El cerebro humano tiene cinco "edades" y su adultez comienza recién a los 32 años
Su arquitectura se reorganiza en momentos clave, lo que influye en la vida diaria. Los nueve años, por ejemplo, marcan una mayor susceptibilidad a trastornos mentales, mientras que en la etapa adulta se consolidan la inteligencia y la personalidad.
"Cuando miramos hacia atrás, muchos sentimos que nuestras vidas están marcadas por distintas etapas. Resulta que el cerebro también experimenta fases muy definidas", dijo Duncan Astle, neurocientífico de la Universidad de Cambridge y autor de un estudio que analizó casi cuatro mil escáneres cerebrales humanos para reconstruir cómo cambia la arquitectura de este órgano durante toda la vida.
La investigación, publicada ayer en Nature Communications y considerada la más grande realizada hasta ahora sobre el tema, identificó cinco "edades" del cerebro humano, separadas por cuatro puntos de inflexión -a los 9, 32, 66 y 83 años- en los que este órgano se reconfigura.
Aquí, los autores y especialistas locales explican en qué se traducen estos cambios en la vida diaria y cómo definen la personalidad o la aparición de enfermedades mentales.
Infancia
Del nacimiento a los 9 años, el cerebro vive su primera gran transformación: el volumen de la materia gris (que contiene las neuronas) y de la materia blanca (que contiene las conexiones) aumentan drásticamente. Así, indican los autores del estudio, en esta fase "se consolida la red neuronal", la cual sirve para procesar información, generar pensamientos y regular las funciones vitales, entre otros.
Josefina Cruzat, neurocientífica de BrainLat (UAI), explica que el cerebro de la infancia "es como el inicio de la construcción de una casa, cuando se van armando las estructuras, el piso, etcétera, para ir transitando por ella en las distintas etapas que vienen".
Al alcanzar los nueve años también aumenta la vulnerabilidad a patologías de salud mental, según el nuevo trabajo. De acuerdo con Cruzat, esto tendría que ver con que el cerebro es muy sensible a las experiencias en esta etapa, "como el apego, la violencia, la nutrición o el estrés familiar".
AdolescenciaA partir de los 9 y hasta los 32 años ocurre la adolescencia cerebral: la materia blanca sigue creciendo en volumen, por lo que la organización de las redes de comunicación del cerebro se perfecciona cada vez más. Esta etapa se caracteriza por la eficiencia de las conexiones dentro de regiones específicas del cerebro. Los investigadores del estudio señalan que esto se asocia a una transmisión más rápida de información y a mejoras en el rendimiento cognitivo.
Cruzat agrega que se trata de una etapa ligada al proceso de madurez emocional, "como si el cerebro aún estuviera en etapa de configuración, lo que ayudaría a entender por qué muchas personas en sus 20 años aún no son tan estables emocionalmente o mantienen cierta dificultad para regular los impulsos".
AdultezDe los 32 a los 66 años, la arquitectura cerebral se estabiliza. De acuerdo con los investigadores de Cambridge, es un período de meseta o consolidación de "la inteligencia y la personalidad". Según Pedro Maldonado, neurocientífico de la Facultad de Medicina de la U. de Chile, se estima que en esta edad cerebral ya se habría terminado de formar la corteza frontal, "lo que habla de un cerebro más robusto y resistente a los cambios, por lo tanto, menos susceptible a las enfermedades mentales, por ejemplo".
Envejecimiento tempranoA partir de los 66 años y hasta los 83 no habría un cambio estructural abrupto, pero sí una reorganización de las redes cerebrales, marcada por una reducción de la conectividad a medida que la materia blanca comienza a degenerarse. Los autores del estudio señalan que es una etapa en la que los riesgos de salud que afectan al cerebro, como los problemas cardiovasculares, se vuelven más frecuentes y pueden influir en el deterioro cognitivo.
Vejez tardíaDesde los 83 años, la conectividad general del cerebro disminuye aún más. En la vida diaria esto se traduce, por ejemplo, en que a una persona de esta edad le toma más tiempo hacer una tarea, debido a una menor velocidad de procesamiento, explica Alejandro Luarte, investigador del Centro de Investigación e Innovación Biomédica de la U. de los Andes. Sin embargo, este declive no es igual para todos y depende de factores como la escolaridad o el estilo de vida, señala. Tampoco implica una pérdida de la inteligencia, "que es un proceso más complejo y va más allá de la arquitectura cerebral", dice Luarte.