Jueves, 02 de Octubre de 2025

Una conversación con el progresismo

ColombiaEl Tiempo, Colombia 2 de octubre de 2025


Jorge Restrepo
¿Por qué el gobierno actúa en contra de los intereses de la mayoría toma decisiones que son incorrectas? Esta pregunta fue la premisa de una conversación con un grupo de personas que, estoy seguro, estarían a gusto de ser calificadas como progresistas o de centro izquierda, frustradas con el gobierno


Jorge Restrepo
¿Por qué el gobierno actúa en contra de los intereses de la mayoría toma decisiones que son incorrectas? Esta pregunta fue la premisa de una conversación con un grupo de personas que, estoy seguro, estarían a gusto de ser calificadas como progresistas o de centro izquierda, frustradas con el gobierno. Sus respuestas permiten entender mejor cómo se hace la política económica hoy en Colombia. La primera explicación, fue el populismo, entendido como políticas populares que le permitieron obtener el poder a la élite que gobierna y que, aunque dañinas para la mayoría e incluso contrarias a los intereses de los movimientos sociales que apoyaron al gobierno, favorecen primariamente el interés de esa élite. Alguien más mencionó el poder de la ideología en la definición de las políticas del gobierno: el ‘progresismo’, el nacionalismo, y, en otros casos, el interés de afectar los intereses de empresarios que se identifican como opositores al gobierno y algunas pocas personas con riqueza, en un afán "mal entendido" de justicia social. Otro interlocutor mencionó la corrupción política como mecanismo para financiar las elecciones y los intereses del crimen organizado, en particular nuevos grupos criminales que no habían logrado antes estar cerca del poder. Otro más mencionó el poder duro del clientelismo tradicional, "sin que eso sea un crimen, necesariamente". Un progresista de toda la vida, según sus palabras, se centró en hipótesis personalistas: el carácter emocional de los gobernantes y su condición mental. Mencioné el efecto de Dunning-Kruger (según Wikipedia un sesgo cognitivo que describe la tendencia sistemática de las personas con baja capacidad en un área específica a realizar evaluaciones excesivamente positivas de su propia capacidad), pero él aclaró que se refería a condiciones del desarrollo neurológico y posiblemente condiciones de salud mental que, a su juicio, son hoy determinantes de la manera de hacer las políticas. Ninguno mencionó los elementos tradicionales de la democracia liberal que tanto incomodan al gobierno: la Constitución o la Ley, las restricciones o las reglas de operación del sistema económico y del sistema político, la regla fiscal, las reglas electorales, las Cortes, las garantías a la iniciativa privada, a la libertad del intercambio, o el régimen de protección, acceso y protección a la propiedad. La respuesta más convincente, sin embargo, para todos los que la escuchamos, provino de una reflexión sobre cómo se hace la política pública en las elecciones hoy en día: al escoger candidatos con base en las emociones, se desplaza por completo la discusión sobre las propuestas de política y las ideas, que son la base de las políticas públicas. Este enfoque emocional de la política, añadí, convencido de que este es un punto clave, desprecia la experiencia de gobierno y el conocimiento. Tal vez el problema de fondo, concluimos, está en que la contienda política electoral hoy está basada en emociones. Fallamos todos cuando no logramos debatir con éxito a quienes definen de esta forma las políticas para gobernarnos: con malas ideas y con malas emociones ganan elecciones.
Profesor de economía, Pontificia Universidad Javeriana.
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