenit, nos espera Neptuno. A ojo limpio, hacia el oeste, veremos a Saturno.
Esta danza no se repetirá hasta 2040. Es una ilusión, me advierte Makarena Estrella, del MAS, los planetas no están todos en una línea, es una vista aparente desde nuestro balcón, la Tierra.
Agrega: "No hay evidencia científica de que estos eventos tengan un impacto directo en la vida humana".
Por suerte, porque vi en YouTube a dos astrólogos (no astrónomos) internacionales, Karolina Mar y José Millán: predicen cambios horribles. Egoísmos, endeudamientos, diálogos falsos, violencia, catástrofes; un quiebre.
Los astrólogos relacionan la posición de los planetas -que circulan frente al fondo "inmutable" de las constelaciones estelares- con profecías sobre la vida y los pueblos. "No tienen base científica", me dice Álvaro Rojas, "pero sí una base sociológica, que es superficial".
Desde antaño -cuenta- distinguieron lo inmutable (las constelaciones estelares) de lo imperfecto, lo que cambia (los planetas y nosotros). Pero, en 1572, el astrónomo Tycho Brahe observó explotar una supernova: se había producido un cambio en el área de la perfección. ¿Un milagro?, lo inmutable no cambia.
Tal fenómeno derrumbó los principios de Aristóteles. "Fue el comienzo de la revolución científica", me dice Álvaro Rojas. Se empezaron a abandonar las creencias astrológicas. El cielo pasó a ser explicable, una parte de la naturaleza.
Aunque aún continúa el imaginario colectivo proyectado por los movimientos periódicos de los planetas sobre las estrellas.
Los cielos urbanos brillan poco. Teníamos hasta hace 150 años, dice Rojas, contacto intenso con los cielos, como parte de la naturaleza. Y "estos sentimientos desatados cuando uno va a vivir un cielo, de inmensidad, de preguntas filosóficas, de sentirse pequeño" ahora nos suceden rara vez.
"Más allá de la contaminación lumínica (...) empresas y personas sin pedirle permiso a nadie, llenan la órbita baja terrestre de objetos que eventualmente veremos circulando. Cada vez perdemos más contacto; hemos perdido el valor, el respeto a lo que significa tener un cielo diáfano que observar".
Mañana o toda la semana, a sentirlo a las 6:45.