Fiestas Patrias en Japón
Con un grupo de amigos vinimos a Japón con motivo de los 80 años del término de la Segunda Guerra Mundial
Con un grupo de amigos vinimos a Japón con motivo de los 80 años del término de la Segunda Guerra Mundial. El 2 de septiembre de 1945, se firmó la rendición de Japón. Se necesitaron 15 años de lucha con China, casi 4 con EE.UU., la destrucción del 65% de su infraestructura industrial, que su población estuviera con una ración de 1.000 calorías diarias, 2 bombas atómicas y que la Rusia comunista aplastara su Ejército en Manchuria para que un país que no se había rendido nunca, lo hiciera. En los museos en Japón se habla con el eufemismo de que "se acordó la paz", porque la palabra rendición sigue siendo vergonzosa. Por eso no es raro que por acá se celebre a Prat y su gesta heroica.
En 1868, Japón comenzó su modernización en lo que se llamó la restauración Meiji. Reformas varias, integración al mundo, incorporación de tecnologías, creación de un Parlamento y de un nuevo modelo educativo, terminaron con el feudalismo y desarrollaron el país. De la mano de esa modernización vino el militarismo que la llevó a crear un imperio a sangre y fuego que terminó mal.
De ahí tuvieron que reinventarse de nuevo, partiendo de un país destruido y ocupado militarmente. Renunciaron a la guerra y se dedicaron a reconstruir su economía de la mano de una democracia constitucional. EE.UU. nombró al general MacArthur a cargo de la ocupación y le dieron una instrucción tan escueta como ambiciosa:
"Su misión es destruir el poder militar, castigar a los criminales de guerra, crear la estructura de un gobierno representativo, modernizar la Constitución, organizar elecciones libres, emancipar a las mujeres, liberar a los prisioneros políticos, liberar a los agricultores, impulsar una economía libre, abolir la opresión policiaca, desarrollar una prensa libre y responsable, liberalizar la educación, descentralizar el poder y separar Iglesia de Estado".
Para eso, mantuvo al emperador, le quitó su divinidad, estableció el sufragio universal, hizo una reforma agraria, protegió la propiedad e impuso una nueva Constitución que todavía dura, creando una democracia liberal ejemplar en medio del Asia.
Los japoneses son amables y silenciosos. Nadie bota basura, pinta grafitis o se cuela en el metro. Son honrados, el arte es refinado y el civismo envidiable. Es un viaje largo a un mundo distinto, donde prima la excelencia. Es una lástima que nuestro Presidente no haya asimilado más de su cultura que los animés que veía en TV.
Entre templos sintoístas y museos modernistas, fui al mercado al remate de los atunes del día. Dependiendo de su origen, color, grasa y variedad tienen distinta demanda y precios. No pude dejar de reflexionar que por eso el socialismo no funcionó, porque nunca pudo manejar todas las variables que influyen en la determinación de un precio, que parece simple como el atún pero que no lo es. Así entre la teoría socialista y la realidad del mercado siempre existió un océano insalvable.
Visitamos el pabellón de Chile en la feria de Osaka. La arquitectura interior, bonita; el telar que copa el recinto, bonito también, pero lo demás, una vergüenza. Puros mensajes ideológicos pueriles. Básicamente se destacan los indígenas que son nombrados profusamente como si fuéramos un país de indios y no de mestizos, seguido de una alabanza a la equidad de género, terminando con imágenes de Gabriela Mistral con su pareja, como si sus preferencias sexuales fueran más importantes que su genialidad literaria. Para rematar este relato -que financiamos todos- el mensaje final en kanji y castellano, sobre una foto de Violeta Parra, se leía "política exterior feminista". En definitiva nuestro stand más que representar a Chile representa la ideología gobernante, esa combinación de arrogancia, procacidad, incompetencia, ignorancia y vulgaridad, pero con equidad de género. Para que me entiendan los progres, como contribuyente, heterosexual y mestizo, me sentí "vulnerado" por la muestra. A nuestro país lo ha apichangado la mediocridad de nuestros progres. El fútbol, la política y la muestra de Osaka, son expresiones del mismo fenómeno.
Finalmente visitamos la empresa salmonera AquaChile que trabaja en Japón hace muchos años. Lo que han hecho me hace sentir orgulloso de ser chileno. Ojalá ellos hubieran organizado la muestra en Osaka, para que mostraran un país moderno que también se recuperó de un crisis profunda, pero que con trabajo, emprendimiento, innovación y libertad, fue capaz de progresar en democracia. Ese era el mensaje inclusivo y optimista que debíamos transmitir, no el del indigenismo y la batalla de los sexos. !Feliz 18¡
Visitamos el pabellón de Chile en la feria de Osaka. La arquitectura interior, bonita (...) pero lo demás, una vergüenza. Puros mensajes ideológicos pueriles.