Jane Goodall y su legado de una ciencia "más empática y humanizada"
Pionera en el estudio de los chimpancés en estado salvaje, sus hallazgos permitieron comprender que experimentan emociones y usan herramientas. En sus últimos años se dedicó a la defensa de causas humanitarias y la protección del mundo natural. Chilenos que la conocieron comparten sus recuerdos.
"Allí afuera en la naturaleza, cuando estás solo, puedes convertirte en parte de ella y tu humanidad no se interpone en el camino", dijo Jane Goodall durante una entrevista en 2021. Una frase que refleja gran parte de lo que fue la trayectoria de esta reconocida investigadora inglesa, considerada la mayor experta mundial en primates, que falleció ayer a los 91 años.
Incansable defensora de la vida silvestre, en sus últimos años estuvo dedicada a promover causas humanitarias y la protección del planeta, por lo que viajó por el mundo hasta el final de su vida: murió de "causas naturales" en California (EE.UU.), como parte de su gira de conferencias, según confirmó en redes sociales el instituto que lleva su nombre.
"Los descubrimientos de la doctora Goodall como etóloga (experta en comportamiento animal) han revolucionado la ciencia y era una defensora incansable por la protección y la restauración de nuestro mundo natural", se lee en el comunicado.
Para la ministra del Medio Ambiente, Maisa Rojas, "es una pérdida muy lamentable para todos quienes entendemos que nuestro entorno natural y los seres humanos somos indisolubles".
"Nos enseñó tanto del mundo natural como del humano. Su legado va a perdurar en el mundo y en Chile", dijo a "El Mercurio".
Goodall, nacida el 3 de abril de 1934 en Londres, fue pionera en el estudio de los chimpancés en estado salvaje, de los que descubrió pautas de conductas y habilidades desconocidas en sus investigaciones, a las que dedicó más de 60 años de su vida y que han significado un aporte científico trascendental para comprender las raíces del comportamiento y la cultura humana.
Su pasión por los animales comenzó en la infancia, cuando su padre le regaló un chimpancé de peluche, que conservó toda su vida. También era fanática de los libros de Tarzán. "Cuando tenía 10 años, soñaba con ir a África, vivir con animales y escribir libros sobre ellos", declaró en 2017.
En 1957, a los 23 años, aceptó la invitación de una amiga para visitar Kenia, donde comenzó a trabajar para el famoso paleontólogo Louis Leakey. Fue allí cuando llegó su gran oportunidad: Leakey la envió a estudiar chimpancés en libertad en Tanzania. Se convirtió en la primera de las tres mujeres que él designó para estudiar a los grandes simios en su hábitat natural, junto con la estadounidense Dian Fossey (gorilas) y la canadiense Birute Galdikas (orangutanes). Un proyecto de investigación que en teoría iba a durar seis meses, pero acabó acompañándola toda la vida.
Enorme sabiduría
Goodall imitaba a los chimpancés, se sentaba con ellos en árboles y compartía su comida. Sus observaciones la llevaron a descubrir que los chimpancés utilizan tallos y ramitas de hierba como herramientas para extraer termitas de sus nidos.
"Cuando presentó por primera vez estos hallazgos en Inglaterra, al principio no le creyeron; ella observó que utilizaban herramientas y que transmitían esas habilidades a sus congéneres. Pero de a poco se fueron convenciendo", cuenta Elba Muñoz, directora del Centro de Rehabilitación y Rescate de Primates ubicado en Peñaflor, que Goodall visitó en diciembre de 2013.
"Era una persona que en pocas palabras transmitía mucho", dice Muñoz, quien estuvo con ella en varias ocasiones, como en Argentina y África. "Conocerla por primera vez impactaba por el gran nivel de sabiduría que poseía. Hay un antes y un después de Jane Goodall en la tierra".
Goodall se doctoró en Etología por la U. de Cambridge en 1965 y regresó al parque Gombe (Tanzania), donde descubrió que los chimpancés comen carne, usan plantas a modo de medicinas, adoptan a crías cuyas madres han muerto o pueden transmitir conocimientos y experimentar sentimientos, como el amor, los celos o la ira.
"No los entendió solo como especie, sino como individuos con distintas personalidades, mentes complejas, emociones y vínculos sentimentales duraderos", dice un texto del Jane Goodall Institute.
Escribió una veintena de libros, entre ellos "En la senda del hombre" (1971), donde relata estos hallazgos y es considerado una de las obras científicas más importantes del siglo XX, así como innumerables artículos científicos, además de haber protagonizado una veintena de producciones audiovisuales. Estuvo casada dos veces y tuvo un hijo.
En 1977 fundó el Instituto Jane Goodall para promover la investigación y la conservación de los chimpancés. En 1991 lanzó Roots & Shoots, un programa ambiental orientado a niños y jóvenes que hoy opera en más de 60 países.
Vínculos con Chile
Durante su carrera recibió un centenar de reconocimientos, como el Premio Príncipe de Asturias de Investigación Científica en 2003, el título de Dama del Imperio Británico ese mismo año y la Medalla de Oro de la Unesco (2006), entre otros. También fue nombrada Mensajera de la Paz por la ONU y Doctora Honoris Causa por 45 casas de estudio, entre ellas, la U. de Chile.
Además de 2013, en el país estuvo en 2015 y 2024, cuando "tuvimos el privilegio de celebrar su cumpleaños 90. Fue una visita muy exitosa", relata Alexandra Guerra, directora ejecutiva del Jane Goodall Institute Chile.
"Es una gran tristeza, una gran pérdida para la organización; sin embargo, Jane nos daba diferentes mensajes para poder continuar su legado", asegura. Y agrega: "Ella siempre nos decía que a la hora de llevar a cabo esto que nos apasiona tanto, que lo hiciéramos con alegría, que lo disfrutáramos".
Diego Jara, taxidermista del Museo Nacional de Historia Natural (MNHN), tuvo la oportunidad de conocerla durante su visita en 2015. "Compartió en nuestro museo una magnífica conferencia, en la cual, además, ella se transformó en la primera socia de la Fundación de Amigos del MNHN".
"Su legado estará no solamente en la protección de los primates, la conservación de las especies y su invaluable trabajo como etóloga de primates. Vale recalcar que ella fue una mujer pionera en la primatología y en el trabajo en terreno, en un mundo dominado por hombres", precisa.
Jara agrega que la huella de Goodall también se destaca por su forma de investigar. "Se caracterizaba por una rara sensibilidad; no veía a los primates como meros objetos de estudio, los consideraba individuos valiosos dentro del ecosistema. Será recordada por abrir un camino a una ciencia más empática y humanizada".
El mensaje de Goodall era de responsabilidad personal y empoderamiento. Según repitió en diversas ocasiones: "Cada individuo es importante. Todos tenemos un papel que desempeñar. Cada uno de nosotros tiene un impacto en el planeta cada día. Y podemos elegir el tipo de impacto que tenemos".