Estamos siendo testigos del fin de una era
Llevamos en el bolsillo varias millones de veces más poder cómputo que el que había en todo el planeta al terminar la Segunda Guerra Mundial; la lista de cosas que nunca antes habían pasado y ahora son cotidianas abruma
Aunque nos cueste admitirlo y, en algunos casos, ni siquiera lo advirtamos, navegamos océanos no cartografiados
Llevamos en el bolsillo varias millones de veces más poder cómputo que el que había en todo el planeta al terminar la Segunda Guerra Mundial; la lista de cosas que nunca antes habían pasado y ahora son cotidianas abruma
Aunque nos cueste admitirlo y, en algunos casos, ni siquiera lo advirtamos, navegamos océanos no cartografiados . No es de ahora, y esta columna hizo hincapié durante más de 30 años en que las recetas conocidas irán dejando de funcionar una por una . Dicho de otro modo, están pasando demasiadas cosas importantes que no habían ocurrido nunca antes en la historia .
Es la primera vez que 5000 millones de personas llevan en el bolsillo varias millones de veces más poder de cómputo que el que poseía todo el planeta al terminar la Segunda Guerra Mundial . Poder de cómputo suena un poco hermético, lo sé. Significa la capacidad de hacer matemática. Y la matemática es poder.
Es la primera vez en la historia que más o menos ese mismo número de personas están conectadas a una red global a la que incluso los totalitarismos más rancios les cuesta poner un bozal . Esa red y el cómputo accesible nos permitieron sobrellevar una pandemia que tan solo 40 años atrás (ni hablar 500 años atrás) habría sido dantesca . La clase dirigente , que había tenido más de 100 años para prepararse , desde la gripe de 1918 , ni siquiera había bocetado un manual de procedimientos para cuando la peste golpeara de nuevo. Pero tuvimos Zoom , Internet y nuestras computadoras , y la economía, aunque renqueando, siguió adelante.
Después de la pandemia, mientras muchas empresas seguían sin ver que también empleo estaba cambiando y que la presencialidad es solo un opcional , como el apoyamuñecas del teclado (la última en insistir con este dislate es, paradójicamente, Microsoft ), llegó ChatGPT . La IA, mal comprendida, pero efectista, es un milagro técnico que proviene de la combinación de dos factores: todos los datos (texto, imágenes, videos, estadísticas, debates) que subimos a Internet y un poder de cómputo colosal .
Creo que podemos estar de acuerdo en que la IA está conjurando una tormenta perfecta . Es posible discutir los detalles, pero la IA está, de nuevo, poniendo todo patas para arriba , apalancada en dos tecnologías que, oportunamente, ya habían puesto todo patas para arriba (el cómputo económico, Internet).
Mientras tanto, una parte significativa de la clase dirigente sigue viviendo en la década del ‘50. Del siglo pasado. Pero ese no es el punto. Históricamente, la dirigencia nunca vio lo que se venía . A la imprenta de Gutenberg, más de cinco siglos atrás, la calificaron de máquina demoníaca. El punto es que cuando, en la década de 1450, Gutenberg publicó la Biblia en 42 líneas , nadie vio allí el Quijote , que fundaría la novela ; el Philosophiæ Naturalis Principia Mathematica , donde Newton expuso la gravitación universal ; las Constituciones de las democracias occidentales , que son el mayor progreso socio-político en la historia humana, ni, claro está, nadie anticipó el periodismo , la Revolución Industrial , la radio , la TV , la llegada a la Luna o la tomografía computada . Pero ese es el mundo que puso en marcha, en las postrimerías de la Edad Media, la imprenta de tipos móviles ; o, para decirlo con más precisión, la producción en serie de libros .
Hasta hace relativamente poco -digamos, medio siglo -, habitábamos ese mundo. El mundo creado por un desarrollo que no solo liberó la información del corralito impuesto por el status quo (no sin mártires, hay que decirlo), sino que además redujo el costo del acceso a esa información a valores ínfimos .
No nos damos cuenta de que vivimos en un mundo que habría sido incomprensible para las gentes de la Edad Media porque es nuestro mundo . El de la alfabetización como norma , el de la energía eléctrica , la refrigeración de alimentos y el agua potable . El de la medicina (vacunas incluidas) , los comicios y el ascenso social . ¿Qué habría pensado una persona de la Edad Media si viera pasar un avión como los vemos acá desde la Redacción, a 250 metros del suelo? ¿Habría visto una aeronave o habría visto un dragón?
Ese mundo, nuestro mundo, el que alguna vez fue nuevo y revolucionario, está cambiando. Lo que viene es enteramente imprevisible . Como lo habría sido la resonancia magnética nuclear para el médico que usaba sanguijuelas para tratar toda clase de males, hasta hace algo más de 200 años .
En todo lo novedoso tendemos a ver solo lo malo. Es un sesgo propio de casi todos los seres vivos, que deben estar alertas para mantenerse a salvo. Cada nueva tecnología, desde la imprenta hasta la computadora personal, el celular, las redes sociales y ChatGPT, alarman. Es normal. Ya pasó. Va a seguir pasando.
Pero los síntomas más significativos de que estamos atravesando un cambio de realidad, de mundo, de tablero y de reglas de juego están en otro lado. Primero, cada vez que el mundo entra en una nueva era, el poder se atomiza y, eventualmente, se redistribuye . No puedo saber (insisto, es ridículo hacer anticipos) qué significará esto, pero así funciona. Segundo, una parte sustancial de la dirigencia se convierte lenta pero inexorablemente en un adorno . Tercero, y al revés de lo que los adultos solemos creer, son los jóvenes los que, dado el tiempo suficiente, reescriben las reglas, reviven la sociedad y renuevan eso que llamamos, a falta de una palabra mejor, realidad .
El mundo en el que vivimos está, literalmente, desapareciendo. Será reemplazado por otro que, por ahora, no podemos ni vislumbrar (a veces la ciencia ficción da algunas pistas fragmentarias) ni mucho menos entender . Llevará tiempo, eso sí; esta clase de mutaciones, como la que llevó de la Edad Media al Renacimiento o de cazar y recolectar a la agricultura, la ganadería y los asentamientos urbanos, son cualquier cosa menos veloces . El Quijote es de 1605 . El Principia Mathematica es de 1687 .
Pero todos deberíamos asumir que nos tocó ser testigos del fin de una era. La historia, si tal cosa sigue siendo relevante en el futuro, podrá decir si algunos, además de espectadores atónitos, fueron protagonistas .