"La novicia rebelde", el clásico protagonizado por Julie Andrews y Christopher Plummer, y dirigido por Robert Wise, se podrá ver en pantalla grande este sábado en Movie. Esta es su historia.
¿Qué hace que un musical como La novicia rebelde se haya convertido en un clásico absoluto del cine? Tal vez sean las inolvidables canciones de Rodgers y Hammerstein, el magnetismo de Julie Andrews, la historia tierna sobre una novicia que se enamora de un galante capitán mientras el nazismo se expande por Europa, las montañas austríacas, los cinco premios Oscar que ganó (incluyendo Mejor Película), o quizá el contexto histórico. La respuesta sigue siendo un misterio, incluso para su propio director, Robert Wise, quien confesó: "Ojalá lo supiera, porque así podría repetir ese éxito".
Lo cierto es que mañana, a las 15.00 en Movie Montevideo Shopping -con repetición el martes-, el público podrá volver a ver este clásico musical que cumple 60 años en pantalla grande. En Uruguay se estrenó el 1° de agosto de 1966 y permaneció casi cinco meses en cartel.
La película se basa en la obra más exitosa de todas las creadas por la dupla compuesta por Richard Rodgers y Oscar Hammerstein II, lo que no es poca cosa tratándose de los responsables de Oklahoma!, Carrusel, El rey y yo y Cenicienta, entre otros títulos. Se trata de una dupla artística que consiguió en su carrera cuatro premios Tony, tres Oscar, dos Pulitzer y dos Grammy. Aun así, La novicia rebelde que fue su último proyecto, superó todas las expectativas y se transformó en un fenómeno cultural nacido en Broadway y patentado con su versión cinematográfica.
Wise lo explicó años después: "Cuando el proyecto me fue propuesto, mi reacción inmediata fue una mezcla de placer y cautela. Era la oportunidad de hacer otro musical, un género que sabía que disfrutaría. Pero más que eso, era un desafío claro: crear un musical radicalmente distinto en forma y tono a mi película anterior, West Side Story".
https://www.youtube.com/watch?v=EF3Oo5tNElU El contexto histórico también jugó a favor. El año 1965 fue convulso: la guerra de Vietnam dominaba los titulares y una revolución cultural sacudía a Estados Unidos. En ese clima, una historia sencilla con una partitura sobresaliente, un elenco brillante, algo de humor, romance, unos villanos reconocibles y siete niños encantadores parecía un bálsamo para el público.
La trama se inspira en las memorias de María Von Trapp, aunque se tomaron varias licencias: María fue contratada para cuidar a un solo niño (no siete), el Capitán Von Trapp no era tan frío y distante, y la familia no escapó de los nazis cruzando los Alpes a pie, sino que lo hizo en tren hacia Italia. Claro que, visualmente, es mucho más impactante verlos cruzar, a pie, los Alpes en busca de la felicidad.
Filmar la película tampoco fue sencillo. La Fox había comprado los derechos años antes, pero por contrato no podía estrenarla antes de 1964, y el libreto quedó guardado en un cajón. La productora además enfrentaba problemas económicos por Cleopatra, y encontrar un director no fue fácil. Stanley Donen se negó a dirigirla, Billy Wilder dijo: "¡Ningún musical con esvásticas va a ser un éxito!", y finalmente el proyecto quedó en manos de Wise, quien ya había hecho historia en los Oscar con West Side Story. La filmación en Salzburgo también fue complicada por intensas lluvias, especialmente en las escenas de montaña.
Elegir a la actriz que interpretara a María fue otro desafío. Sonaron Doris Day, Grace Kelly y Leslie Caron, hasta que Julie Andrews, una joven actriz británica con éxitos en Broadway como Camelot junto a Richard Burton, y Cenicienta que le escribieron especialmente Rodgers & Hammerstein, fue la elegida. La actriz había protagonizado My Fair Lady en teatro pero Jack Warner no la eligió para la versión cinematográfica, que quedó en manos de Audrey Hepburn, porque nadie conocía a Andrews. Igualmente, logró el papel tras impresionar a Wise que vio una versión preliminar del musical Mary Poppins, su debut en el cine. "¡Vamos a fichar a esta chica antes de que alguien más vea esta película y se la lleve!", dijo Wise. Su corazonada no falló y Andrews logró su segunda nominación al Oscar, al año siguiente, por La novicia rebelde.
La filmación duró seis meses y trajo sus propios problemas, sobre todo con los siete niños que no paraban de crecer. Además, al actor Christopher Plummer nunca le gustó la película, menos cuando supo que su única canción, "Edelweiss", sería doblada. "Quería darle un poco de filo -comentó Plummer-, un poco de humor. El personaje no tenía mucha sustancia; parecía rígido y temeroso. Yo quería que estuviera a la altura de María Von Trapp". Wise le hizo caso y moldeó el personaje según sus indicaciones.
Tras el estreno, la crítica no le tuvo mucha estima y la consideró una historia demasiado edulcorada, pero el público abrazó la historia y canciones como "Do-Re-Mi", "16 Going on 17" y "My Favourite Things", que hoy son clásicos de todos los tiempos.
Desde entonces, La novicia rebelde no dejó de conquistar nuevas generaciones. Su combinación única de inocencia, junto a una banda sonora inolvidable y una magnética protagonista como Julie Andrews, la mantienen viva, sesenta años después, como un refugio emocional y un recordatorio de que algunas historias (aunque sean catalogadas de empalagosas), nunca pierden su vigencia.