Jueves, 27 de Noviembre de 2025

La muerte de la Decé

ChileEl Mercurio, Chile 26 de noviembre de 2025

El apoyo de Eduardo Frei Ruiz-Tagle a José Antonio Kast -¿qué otra cosa sino un apoyo significa decir que coincide con él en aspectos esenciales?- muestra que la Democracia Cristiana finalmente ha desaparecido

El apoyo de Eduardo Frei Ruiz-Tagle a José Antonio Kast -¿qué otra cosa sino un apoyo significa decir que coincide con él en aspectos esenciales?- muestra que la Democracia Cristiana finalmente ha desaparecido.
Y es que hay dos formas de morir: una consiste en dejar de existir, la otra en existir de una forma que contradice la existencia previa.
Y la actitud del expresidente Frei confirma que la Decé ha padecido la segunda.
La Democracia Cristiana fue, desde sus orígenes, un partido distante de la derecha y también de la izquierda marxista. Fue un movimiento político e intelectual, liderado por Frei padre, quien soñaba, para citar un título suyo, con "Un mundo nuevo". Se transformó luego en un gigantesco partido de masas, que apostaba por un camino que, al menos en sus orígenes, no era ni el capitalismo ni el socialismo. Eran los tiempos de la nueva cristiandad, fueron los tiempos del Concilio Vaticano II, cuando en Chile el líder intelectual, además de Frei padre, era Jaime Castillo, quien guió a toda una generación elaborando enrevesados ensayos donde Hegel se encontraba con Marx, ambos con Garaudy y todos ellos eran refutados por Jacques Maritain o por Mounier. Su momento de gloria fue la marcha de la patria joven, donde Frei Montalva dio uno de los discursos más brillantes de la política de masas en Chile.
Todo ese gigantesco esfuerzo intelectual tenía por objeto hacer plausible un camino distinto, ni capitalista ni colectivista, sino otro modelo, para emplear el título de un ensayo prematuramente olvidado.
Pero hoy, la Decé se ha despojado de cualquier esfuerzo intelectual, carece de ideología y nada más le queda el instinto de supervivencia electoral, una forma épica de llamar el ánimo alimenticio de muchos de sus integrantes.
No debe extrañar entonces que Eduardo Frei Ruiz-Tagle, quien nunca participó de la orientación ideológica de la Decé, haya reducido su discernimiento político a los problemas que juzga más inmediatos y urgentes, sin reparar en el horizonte de sentido que debe inspirar a cualquier opción política de veras. Después de todo, si parte importante de la Decé se ha dejado guiar por la mera supervivencia electoral, no debiera sorprender que el expresidente haya razonado también con el más crudo pragmatismo, solo que un pragmatismo más bien ampliado, y haya reducido sus razones de opción presidencial a los aspectos esenciales en los que coincide con Kast -seguridad, equilibrios fiscales, cuestiones migratorias-, olvidando todo lo demás.
Sí, es verdad, es cierto que la ciudadanía (al menos la que confió en él y en la tradición que representa su apellido, la que recuerda esos tiempos en que la historia parecía al alcance de la mano) habría esperado un discernimiento más complejo de parte del expresidente a la hora de elegir y manifestar su opción política, pero un razonamiento más complejo en política exige contar con un horizonte ideológico que en el caso de la Decé se esfumó ya hace bastante tiempo.
Después de todo, si parte importante de la Decé se ha dejado guiar por la mera supervivencia electoral, no debiera sorprender que el expresidente haya razonado también con el más crudo pragmatismo, solo que un pragmatismo más bien ampliado, y haya reducido sus razones de opción presidencial a los aspectos esenciales en los que coincide con Kast -seguridad, equilibrios fiscales, cuestiones migratorias-, olvidando todo lo demás.
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